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28 dic 2017

El momento del rey

Interesante el artículo “El momento del Rey” de J. García Fernández, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid (EL PAIS, 26.12.2017) refiriéndose a su mensaje del 03.10.2017, que el autor califica de “relevante actuación” mencionando que “fue considerado como una declaración de guerra por los independentistas, los comunes y Podemos”. Otros más amables lo calificamos de “torpeza infinita” al perder la oportunidad de adoptar un papel defensor de la libertad de expresión.
Sorprende la sorpresa que cita el autor que “algún trabajo académico”, adjetivo con el que no está claro si quiere desacreditar o enaltecer el trabajo, “lamentase que el Rey no hablara de los contusionados por las cargas policiales” porque ¿quién puede no lamentarlas salvo los que piensan que todavía fueron “poco proporcionadas”.
Dice el autor que habría una “crisis política” si el monarca “criticara implícitamente a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad dirigidas por el ministro del Interior”. Si la monarquía descansa en la FCSE sin duda habría una crisis política, pero al no descansar en los ciudadanos apaleados lo que hay es una crisis institucional. Los ciudadanos hemos comprendido hasta qué punto hemos vuelto a ser súbditos de las FCSE a las que, según el autor, el rey debe conceder barra libre sin crítica ni indirecta, en la “aplicación proporcionada de la violencia”, Zoido dixit; la que vio todo el mundo, ¡nunca mejor dicho!
Reconoce el autor que “en las repúblicas no se pone en cuestión la potestad de dirigir mensajes al Parlamento o a los ciudadanos, los mensajes regios en las monarquías parlamentarias son vistos con cierto recelo”. Todo un hecho significativo. Exceptúa los “mensajes navideños- o en actos protocolarios y siempre con el refrendo presunto del Gobierno” ¿acaso este fue por libre?, la impresión era de que se lo había escrito el Presidente del Gobierno.
Pero es revelador leer: “En general, los mensajes regios, por tener los reyes una legitimación tradicional y no democrática, sólo parecen justificados en situaciones políticas excepcionales”; el único realmente justificado sería su dimisión para recuperar la democracia. Al no  seguir la tradición de sus antepasados podría presentarse a las elecciones a Jefe del Estado.
Incurre en  un error el autor al decir  “a diferencia del discurso del rey Felipe, el del anterior Rey se produjo ex post a la actuación que él mismo realizó para cortar el golpe de Estado” porque aquí en octubre no hubo ningún golpe de Estado sino una tontería supina. Eso sí, Juan Carlos I tardó muchas muchas horas de fijar su posición. Quizá como su bisabuelo quería saber si triunfaba o no. Cuando dio el Golpe Primo de Rivera como triunfo lo nombró Presidente. ¿Qué hubiera hecho Juan Carlos I? ¿Condenarlos? Quienes lo cortaron sin duda fueron los subsecretarios que ellos sí, evitaron el vació de poder ejecutivo, ¡que nunca se produjo!, al asumir las competencias de los Ministros y EL PAIS con su edición inmediata apenas una hora después. ¡Sin dudas!
El encaje constitucional del actual mensaje es claro:incumplió lo que dice el art. 56.1 “arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones” al respaldar “el ejercicio de violencia proporcional” de las FCSE contra los ciudadanos que de modo pacífico querían depositar un papel en una urna, aunque legalmente no servía para nada Ellas se alegraron, ellos no. El rey dejó claro que sabe de quien depende su empleo. Él “no pretendía arbitrar entre dos partes ni tampoco moderar el funcionamiento regular de las instituciones”; actuó en defensa propia al oir el doble nombre de la “bicha”: República y Democracia.
Pero el encaje fue constitucional. El art. 1.2CE78 dice: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado” salvo el suyo. Procede de Franco; se lo dio a su papá cuando juró cumplir y hacer cumplir las leyes fascistas y le nombró dictador monárquico con el título de rey en el reino que se inventó. Si todo quedo “atado y bien atado” con la CE78 unos catalanes no podían quitarle lo que no le habían dado.
Dice el autor:“el juramento de guardar y hacer guardar la Constitución que el artículo 61.1 de la Constitución obliga a formular al Rey al ser proclamado ante las Cortes”. Pero esas leyes fascistas de la que nace la CE78 sin solución de continuidad eran tan ilegales como las del Parlamento de Cataluña y más sangrientamente ilegítimas. La financiación del Valle de Franco y la de su fundación las pagan los Presupuestos Generales del Estado: ”atado y bien atado”.
Cierto:“el Rey intervino en condición de símbolo de la unidad del Estado, como proclama el artículo 57.1 de la Constitución”; lo hizo como heredero de Franco y “desde un punto de vista teleológico el discurso regio respondía a las previsiones constitucionales” es porque su papa juró cumplir y hacer cumplir las leyes fascistas y la CE78 fue la primera “ley fascista fundamental de la dictadura monárquica” y su hijo la heredó.
Si “Eel discurso describía muy negativamente la situación en Cataluña” lo hizo apoyando al PP y a Rajoy, como con las FCSE; sabe que de ellos depende su empleo. Rajoy prohibió lo que hasta esta CE78 permite: que se diga la opinión en un referendum. Sin duda eso tranquilizó a los amigos de la dictadura monárquica fascista a costa de disgustar a los democracia que quieren poder elegir ellos al Jefe del Estado, que es lo que caracteriza una dictadura.
 Conviene leer el blog de Anasagasti que recoge lo que le dijo Sabino Fernández Campos sobre lo que pasaba en la Zarzuela aquel día porque a las grabaciones de muchas conversaciones que les ha pasado lo mismo que al disco duro de Bárcenas.

Pero es verdad que  “teleológicamente estaba justificado y su contenido material, con el refrendo presunto del Gobierno, era lo propio de quien simboliza la unidad del Estado y tiene que guardar y hacer guardar la Constitución” con la que quedó “atada y bien atada” la dictadura fascista con el dictador monárquico nombrado por el dictador militar para sucederle.

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