Leo con interés, ¿cómo no hacerlo? el artículo ¿Referendum a costa de un conflicto? EL
ECONOMISTA 02.09.2017 de D. Santiago González-Varas del que paso a analizar
algunas incongruencias.
Dice el autor: “no conozco que se proclamen
independencias por referéndum en ningún lado”; tiene razón. Antes se
provocaba el conflicto bélico que o terminaba
aplastando al disidente o con su triunfo. En el primer caso sólo se aplazaba el
conflicto bélico si no se resolvía la causa. En el segundo al cabo de algunos
años se reconocía la realidad y los enemigos se volvían amigos. El ejemplo de
la américa hispana es el más próximo para nosotros.
Por eso hay
que felicitarse y no reprochar que ahora se busquen soluciones menos cruentas; y
lamentar que una evidente falta de ánimo de diálogo provoque estos conflictos.
Chequia y Eslovaquia se separaron; Quebec y Escocia siguen unidos. El Brexit,
salvando las naturales distancias, es otro referendum al margen de la opinión sobre
como se hizo y sobre sus consecuencias, aún por determinar,.
En España el Gobierno, CE78 en mano, pudo permitir el referéndum catalán con carácter
consultivo y no vinculante; decidió prohibirlo también CE78 en mano. La frustración de sus proponentes les hizo dar
un paso más. Su justificación es “su
interpretación de la ley”. A ella opone el Sr. Rajoy “su interpretación de la ley”. ¿Por qué no hacen su trabajo e interpretan la política si ambos - se supone -
son políticos?
Hablar de
conflictos y de catástrofes es objetivo, pero atribuir su autoría a unos u
otros es partidista. Nunca en un
conflicto toda la razón ha estado íntegramente de un lado. El TC corrige a
los gobiernos que revocan leyes y Estatutos . El TEDH revoca sentencias de los TS
y TC Los gobiernos deben dedicarse a la política; no son jurisconsultos. ¿Son
políticos o tampoco?
Se puede estar en desacuerdo con los independentistas
pero las alegaciones del Sr. González-Varas no valen ni desmontan su “argumento democrático” ni nada de nada.
Nadie puede presumir de saber que quieren sus
votantes antes del referéndum. En e de Escocia todo el mundo temía que saliera SI y salió el NO; en el referendum
del Brexit todo el mundo creía que
saldría NO, y salió que SI. Yo creo que la mayoría de los españoles,
también de los catalanes, creemos que
saldrá NO si se celebra o una abstención tal que equivalga a un NO. Pero el
´Sr. González-Vara, afirma con temeridad:
“ese resultado [la independencia] no es lo que quieren sus votantes”. Confunde su deseo con un futuro
incierto.
Es un
disparate comparar esta situación con la invasión napoleónica, ni por parte de los defensores del
Gobierno, ni por parte de los promotores de la independencia que se declaran
invadidos por Castilla. Entender la historia sólo exige tener ganas de
entenderla.
Pero
no se puede decir que “por si fuera poco, Puigdemont se ha dedicado a
ofender sistemáticamente al Estado español, en sus intentos de desautorizar
nuestra democracia, lo que es especialmente grave cuando lo hace en el
extranjero, buscando unos apoyos que, por cierto, no ha encontrado” porque:
1.- en
primer lugar esto no es una democracia: es una dictadura monárquica
parlamentaria creada por un dictador militar que acabó con la II República
democrática de España y ¡no precisamente con un referéndum no consultivo!
2.- en segundo
lugar no hay ofensa al Estado
español; hay discrepancia con su gobierno.
3.- en tercer
lugar, y eso es lo único cierto: no
ha encontrado apoyos internacionales.
Este
espectáculo es fruto de la incapacidad de diálogo de ambas partes pero sobre todo del Sr. Rajoy. En vez
de resolver un problema político lo judicializó. Es la mejor confesión de
incompetencia política. Es una necedad creer que un divorcio se evita con una
sentencia. Su única solución, si la
tuviera, es el diálogo.
Franco
era víctima de la “conjuración judeo
masónica”, ahora el pobre del Sr. Rajoy es víctima de la “coalición anti-española”. Ambos como Fernando
VII, otro borbón, no soportan la libertad por eso seguimos sin democracia un
golpe de estado tas otros desde hace dos siglos. El S. XIX hubiera sido
diferente para España. Más aun el mundo no sería como es ahora de no haber
triunfado los golpes de Estado que trajeron una vez y otra a los borbones. El
argumento de “que bastaría con que en
cualquier Comunidad Autónoma se produjera una coalición anti-española para que
hubiera nuevas secesiones, llegando al caos” debió pensarlo el Sr. Rajoy
antes de no autorizar un referéndum que la CE78 permitía. ¿No pensó o no
piensa?
