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25 mar 2014

La marcha de la indignidad

Adolfo Suárez no se merecía esta MARCHA DE LA INDIGNIDAD de la que ha sido objeto. 
Corruptos de todas las clases se pasearon con ostentación delante de su féretro en el mismo lugar donde le pusieron de chupa de dómine arremetiendo ad hominem conrta quien no podían hacerlo por sus proyectos ¡todos mejores que los de quienes les han substituido! 
Allí, haciendo pamemas y paragismos se pasearon todos con falsas caras compungidas y corbatas  y trajes negros disfrazados de duelo por el salón de los pasos perdidos; ellos, los que "nunca se pierden" porque siempre saben "encontrar lo que buscan"; recoger antes de sembrar, que es lo suyo. 
El que pedía que se lo quitarán de delante; los que se lo quitaron de delante; los que le segaron la hierba debajo de los piés; los que porque les afrentaba su bonhomía, su calidad como hombre de Estado providencial, porque ponía en evidencia su "malaje" le engañaron todo lo que pudieron; los que le despreciaban porque se sentían intelectualmente superiores por haber aprobado una oposicion difícil siendo como eran y siguen siendo unos mindunguis, que lo que natura no da Salamanca no presta, .... todos estaban allí queriéndose hacer perdonar unos pecados de los que no se arrepienten.
Todos; todos esos miserables indignos hiceron su MARCHA DE LA INDIGNIDAD para oprobiar a Adolfo Suárez después de muerto, ya indefenso, como lo habían hecho cuando estaba vivo; disfrazados una vez más de amigos, cuando nunca lo fueron; derramando las mismas falsas palabras que entonces; ahora no para engañarle, que sospecho que nunca lo lograron, sino para engañarnos a nosoros; porque a nosotros sí lograron hacerlo; allí siguen con falsas buenas palabras, procurando sacar tajada hasta en ese último momento, hasta de un cadáver como buitres carroñeros; pero ahora ya no nos engañan; ahora ya sabemos todos que NO NOS REPRESENTAN.
Es posible que engañen a los jóvenes que carecen de memoria histórica y nadie - una conspiración del silencio en los medios de comunicación - recupera los nombres de los más viles, que casi todos estaban allí. Algunos, con la boca pequeña, tienen tan renegrida la conciencia que no pudieron evitar  confesar que recordaban con vergüenza lo que dijeran por aquellas fechas. Pero lo decían con la boca pequeña; los muy bocazas están intentando repetir el mismo fraude, el del engaño al que cree en la sinceridad de unas palabras falsas. Ya no nos engañan; ya lo sabemos todos; que NO NOS REPRESENTAN.
Pero no tienen vergüenza porque hace mucho tiempo que la perdieron. Por eso se pasean allí haciendo toda calse de mojigangas y carantoñas. Es lo único que saben hace: engaña. Es lo que siguen haciendo: las mismas sinvergonzonerías que han hecho toda su vida. No saben hacer otra cosa. 
Lo mismo les da hacerlas contra Suárez como contra quien se tercie; contra las mujeres a las que quieren privar de sus derechos; contra los trabajadores a los que ya han desposeido de todos; contra los estudiantes a los que les niegan ayudas para que puedan escolarizarse; contra los titulados superiores que lograron la máxima escolarización queriendo pagarles como si fueran aprendices, como si fuean aquellos niños de ocho años a los que sus abuelos explotaban en 1900; contra las  personas dependientes a los que asesinan con delicadeza, como corresponde a quien usa bolsos de Vuitton,  blusas de Loewe y trajes cortados en Saville Road, privándoles de ayuda médica, como si fuera legal este asesinato del adulto privado del acceso a la atención médica, mientras prohiben que se interrumpa el embarazo en estadio celular con hipocresía ética;contra ..., contra todo lo que no sean ellos y los intereses de su clase de corruptos.
Suárez, el triunfador, fracasó y su triunfo y su fracaso fue el nuestro. Siempre conservó la llaneza del hombre honrado; del que sabía distinguir lo decente de lo indecente; por eso lal lado de tantos indignos, la gente que no le conoció y le votó con sinceridad le tributa su último saludo. Ellos, no los otros, conivierten en digna su marcha, no la de los demás.
Según se nos cuenta, él aspiraba a ser de mayor Presidente de la III República ¡Dios le hubiera escuchado, pero Dios es aristocrático y de derechas! Sin la menor duda hubiera sido un magnífico Presidente del Gobierno porque era un verdadero hombre de Estado. De él se puede decir con más proipiedad aquello que leemos en el cantar del mio Cid "¡que buen vasallo si oviese buen señor!"
De todas formas, no fue tan buen vasallo ¡al menos del pueblo! Se negó a reconcoer a los partidos republicanos  para que ARDE, qujizá entre otros, pudiera presentarse con las siglas de la República.
¡Descanse en paz!

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