Interesante el artículo “Consejos a Llarena” de
J. L. Requero, magistrado (LA RAZON, 03.04.2018) en la que según dice el autor “el juez Llarena recibía varios consejos del
ex presidente del gobierno Felipe González: “Ojalá no se le ocurra meter en la
cárcel a ninguno de ellos, por favor. Ya sé que nado a contracorriente, pero
ojalá no lo haga porque al independentismo no hay que destruirlo, hay que
ganarlo”, consejo claramente desatendido.
Señala el autor que “González sabía dónde se metía: “En el ambiente de polarización que
estamos viviendo es muy difícil decir esto, porque da la impresión de que uno
está interfiriendo en la independencia” aunque el autor lo rechaza porque “cuando se habla a un juez profesional ese
tipo de interferencias -objetivas, ciertamente-, resultan indiferentes”
insistiendo en que “la Justicia tiene su propia lógica y se desenvuelve al
margen de los intereses políticos.”, lo cual es más de una vez más un desiderátum
que una realidad.
Censura el autor “Las relaciones del ex-presidente con la Justicia no son para enmarcarlas.
Hasta la saciedad me he referido a que fue él quien, en 1985, se apartó del
pacto constitucional llevando el gobierno judicial a un modelo politizado que
aún pervive” y hace un amplcio recorrido citando “las presiones nunca desmentidas sobre el Tribunal Constitucional (Rumasa,
legalización del aborto) o los años de escándalos que protagonizaron sus
gobiernos (desde el GAL hasta el caso Flick) en los que se empleaba como
defensa desprestigiar a la Justicia” Tras lo cual añade “No, no acaba de metabolizar la idea de la
independencia judicial”; ¿y cómo lo vamos a metabolizar si el propio autor
reconoce que ese modelo politizado aun pervive? Yo aprecio el caso de defenestración
del Juez Garzón, el caso Parot, el caso de las preferentes y subordinadas, el
caso de las cláusulas suelo, etc.,
Pero sin duda es grave la información de que “al terminar un homenaje a Tomás y Valiente,
le dijese al entonces presidente de la Audiencia Nacional aquello de “es que no
hay nadie que le diga a los jueces lo que tienen que hacer” que trae a mi
memoria aquel “hacemos lo que podemos”
o la conversación entre Zaplana y el ex-presidente de la Comunidad de Madrid.
Sin duda
tiene razón el autor cuando recuerda que “si
el independentismo ha llegado a donde ha llegado ha sido gracias a la
conveniencia -unas veces- o a la tolerancia -la mayoría de las veces- de
Madrid, gobiernen unos u otros” frente a lo cual “el juez Llarena no se plantea ni destruir ni ganar, simplemente hace
recaer sobre sus autores las consecuencias de sus actos y esto en un Estado de
Derecho y aplicando el Código Penal de 1995, por cierto, obra de Felipe
González”; tras ello añade: nuestra
legitimidad está en ser garantistas, obvio, y me pregunto: ¿es que no se están
respetando esas garantías?, pregunta que queda en el aire tras su previa
afirmación de que ese modelo politizado aun pervive
Se refiere a más reflexiones más de Felipe
González, una de las cuales comparte: “Hemos
judicializado la política porque como políticos somos inútiles e intentamos que
nos lo resuelva alguien, y cuando entregamos la responsabilidad a los jueces,
estamos recibiendo la inevitable politización de la justicia” suena a
disculpa el reproche “porque esos
“políticos” no han querido asumir su responsabilidad, lo mismo que ante la
corrupción de sus últimos años en el poder, en los que no se depuraban
políticamente responsabilidades y todo quedaba a la acción judicial” porque
se ha seguido yo creo que incrementado, la corrupción y la falta de colaboración
con la justicia - no olvidemos los discos rotos - remitiendo a la acción
judicial.
Discrepa con el último comentario a lo que dice
González “al traspasar la
responsabilidad a los jueces se está dando pie a “la politización inevitable de
la justicia” y eso tiene un nombre: “Se llama gobierno de los jueces” reprochándole
que la ”politización de la Justicia fue
lo que hizo él en 1985, resulta cansina esa patología de los políticos -que se
remonta al siglo XIX- que ven el fantasmón del gobierno de los jueces cuando
les recordamos los límites legales a su acción. No, no es el gobierno de los
jueces, es el Estado de Derecho y los jueces no intervendríamos si quien
gobierna respetase esos límites.”
Pero así como la “politización de la justicia” revela la incompetencia de los
políticos para resolver en vía política sus diferencias de opinión; es el abuso
de recursos ante los tribunales ordinarios acusando a otros políticos, incluso
a personas privadas, de “delitos” cuando hasta sus opiniones les disgustan o de
inconstitucionalidad ante el TC, de lo que hay varias y ostentosas pruebas; lo
que el autor llama actuación del Estado
de Derecho revela otra cosa: la actuación directa o la complicidad de los
políticos con los corruptos, los defraudadores, los malversadores, etc., a los que ayudan haciendo desaparecer
las pruebas de conversaciones telefónicas, de discos duros, incluso de
expedientes en los juzgados, etc., no sólo por sus delitos sino también
legalizando sus actuaciones con amnistías o descaradas mentiras o evasivas inadmisibles;
no se, no me consta, nadie me informó, etc., que los jueces admiten, con las
que evaden la acción de la justicia por los delitos cometidos por los propios
políticos, Ministros incluidos.
Aún no se ha enjuiciado a ningún Presidente del
Gobierno, ni a ningún Jefe del Estado; la sospecha de que lo merece más de uno,
a salvo la presunción de inocencia, flota en el aire. El precedente de Alfonso
XIII, sin embargo. sólo fue posible por el cambio de régimen. Algo es algo.
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