Curioso el artículo “De la Constitución a la Constitución” (El Mundo, 20.09.2017) de D. Benigno Pendás en el que pide respeto y afecto
por el Estado de Derecho - ¿cuál si en España no existe? - y que la defensa de
la España constitucional - ¿la franquista fruto de lo que estaba “atado y bien
atado”? - es una causa justa que prevalecerá frente a cualquier desafío.
Se parte de una afirmación harto discutible: la prioridad absoluta es cumplir y hacer
cumplir la Norma Fundamental, expresión de la soberanía nacional cuyo titular
es el pueblo español, del que emanan todos los poderes del Estado; incluidos,
claro está, los órganos y las competencias de la Generalitat catalana. Porque
es falso que esa “Norma Fundamental sea
expresión de la soberanía nacional”. Por más que se falsee la realidad nunca pudimos elegir al Jefe del Estado;
seguimos sin poder hacerlo; eso viola el art. 1.2 CE78, que es mentira como
lo es el art. 14 de igualdad de derechos. La CE78 es la prueba de nuestra sumisión a la soberanía del Jefe del Estado
que eligió Franco que lo dejó todo “atado y bien atado”.
Una nueva sarta de falsedades es afirmar que “Legalidad y legitimidad democráticas
confluyen en el mismo punto: garantizar el cumplimiento efectivo de la
Constitución de 1978, la mejor de nuestra historia”. La mejor de nuestra
historia fue la CE31; la violó Franco pero no con un referendum civil, sino con
una guerra genocida; él que cobraba por defenderla.
Cumplir las leyes y las sentencias no es una
opción, sino un deber inexcusable, pero Sto. Tomás exigía que la ley fuera
libremente dictada y está fue violentamente impuesta; el ruido de sables que
violaron la CE31 la única democrática sobrevolaba amenazadora. La anterior
democrática ni llegó a poder ser votada; en 1873 lo impidió otro General,
Martínez Campos, a cuyo golpe de Estado no le siguió el genocidio de 1936 de
militares y fascistas bendecido por la Iglesia ¡no lo olvidemos!
También es falso decir que eso “es un requisito sine qua non de la convivencia civilizada porque, en caso
contrario, volveremos al estado de naturaleza en la versión de Hobbes: la
guerra de todos contra todos”. Se incumplieron las leyes de Luis XVI y
nacio la República Francesa; las leyes británicas y nacieron los USA; las leyes
del imperio Austrohúngaro y nacieron media docena de naciones; las leyes del
imperio español y nacieron más de una docena de naciones, etc. No hubo ningún
regreso al estado de la naturaleza.
Dice el autor “Siempre nos preguntamos (a veces con ira mal contenida) qué hacen el
Gobierno o los jueces o los responsables políticos”. La ira sobra y
la respuesta es clara: los políticos revelan su incompetencia huyendo de sus
responsabilidades que endosan a los jueces de modo vil. Es una solución imposible:
los conflictos políticos no tienen soluciones judiciales sino políticas. El
despropósito del Gobierno es total y, en eso sí estamos de acuerdo, es “obligación de los ciudadanos de hacer frente al
despropósito”; pero al generado por el Sr. Rajoy incapaz de resolver un problema doméstico. Unos, los que tenemos voz en el espacio
público, hablando alto y claro. No se necesita hablar alto; basta decir la verdad y no engañar.
Es
paradójico, en realidad es cínico, que los que no se han opuesto a que el Gobierno,
pudiendo autorizar el referéndum dentro de la ley lo prohibiera, ahora pidan
que se cumpla la ley, ¿por qué no clamaron entonces pidiendo que se autorizara
un referéndum legal?
El autor apela a todos los españoles: “No es
momento para la indiferencia o la pasividad. La
respuesta legal corresponde a los poderes públicos, con un respeto escrupuloso,
como es evidente, a los procedimientos y requisitos jurídicos. Pero la sociedad
civil juega un papel en la respuesta legítima, un compromiso con la España
constitucional que no puede ni debe eludir. Tiene
razón; la sociedad civil tiene derecho a exigir que los políticos resuelvan los
problemas políticos; a que no los judicialicen por incompetencia o pereza; a
que modifiquen las leyes, si hace falta, para resolver los problemas políticos.
Si no es
falso del todo que “le
debemos mucho a la Constitución de 1978” no
menos grande es la deuda que ella tiene con nosotros: es una estafa; es la
atadura, “todo está atado y bien atado”
del dictador; es un obstáculo para recuperar la constitución democrática que él
nos robó con una guerra y un genocidio y no con un referéndum. No es, como dice
el autor “hora de defenderla activamente” sino de modificarla cuanto antes.
Sin embargo
tiene razón el autor, aunque mi queja tenga un sentido opuesto al suyo, cuando
dice: “todo se pierde si nos pueden el pesimismo estéril, el derrotismo o la
pereza; incluso el hastío, a veces comprensible”. De no tener esos defectos, potenciados por el
lavado cerebral de la dictadura, hoy
tendríamos una Democracia republicana y habríamos enterrado por tercera vez -
¡ojalá sea la última! - la dictadura borbónica eternamente golpista.
