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29 ene 2014

Obligacion moral de matar al tirano

Hoy flotamos en una ola de positivismo nacida del propio poder. Él se encarga de difundir una ética que justifica todos los abusos que él engendra y practica. Los recientes casos de nazismo, fascismo y franquismo todavía supuran en llagas sin cerrar. De las geográficamente más lejanas tiranías americanas, africanas o asiáticas, protegidas por los USA o por la extinta URSS y sus herederos, las de américa nos resultan más próximas y en particular las de Chile y Argentina. Pero lo que ocurre en Ucrania es próximo. En todas las leyes dictatoriales positivas declaraban, ¡como no!, que el tiranicidio era ilegal. ¿Lo es, realmente?
Hubo una época, en el Siglo de Oro español, en el que se enseñaba que el tiranicidio era un derecho natural. Su raíz era filosófica y teológica nacida de la creencia de que el poder regio procedía de Dios (todavía hay algunos insesatos que lo siguen creyendo). Lo enseñaba el P. Juan de Mariana, S. J. que publicó en 1599 el libro “De rege et regis institutione” (Sobre el rey y la institucion real). En ella justificaba la legitimidad del asesinato de cualquiera que tiranice a la sociedad civil por cualquier ciudadano.
Veamos qué son para Mariana esos actos de tiranía que justifican el tiranicidio: 1.- establecer impuestos sin el consentimiento del pueblo, como constaba en diveras constituciones o fueros; 2.- impedir que se reúna un parlamento libremente elegido - una proteccion de la democracia hace cuatro siglos que aun hoy vemos atropellada en tantos países: 3.- crear policías secretas para impedir que los ciudadanos se quejen y expresen libremente.Sobre todos estos puntos debería reflexionar el Presidente del Gobierno del Rey y,en particular, actual Ministro de la Gobernación que nos amenaza con una ley epara limitar, si no acabar, con la libertad de expresión ¡diga lo que diga la CE78!, siguiendo el vicioso método del Conde de Romanones: "que ellos hagan la ley si me dejan hacer a mí los reglamentos".
Si a alguien se le ocurriera proponer el asesinato del Jefe del Estado de una dictadura, regia, republicana o de cualquier otro tipo o la de un presidente de algún banco nacional o multinacional o de una institución que controla los mercados a nivel global se le acusaría de incitación al crimen y sería condenado a 40 años de cárcel o a muerte, ¡en un país democrático! o,  ¿para qué gastar dinero en juicios?, asesinado directamente.
Cualquiera de estas soluciones la aplaudirían las mismas almas bienpensantes que aplaudieron el "tiranicidio preventivo" del Sr. Obama contra Bin Laden, sin duda un tirano en ciernes. Otro caso de doble moral.
Pero el tiranicidio tiene sólidos principios morales. Sus autores fueron personas respetables y de moral poco dudosa: monjes que enseñaban ética y teología en la Universidad de Salamanca. Los tiempos cambian, la moral no. El P. Juan de Mariana, S. J. declaró que el tiranicidio era - lo sigue siendo -  un derecho natural. Defendió que un ciudadano actúa en justicia si asesina al rey que se convierta en tirano por gravar a los ciudadanos con impuestos sin su consentimiento: ¿hay consentimiento si las cortes "no nos representan"?; si le expropia injustamente su propiedad: ¿es "justo", que sea "lefgal" es otra cosa, la expropiación de viviendas por imposibilidad material de pago de hipotecas abusivas?; por impedir que se reúna un parlamento democrático: ¿hay algo más democrático que el propio pueblo reunido en la calle, "en el que reside la soberanía y de donde emanan todos los poderes del Estado" (art. 1.2,CE78)? 
Con esa doctrina en la mano se justificó el asesinato de los reyes tiranos, hoy diríamos dictadores,  en Francia. El gobierno francés, ¿se sorprende alguien?, ordenó quemar sus lbros en París. Hitler también lor ordenó; la Inquisición quemaba a su poseedor; Franco lo metía en la cárcel. A los reyes españoles no les gustó esa doctrina, pero no los quemaron. Poca gente sabía leer, menos aun en latín; el riesgo de que se difundiera esa obligación moral - ¿o es sólo un derecho? - era mínimo.
Mariana define como tirano al que “sustrae la propiedad de los particulares y la saquea" ¿Son pues tiranos los reyes o presidentes, dictadores o caudillos - por la gracia de Dios o no - o Presidente de instituciones internacionales semipúblicas o totalmente privadas que “sustraen  la propiedad de los particulares y la saquean…” dirigiendo sus ataques contra los más pobres e indefensos de cuyo patrimonio se apropian desus bienes y derechos al grito de "hay que apretarse el cinturón porque, siendo pobres, habeis vivido por encima de vuestras posibilidades " como nos reptien mañana tarde y noche mientras comen caviar en el yate.
Es candoroso el reproche del P. Mariana: "ningún gobernante puede considerarse propietario de los bienes de los ciudadanos". Pero eso se consideran el Presidente del BCE, la Presidenta del FMI, etc. Y añade que ningún Presidente del Gobierno puede crear monopolios estatales, pero el nuestro favorece a los oligopolios eléctricos, ni atropellar todo porque "todo lo tiene por suyo”... ¿como pasa en España con la Sanidad y la educación? Pero eso hace "los mercados" a través de sus empleados, los gobiernos de diversos países?
En mi bachillerato, ¡bajo la dictadura del genocida General Franco!, el profesor de filosofía explicaba estas cosas; también el de religión. Esas explicaciones se recibían con un silencio "sotentóreo" en el Instituto de Orense donde yo estudié. Éramos menores de edad, pero con suficiente uso de razón para no hacer al profesor ninguna pregunta concreta. No tiene sentido preguntar algo cuando ya se conoce la respuesta.
Hoy el Sr. Wert, su cuota de atropello no es la menor, quiere que esa doctrina se conozca. Ha eliminado la asignatura de Educación para la Ciudadanía, reducido el número de clases de filosofía y dejado en manos de los obispos el adoctrinamiento opuesto al de  Mariana: "aguanta, que Dios te lo pagará en el otro mundo", la de que los homosexuales son enfermos y que el cuerpo de las mujeres es propiedad privada del Estado.
Quién nos iba a decir que con el dictador regio, heredero del dictador militar, íbamos a estar en peor situación. Pero, al fin y al cabo, ya se sabe: "nada hay que no pueda empeorar" (Principio de Peter)

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