Recuerdo a un compañero que nos
hizo reír mucho un día que dijo la siguiente boutade: “desde que los fenicios
inventaron el dinero existe una forma muy sencilla de decir gracias”. Éramos
jóvenes y no teníamos un duro; los valores humanos tenían para nosotros un
valor supremo. Lo siguen teniendo pero, como dice otro amigo mío: “les he
enseñado a mis hijos que el dinero es un instrumento, pero un instrumento
necesario”.
Entre bromas y veras, la realidad
es que cuando la gente se deshace en elogios metafísicos acerca del “valor
supremo ….” De lo que sea, estoy convencido de que a alguien le van a meter
gato por liebre.
Es el caso de todos esos a los
que se les llena la boca con la protección de la familia y luego se dedican a
rebajar el sueldo a los trabajadores, a disminuir la atención a las personas
dependientes, a disminuir las becas de comedor y de libros para los escolares,
a cobrar por el uso del comedor - ¿para cuando por desgaste de suelo, como nos
enseñó Gila? - etc., etc.
Son los mismos que dicen “Dios es
amor”, pero luego persiguen a los que se aman porque tienen el mismo sexo a los
que quisieron negar el pan y la sal de una palabra: “matrimonio”, como si la tal
palabra fuera de su propiedad o del extraterrestre en el que creen.
Por eso, recordando a los
fenicios, mi propuesta es que se respete la realidad de la familia como una “empresa”
y que se dejen de esa mandanga de que es una “institución “sui generis”. Porque
ésa es otra, siempre que alguien dice algo en latín, que es fino y elegante, es
para estafar a alguien, en este caso a los miembros de la familia. Reconozco
que soy sensible a los latinajos,- a la vez que confiese mi predilección por
ellos porque, como me dijera un amigo mío que estudiara para cura “no hay
lengua más concisa ni más precisa” y tenía razón. Pero, a lo que íbamos, yo empecé mi vida
laboral trabajando como becario “ad honorem”, que quiere decir que no cobraba
un duro; he terminado mi vida laboral siendo Profesor de Investigación “ad honorem”;
¿necesitan que les explique que significa el latinajo?
Centrándonos en el tema, la familia
es, en realidad una empresa, unipersonal en algún caso pluripersonal en la
mayoría en la que una o varias personas se dedican a alquilar la fuerza de
trabajo de sus trabajadores, uno o varios, para beneficio de los accionistas de
la empresa. Se t4ta de una especie de empresa regular colectiva en la que los
beneficios se reparten entre sus miembros bien de acuerdo con el régimen de
gananciales, con el de separación de bienes o con el que se invente cada una de
esas sociedades.
Lo correcto sería que, como
ocurre con las demás PYME y con las que no lo son, que paguen impuestos sobre
los beneficios y los demás impuestos como cualquier otra empresa y que,
¡naturalmente!, tengan que llevar una contabilidad de los gastos imputables a
la actividad empresarial, alquiler del piso, amortización legal si se compra,
gastos de energía: alimentación y vestimenta (es un aislante) incluida, cursos
de formación de los trabajadores, etc. Quedarían excluidos, naturalmente, los
gastos lúdicos, las vestimentas no laborales, como trajes de baño, trajes de
fiesta, etc. Por supuesto, se contabilizaría en términos laborales, como
ingreso individual pero como gasto empresarial, la prestación laboral del cónyuge
que realice actividades domésticas, sometido al IRPF, etc., etc.
Y sobre los beneficios, pagaría
lo que paga cualquier otra empresa. ¡Ni más, ni menos!
Y así acabaríamos con esta estafa
de la “protección a la familia” con lo que se consigue que ésta pague más
impuestos que cualquier empresa.
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