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24 dic 2017

El problema de la reforma

Interesante el artículo “El problema de la reforma” de J. Tajadura Tejada, profesor de Derecho Constitucional en la Univ. País Vasco (09.12.2017); propone suprimir el art. 168CE78.
Dice el autor que “lo que caracteriza a las constituciones y las distingue del resto de normas jurídicas es que son normas de crisis [porque] nacen siempre en el contexto de las grandes crisis históricas de la vida de los pueblos [donde] el poder constituyente es un poder de crisis porque actúa siempre en los momentos de mayores convulsiones políticas y sociales. Ello explica añade el autor que “los textos constitucionales, lejos de ser obra perfecta de la racionalidad humana, presenten numerosos defectos ... que traen causa de las críticas circunstancias que rodearon su alumbramiento” y concluye “en este contexto, la reforma constitucional se configura como el instrumento principal, si no único, para paliar esas deficiencias”. Da gusto encontrar a alguien que razona en lugar de adorar.
Insiste en que “supondría un claro ejercicio de falsificación de la realidad y de la historia pretender negar que esas y otras circunstancias [bajo las amenazas de terrorismo y golpismo] no se vieran reflejadas en el producto final de nuestra constituyente. Destaca “la incomprensible y desafortunada redacción del Título X, esto es, el dedicado precisamente a la reforma constitucional”, más que desafortunada es irracional pero no incomprensible: se trataba de cumplir el testamento político de Franco: dejar todo “atado y bien atado”.
Tras señalar la aceptable corrección de la exigencia del art. 167 que exige “mayorías cualificadas (tres quintos de las Cámaras) y faculta a la minoría para solicitar el referéndum de ratificación [y] por otro, permite llevar a cabo la reforma cuando esta es políticamente necesaria e históricamente conveniente” destaca lo inadmisible del art. 168, que blinda “determinadas partes del texto constitucional -de muy desigual valor y trascendencia y entre las que se incluye, en todo caso, todo el Título II referido a la Corona” para lo que pone tres obstáculos: primer doble obstáculo: “dos tercios del Congreso y del Senado en dos legislaturas sucesivas”, segundo obstáculo:  ser sometida después a referéndum nacional” y cita al profesor Pedro de Vega: “más que de un procedimiento de reforma se debería hablar de un procedimiento para evitar la reforma”.
Se refiere luego al “amplio consenso político y social sobre la oportunidad, por ejemplo, de una reforma que acabe con la discriminación de la mujer en la sucesión a la Jefatura del Estado” pero eso, si algún día se propone será un engaño para ocultar que “esas dos niñas discriminan a 47 millones de españoles, varones y mujeres” por lo que no es cierto que esa “reforma reforzaría la legitimidad de la Corona” porque su ilegitimidad es haber sido impuesta por el dictador militar y fascista que atropelló nuestra libertad.
Apoyo su propuesta de que “en la primera ocasión en que, a pesar de su enorme dificultad, se tramitase una reforma con arreglo al artículo 168, debería incluirse en dicha propuesta la supresión del artículo 168”.No se hará, eso permitiría desatar el nudo atado y bien atado; eso deja sólo una solución; la de Alejandro: cortar el nudo con una espada.  
Añade el autor: “de esta forma, el procedimiento de Reforma Constitucional (entonces ya el previsto en el artículo 167 como el único existente) podrá cumplir, por fin, sus funciones de mecanismo de adecuación al cambio histórico y de instrumento de defensa del orden constitucional”, por eso nunca ocurrirá.

Y concluye: “Con la supresión del artículo 168 desaparecería de nuestra Constitución un elemento que obstaculiza su correcta evolución histórica”. Dice el art. 56.3CE78: “Sus actos estarán siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez sin dicho refrendo, salvo lo dispuesto en el artículo 65, 2. El Jefe del Estado está dispuesto a seguir obstaculizando su correcta evolución histórica con el refrendo establecido en el artículo 64. Para eso está el Gobierno a su servicio: para que todo siga “atado y bien atado”. 

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