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9 nov 2013

La burla de la protección de la familia

Recuerdo a un compañero que nos hizo reír mucho un día que dijo la siguiente boutade: “desde que los fenicios inventaron el dinero existe una forma muy sencilla de decir gracias”. Éramos jóvenes y no teníamos un duro; los valores humanos tenían para nosotros un valor supremo. Lo siguen teniendo pero, como dice otro amigo mío: “les he enseñado a mis hijos que el dinero es un instrumento, pero un instrumento necesario”.

Entre bromas y veras, la realidad es que cuando la gente se deshace en elogios metafísicos acerca del “valor supremo ….” De lo que sea, estoy convencido de que a alguien le van a meter gato por liebre.
Es el caso de todos esos a los que se les llena la boca con la protección de la familia y luego se dedican a rebajar el sueldo a los trabajadores, a disminuir la atención a las personas dependientes, a disminuir las becas de comedor y de libros para los escolares, a cobrar por el uso del comedor - ¿para cuando por desgaste de suelo, como nos enseñó Gila? - etc., etc.
Son los mismos que dicen “Dios es amor”, pero luego persiguen a los que se aman porque tienen el mismo sexo a los que quisieron negar el pan y la sal de una palabra: “matrimonio”, como si la tal palabra fuera de su propiedad o del extraterrestre en el que creen.
Por eso, recordando a los fenicios, mi propuesta es que se respete la realidad de la familia como una “empresa” y que se dejen de esa mandanga de que es una “institución “sui generis”. Porque ésa es otra, siempre que alguien dice algo en latín, que es fino y elegante, es para estafar a alguien, en este caso a los miembros de la familia. Reconozco que soy sensible a los latinajos,- a la vez que confiese mi predilección por ellos porque, como me dijera un amigo mío que estudiara para cura “no hay lengua más concisa ni más precisa” y tenía razón.  Pero, a lo que íbamos, yo empecé mi vida laboral trabajando como becario “ad honorem”, que quiere decir que no cobraba un duro; he terminado mi vida laboral siendo Profesor de Investigación “ad honorem”; ¿necesitan que les explique que significa el latinajo?
Centrándonos en el tema, la familia es, en realidad una empresa, unipersonal en algún caso pluripersonal en la mayoría en la que una o varias personas se dedican a alquilar la fuerza de trabajo de sus trabajadores, uno o varios, para beneficio de los accionistas de la empresa. Se t4ta de una especie de empresa regular colectiva en la que los beneficios se reparten entre sus miembros bien de acuerdo con el régimen de gananciales, con el de separación de bienes o con el que se invente cada una de esas sociedades.
Lo correcto sería que, como ocurre con las demás PYME y con las que no lo son, que paguen impuestos sobre los beneficios y los demás impuestos como cualquier otra empresa y que, ¡naturalmente!, tengan que llevar una contabilidad de los gastos imputables a la actividad empresarial, alquiler del piso, amortización legal si se compra, gastos de energía: alimentación y vestimenta (es un aislante) incluida, cursos de formación de los trabajadores, etc. Quedarían excluidos, naturalmente, los gastos lúdicos, las vestimentas no laborales, como trajes de baño, trajes de fiesta, etc. Por supuesto, se contabilizaría en términos laborales, como ingreso individual pero como gasto empresarial, la prestación laboral del cónyuge que realice actividades domésticas, sometido al IRPF, etc., etc.
Y sobre los beneficios, pagaría lo que paga cualquier otra empresa. ¡Ni más, ni menos!
Y así acabaríamos con esta estafa de la “protección a la familia” con lo que se consigue que ésta pague más impuestos que cualquier empresa.

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