Decir
que “otro
argumento para quitar ese sentido de responsabilidad que arguyen los políticos
independentistas con su electorado, es que una cosa es lo que uno quiere y otra
cosa lo que, en política, puede hacerse cuando hay dos partes” revela
que no se entiende el problema. Una parte no tiene problema. Sólo surgen cuando
hay dos partes o más.
Pero impedir
que se exprese para conocer su contenido y su magnitud es una necedad. El
problema inicial era “derecho a opinar” mediante referéndum no vinculante; el
Gobierno lo prohibió aunque la CE78 lo
permitía. De esa frustración, nació el segundo problema; ejercer el
discutible “derecho a independizarse”.
Es
insultante, y yo no soy catalán, decir que “en aras de llegar a una solución
pacífica” se puede “llegar a
suprimir las CCAA en el resto de España para que catalanes (y vascos) vean que
son más diferentes aún”. Se trata de reconocer la diferencia, no de privar
a nadie de sus derechos por ello. Yo soy
único en 7.000 millones de seres humanos y exijo que se reconozca mi
diferencia. Pero yo defiendo la
LIBERTAD, la IGUALDAD y la FRATERNIDAD y jamás exigiré derechos por ser
diferente. Pero sí exijo poder ejercer yo los mismos derechos. No entender esto implica no entender el
fondo del problema.
Es
una realidad histórica que España es una nación de naciones se las denomine así
o de otro modo. Un catalán no se siente ni gallego, ni andaluz; un gallego no
se siente ni murciano, ni vasco; un leonés tampoco se siente riojano, ni
manchego. Pero todos, por diferentes
que nos sintamos, nos sentiremos
españoles frente un francés o a un chino.
España se
construyó y se separó por coalición y división de reinos, condados, marcas y
señoríos. Unas veces manu militari; otras vía
coniugali. Eran otros tiempos y otros conceptos. Los titulares de la
soberanía: reyes, condes o señores, unían sus “fincas” o las “okupaban”. Los
ciudadanos éramos la “parte pecuaria” del negocio agropecuario que hacían esos “dueños de vidas y haciendas” que ni
eran suyas, ni contaban con nosotros. Hoy a nivel internacional el pueblo de España es el soberano y a
nivel personal “el ciudadano es soberano”
de uno en uno o a través de las instituciones privadas y/o del Estado. El art.
9.2CE78 dice: “Corresponde a los poderes públicos ... facilitar la
participación de todos los ciudadanos en la vida política, ... y social”. Un referéndum consultivo no vinculante facilitar la participación de los
ciudadanos era una vía que la CE78 permitía; el Sr. Rajoy no la facilitó.
Nadie en su sano juicio, los que siembran cizaña y los
incultos que se dejan engañar lo tienen defectuoso, creen que “España roba a Cataluña” o que “España vive a costa de Cataluña”. Recurrir
a esos argumentos desautoriza a quien utiliza sea en un sentido o en otro.
Yo no sé dónde hay que buscar “las
soluciones a estas alturas”. Los problemas no son los sistemas; los crean los
incompetentes que en vez de resolverlos
los encizañan. Los que tienen el poder se niegan a reconocer su
error y se disfrazan de vírgenes inmaculadas que defienden “su interpretación de
la ley” compitiendo en hacer el ridículo y sólo sus fieles les apoyan. Eso sólo lo decimos quienes no vivimos del
pesebre que administra “los que mandan”; un pesebre donde malgastan todo lo
que hay en él, que no es de ellos; es de todos.
Concluye
el autor del artículo y también se equivoca que es preciso hacer ver aquello que
significa racionalmente el referéndum y que no es eso lo que se quiere por
las familias catalanas que votan a esos partidos mencionados. Si estamos tan seguros de ello ¿por qué el Sr. Rajoy no les dejó que votaran en un
referéndum consultivo no vinculante para que quedara claro? Yo lo diré. El Sr.
Rajoy, así se dice en Galicia, es un “caguiñas”; tiene miedo a la libertad.
Él, el fundador de su partido, Fraga, y el
fundador de la dictadura monárquica, Franco, son tres gallegos que nos
avergüenzan a muchos porque han
atropellando la libertad ajena. Pero
ya se sabe, “de todo hay en la viña del
Señor”. Esa impronta de autoritarismo
mesiánico propia de caudillos, reyes, caciques y caciquillos impregna al
partido del Gobierno. No se zafan de ella; la “omertá” los preside de la mano
de la “amnesia selectiva”. Pero la
libertad es buena cosa y la libertad de opinión, que por su esencia es no
vinculante, todavía es mejor.
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