Ha sido un inmenso placer leer un artículo de
Daniel García-Pita Pemán,”Especular”,
publicado ABC (11.07.2017). Su autor plantea la prohibición de operaciones financieras puramente especulativas. Parte de
D. José de la Vega, autor en 1688 de un libro ”Confusión de confusiones.
Diálogos curiosos entre un filósofo agudo, un mercader discreto y un accionista
erudito”, que procuraré leer si lo localizo, que critica las mil y una formas de especulación en
Holanda y nos lleva al imperio bizantino para desmontar las falsedades del Gobierno para no reducir
los impuestos que reclama Ciudadanos - yo personalmente preferiría que aumentaran los deteriorados servicios sociales - el coste que va a suponer que el Estado se haga
cargo de las pérdidas acumuladas por las autopistas radiales de Madrid, operación cuya sospecha de corrupción "legalizada" por un contrato inicuo es más que ostentosa. Quizá habría que reclamar ante el TJUE . previa la prevista negativa del TS - por financiación indirecta a las empresas beneficiadas al no correr ningún riesgo empresarial
Los bancos al ver peligrar los préstamos a los concesionarios para
construir las autopistas, hoy técnicamente quebrados, hicieron que vendieran sus
créditos a bajo precio a unos fondos “buitres” bien conocidos por sus
actuaciones y sus “titulares” sin hacer esa misma oferta al gobierno pese a ser sistemáticamente beneficiados por él.
Esta
actuación llevo al autor a recordar la ley anastasiana debida al emperador
Anastasio I. Con ella acabó con una práctica especulativa inicua - ya había "buitres" en Constantinopla - para eliminar el beneficio especulativo del comprador de deuda. Se trataba de luchar contra esta gente
antisocial que no invierte su dinero en el mercado para producir riqueza para beneficio de la comunidad; se dedica, peor que los buitres que esperan a la muerte de la víctima, a comprar deudas a bajo precio al acreedor en perjuicio del deudor que la tenía que pagar a “su
precio original”, cuando quizá hubiera podido pagarla al banco con esa quita para beneficio de ambos
La ley, que el autor del artículo nos recuerda que
fue recopilada por “Justiniano, se
incluyó en el Código napoleónico y de ahí pasó a nuestro código civil, al Fuero
Nuevo de Navarra y a una reciente ley catalana” exigía ofrecer al deudor el
derecho a rescatar su deuda pagándole al
banco lo mismo que él había cobrado del especulador. El banco no sufría
ningún perjuicio mayor que el libremente asumido por él al vender la deuda a
bajo precio. El deudor, lo era porque no poder pagar el total de la deuda
original, se beneficiaba al saldarla a su nuevo coste. El único que perdía, en
realidad, que no ganaba, era el especulador antisocial.
Esa ley anastasiana se justificó, como recuerda el
autor del artículo como medida de
“humanidad y benevolencia” (tam humanitatis quam benevolentiae plena,
según recuerda nuestro Tribunal Supremo). ¿Por qué no se aplica al caso de las radiales
de Madrid. ¿Por qué el Gobierno, una vez
más, favorece a los “buitres amigos” a costa del ciudadano víctima? se pregunta
el autor. La respuesta es porque no
somos ciudadanos sino súbditos.
La cuestión es
retórica, aunque valiosa; todos sabemos la respuesta. Al actuar de este modo el
Gobierno lo que hace es favorecer a
aquellos a cuyo servicio está a costa de esquilar a quienes están sub dictum eius, el pobre e inerme
ciudadano que otra vez será expoliado.
Yo pregunto, ¿por qué los bancos no ofrecieron
esa oportunidad de compra de la deuda a bajo precio al Gobierno que tanto
dinero le había dado a costa de los súbditos para librarlos de la burbuja inmobiliaria
en la que se habían metido? La pregunta es igualmente retórica. Los bancos y los fondos “buitre” pertenecen
a la misma especie y se ayudan
Es evidente que el emperador Anastasio no era “populista”;
sólo era “decente”.
Es evidente
que el Partido del Gobierno es “Popular” y no “populista”, ni “decente”.
Son
conceptos distintos. El Gobierno los manipula según la tradición del
franquismo al que sociológicamente representa que diferenciaba entre “libertad” y “libertinaje”. ellos practicaban el libertinaje
privándonos a nosotros de la libertad.
¿Qué opción se abre a los ciudadanos que nos
resistimos a seguir siendo súbditos?
Primera:
esperar que el Congreso “nos represente”, como creíamos que ocurriría tras el
15-M.
Segunda: si se empeña en “no
representarnos” cambiar nuestro voto en la siguiente oportunidad.
Tercera: las elecciones municipales de 1931 ofrecieron un camino
que no debe de ignorarse: el primer Congreso de Diputados y el Gobierno
de la República tras aprobarse la CE31 nos representó.: dejamos de ser
súbditos y empezamos a ser ciudadanos. Dejó de hacerlo al ganar luego la derecha. Pero cuando en 1936 volvió a representarnos
los fascistas dieron un golpe de estado. Hoy, dentro de la CE, ese riesgo es nulo.
La oportunidad está en nuestras manos si los Diputados no nos representan.
Lo que sorprende
ante esta actuación del gobierno, y las declaraciones de ayer del Sr. Revilla en
la Sexta justifican aún más la sorpresa, es que solo haya un intento de
insurrección en Cataluña tan suave que recuerda el autogolpe ¿legal? de Primo de Rivera y que no haya uno general en toda España. 40 años de dictadura militar brutal y 40 años de
dictablanda monárquica han dejado su poso. ¡Es hora de pasar la página!; mejor dicho ¡de cerrar este libro!
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