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14 nov 2013

Millones de ciudadanos en busca de partido

Pirandello, un gran escritor italiano que murió en 1936, escribió una famosa obra titulada “Seis personajes en busca de autor”. En ella, ante el público, se presentan seis personajes durante los ensayos de una obra teatral  que insisten en ser provistos de vida, de permitírseles contar su propia historia. Esta idea se le ocurrió y aunque se planteó ¿porqué qué molestar a los lectores con la vida de estos personajes? Consideró que realmente esos personajes ya existían y por tanto tenían ya una vida que no dependía de él, que simplemente tenía que contarla.
Me pregunto si ésta no es la situación que estamos viviendo con “Millones de ciudadanos en busca de partido”. A nosotros y a tantos otros, como a Pirandello, se nos ha ocurrido ya el partido: un partido democrático de trabajadores de todas las clases.
Un partido donde los ciudadanos tengan una oportunidad real, ¡sin engaños formales!,de ser lo que se les dice que son: el asiento de la soberanía de donde emanan todos los poderes del Estado, (art. 1.2), para luego cometer un fraude más de todos los que tiene esta constitución franquista: El Jefe del Estado emana del dedo del dictador.
Un partido donde los ciudadanos tengan una oportunidad real, ¡sin engaños formales!, de ver protegidos sus derechos como trabajadores, porque como tales, son los únicos diarios creadores de riqueza. El especulador no crea riqueza, es un ladrón “políticamente protegido” por los suyos que se han hecho con el poder que, simplemente, roba de la que ya existía.
Un partido donde los ciudadanos tengan una oportunidad real, ¡sin engaños formales!, de trabajar como empresarios, gestionando su propio trabajo creativo como gestores, el trabajo creativo de los trabajadores, el trabajo creativo de la I+D+i, utilizando el capital procedente del ahorro de los trabajadores, logrando optimizar la creación de riqueza.
Un partido donde los ciudadanos tengan una oportunidad real, ¡sin engaños formales!, de ver como sus necesidades son atendidas con la obligada generosidad que equilibre la riqueza que ellos crearon su trabajo, con la que aumentaron la riqueza del conjunto de la sociedad, que somos todos los ciudadanos, no unos pocos; ¡y aun más allá en los casos de infortunio!
Un partido donde los ciudadanos tengan una oportunidad real, ¡sin engaños formales!, de ejercer la democracia eligiendo a quien administre el Estado, a su servicio, sin herencias de derechos no democráticos por tanto inexistentes en una sociedad democrática.
Un partido donde los ciudadanos tengan una oportunidad real, ¡sin engaños formales!, de que los servicios públicos esenciales: sanidad, justicia y educación, estén íntegramente financiados con los recursos públicos aportados con nuestros impuestos.
Un partido donde los ciudadanos tengan una oportunidad real, ¡sin engaños formales!, de ver protegida su dignidad con su propio patrimonio ayudado con los recursos gestionado por el Estado: específicos aportados por él, a costa de su salario, y genéricos aportados por todos los trabajadores al Estado procedentes de los impuestos genéricos.
Como Pirandello, no tenemos derecho a privar, no a los espectadores, sino a los “Millones de ciudadanos en busca de partido” que ya existe, aunque esté dividido en partidos menores, sin acabar de coaligarse para que esos “Millones de ciudadanos en busca de partido” lo encuentren: un partido que sea una ALTERNATIVA REPUBLICANA a tanta corrupción, eterna hija del capitalismo no democrático con que nos maltratan. Porque sólo si es republicana podrá ser democrática. Ningún régimen que no sea republicano es democrático. Puede tener un Parlamento, pero será una burla a los ciudadanos si no pueden elegir al Jefe del Estado.
El dictador también tenía un Parlamento. También elegíamos a sus miembros. Jamás pudimos elegirlo como Jefe del Estado. Él no nos dejó porque sabía que no lo elegiríamos. Él se impuso a sangre y fuego. Su heredero, el actual Jefe del Estado, heredero de esa sangre y fuego que juró y justificó con orgullo de heredero, tampoco nos quiere dejar elegir al Jefe del Estado, Imita en todo al dictador que le nombró: ése es más que su pecado original, porque es un pecado voluntariamente cometido del que no se librará a menos que se someta a elección su nombramiento. Pero ni él ni su descendencia - ¡de tal palo tal astilla! - lo harán jamás: no son demócratas. Mientras sigan nos impedirán la Transición a la Democracia que todos queremos.
Nuestra primera oportunidad Pirandelliana son las elecciones europeas. Hagamos como Pirandello y no privemos de voz y voto a esos “Millones de ciudadanos en busca de partido”.

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