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13 nov 2013

Los dioses son inclementes

“Hoy he venido a hablar de  motos”, dijo el Presidente de la Generalitat Valenciana. No sabe uno qué pensar: ¿es que se ha aprendido lo que tenía que decir sobre motos y por lo tanto no sabe qué decir sobre cualquier otra cosa?; ¿o es, simplemente, desprecio a los ciudadanos de los que los periodistas son intermediarios para llevarles la información que les interesa a los ciudadanos? Semejante grosería recuerda la impertinente postura de Umbral que en una entrevista televisiva dijo “yo he venido aquí a hablar de mi libro”.
Pero lo soportable en una persona cuyos intereses eran meramente privados es insoportable en una persona que, mediando el engaño de la propaganda electoral, y la voluntad de los irreflexivos en ser engañados, ha salido elegido en las urnas ¿para servir al pueblo?
Estas contestaciones no son más que ridículos intento de evitar afrentar la realidad que les desborda, con lo que revelan su propia torpeza; pretendiendo esconder la realidad lo único que consiguen es poner todavía más de manifiesto su incapacidad, cuando son su malicia.
El único mérito que tiene semejante inadmisible respuesta es el de la coherencia. Sigue así el ejemplo ideológico de falta de respeto al ciudadano de la Alcaldesa de Madrid que, tras sepultar a la ciudad en una semana sin recogida de basuras dice que “eso a ella no le incumbe porque es un problema privado de la empresa con los trabajadores”, demostrando su capacidad intelectual una vez más.
Pero ambos, no obstante, insisto, tienen el mérito de la coherencia son el comportamiento que mantiene su “líder máximo” - no sé si esto consta o no expresamente en el “libro de estilo“ del Partido del Kapital - que en circunstancias similares, despreciando las preguntas de los periodistas dijo: “hoy llueve mucho”.
También son ganas de sorprenderse ante esta respuesta. Una mínima reflexión sobre su vida política nos obliga a reconocer que no cabía esperar otra respuesta de quien, siendo Presidente del Gobierno, huye de los periodistas escapándose por el sótano de las Cortes; de quien jamás habla - ¡sólo sabe leer papeles y cuando “no entiendo ni mi letra”, se queda en blanco revelando que no piensa lo que dice, lo que implica que no dice lo que piensa; de quien no se atreve ni a leer los papeles - ¡él jamás habla! - delante de los periodistas a los que, previamente, les prohíbe preguntar, lo que es una recuperación de aquellas notas de obligada publicación en los periódicos que enviaban desde el Ministerio de la Gobernación del golpista y genocida General Franco - el mismo que nombró heredero ideológico al Borbón que juró complacido aceptar esa herencia ; de quien y sólo “se atreve” a presentarse como lo que es, un “ectoplasma” televisivo que rehúye todo contacto con una realidad que le desborda.
Pero nadie se sorprenda tampoco. Ya nos había dado muestras de su capacidad de reconocer el mundo real cuando tras haber colaborado desde el gobierno - ¡siempre por omisión, que es el delito/pecado de los tibios - en el hundimiento del Prestige con el Ministro Álvarez Cascos, al que la caza le importaba más, dijo “sólo salen unos hilitos de plastilina”. Se refería a la marea negra que alcanzó hasta Francia.
¡Los dioses se apiaden de nosotros! Reconozcamos los españoles que hemos sido, ¿somos?, un pueblo pecador. Hagamos todos los sacrificios necesarios para aplacar su justa ira pero por favor, ¡Dioses!, alejad de nosotros este cruel castigo aunque, legalmente hablando, debamos seguir sufriéndolo dos años más. Lo malo de esta plegaria es no hay dioses que la escuche.

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