Sin duda no habrá referendum el 1-O. Era lo
previsto por el Sr. Puigdemont y su política victimista y patriótica y por ello
fraudulenta. Pero la libertad que pudo reconocer el Sr. Rajoy ha sido
substituida por la intolerancia que impuso el Sr. Rajoy ¡constitucionalmente! Que
la CE78 permita ese atropello es una razón más para cambiarla porque oprime la
libertad que falsamente dice proteger.
La transición de la dictadura militar a la
democrática sorprendería el mundo pero no engaño a nadie. Sabíamos que era un
fraude antes de que la Srª Prego pulbicara esa confesión de Suárez; hicimos lo
que nos permitieron los golpistas; su poder lo tenía el ejército golpista; no
olvidemos que “todo estaba atado y bien atado” ni el 23-F donde más de un
capitán general nunca condenado apoyó el
golpe. Léase el blog de Anasagasti cuya publicidad es nula.
España es el botijo en Europa con su política que
no fomenta la investigación, la enseñanza pública y la libertad; fomenta la
corrupción, la amnistía a los defraudadores y la amnesia que invade a los
partidos más corruptos. Una España que sólo aspira a ser la Florida de la UE
llena de camareros con contratos de lunes a viernes durante cuatro meses al
año.
También falta a la verdad el autor cuando dice
“Saldamos entonces una vieja deuda con
el Estado de Derecho, tantas veces maltratado a lo largo de nuestra historia”. El saldo ocurrirá cuando los herederos del
dictador militar nos permitan recuperar la democracia algo que al autor del
texto no sólo no le preocupa, sino que le “produce indignación la falta de respeto a las normas
que otorgan garantías a los ciudadanos y sus representantes: plebiscitos con
trampa; alborotos parlamentarios; sentencias incumplidas Todo eso que cabe
identificar con la arbitrariedad del poder y que aprendimos a superar gracias
al imperio de la ley. Demasiadas
falsedades juntas: el referendum no vinculante prohibido
lo permitía la CE78.
Y rebasa la falsedad alcanzando el cinismo
afirmar que “tenemos
una democracia igual de buena e igual de mala que la de nuestros socios y
vecinos en la Unión Europea”
porque eso no es una democracia sino una dictadura monárquica que nos prohíbe
elegir al Jefe del Estado. Sin duda “es tiempo de forjar consensos” pero no de escuchar a expertos sino
de escuchar a los ciudadanos respetando su libertad de opinión y su “derecho a decidir”.
También es
falsa la afirmación de que “la
gran mayoría creemos (véanse las encuestas reiteradas) que lo esencial sigue
siendo válido: Estado social y democrático de Derecho; monarquía parlamentaria;
con más reticencias, Estado autonómico, cuya base es la unidad, la autonomía y
la solidaridad”. Eso es una
incongruencia: la monarquía parlamentaria no es democrática: el Título II
atropella el art. 14 que declara la igualdad de todos al margen de su
nacimiento. ¿Hay que explicarle eso al
autor o lo entiende solo?
Dejemos de
asustar a la gente con la apertura de la Caja de Pandora. Se abrió el 14.04. 1931
y ofreció una perspectiva de progreso. Entonces, como ahora, y en eso sí tiene
razón el autor “los oportunistas y
algunos desleales esperan su momento para romper las bases de una convivencia
fructífera para todos, y no hay que darles opciones para luego rasgarse las
vestiduras cuando sea demasiado tarde. Nos conocemos hace mucho (unos cuantos
siglos) y aquí nadie va a engañar a nadie”. Hoy esos oportunistas están
encantados con esta dictadura monárquica tendría difícil repetir el golpe de
Estado de 1936 si recuperamos la democracia.
Recuperarla exige su reforma entre todos; para
organizar la convivencia pactada en libertad, como en 1931; para organizar la
promoción de la enseñanza, como en 1931 siguiendo el proyecto de Costa del S.
XIX; para alcanzar puestos de respeto internacional, como los conseguidos en
1931 en la Sociedad de Naciones. Todo ello con un alarde de nuestro espíritu de
respeto de la IGUALDAD: Felipe VI de Franco y Borbón podría presentarse a las
elecciones para ser Jefe del Estado pese a que entre él y su padre llevan 40
años de dictadura en la que nos lo prohíben
a 40 millones de españoles ¿legalmente?
con su ilegítima constitución
franquista no democrática. Habrá Estado
de Derecho cuando el art. 14 se cumpla y no exista el Titulo II CE78. El actual
es como el de Franco; también se autocalificaba Estado de Derecho.
Todo ello
sin perjuicio de que la consulta del 1-O no sea homologable. Pero para que la
votación de la nueva CE lo sea habrá que derogar la CE78 ¡aunque nunca fue
homologable!
Y si
alguien dice que los demás países han
homologado la CE78 les recordaré que también
homologaron el régimen de Franco. Lo homologable es un concepto legal, lo
legítimo es otra cosa. A ellos nuestra libertad, que es lo legítimo, no les interesaba; si bajo el dictador pueden hacer
buenos negocios legales les bastaba.
A nosotros nuestra libertad nos
interesa.
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