Puede parecer una paradoja; no lo es. Es el fruto de
la realidad. Se les coló entre los dedos de los padres tramposos de la CE78. Tramposos
porque ya he comentado el engaño a que nos sometieron y en el que creen la
mayor parte de los españoles poco reflexivos: que nosotros elegimos la
monarquía y que quisimos que fuera hereditaria y que además fuera machista.
Pero no quisimos nada de eso: fue un fraude de ley como se ha demostrado y
resulta indiscutible después de la publicación de las confesiones del
Presidente Lic. Suárez.
Es en los Estatutos de Autonomía, únicos donde
constan los límites territoriales donde consta también la referencia a su subordinación
a la CE78. En este querer hacer y no hacer, decir y no decir se ha generado, inconstitucionalmente
en opinión de un constitucionalista estricto, una estructura Federal de España.
La que quiso la primera república y otro golpe de estado militar - ¿qué les
pasa a los borbones que sólo saben convertirse en dictadores a golpe de golpe
militar? - lo impidió con la primera dictadura del General Serrano y la
segunda, tras el otro golpe del rey Alfonso XII que tuvo la buena educación de morirse
pronto y la mala fortuna, para nosotros, claro está, de dejar embarazada a su
esposa.
Esta circunstancia de la identificación de los
límites de las Autonomías plantea una cuestión no trivial. ¿Tendría derecho una
provincia, o una región o un municipio el derecho a secesionarse de su
autonomía e incluso de España? El texto de la CE78 no lo prohíbe. La única
referencia sobre este particular que existe se refiere a la anexión entre
autonomías que está prohibida en el art. 145.1 CE78: “En ningún caso se admitirá
la federación de Comunidades Autónomas” prohibición tan definitiva que excede el derecho de las
autonomías del art. 137 CE78: “El Estado
se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades
Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la
gestión de sus respectivos intereses”. ¿Y qué pasa si como parte de
sus respectivos intereses consideran que lo más favorable es la secesión?
De nuevo un constitucionalista a
la vieja usanza, es decir, uno esclerótico, diría que no cabe admitir la
secesión. Los demócratas consideramos lo contrario. Pero hoy no hay estados ni
patrias, ni unidades de destino en lo universal, ni religiones sagradas y por cuya sagrada defensa los
poderosos puedan ordenar a personas libres a morir matando para que ellos
puedan hacer negocio, que en eso consisten las guerras patrióticas y
religiosas. Eso ya sólo existe en las dictaduras, sean monárquicas religiosas o
militares. Los demócratas consideramos que lo único sagrado es la libertad
individual, como signo de la soberanía de cada ciudadano, que porque lo es libremente
elige serlo de un país o de otro si en el otro le admiten porque,
¿desgraciadamente? no se reconoce el derecho universal a la nacionalidad que
uno quiera sino a la del país donde uno ha nacido y la opción a serlo de otro
si te aceptan.
Sobre esta base la cuestión de
la adhesión y de la secesión se reduce a un problema de intereses como ocurre
con cualquier actividad humana. Se forman sociedades libremente y libremente se
deshacen por una sola razón, porque les interesa a los socios. Y las reglas que
hay que aplicar a las herencias son las mismas que hay que aplicar a los países
que no son otra cosa que parte de la herencia común donde nuestros padres dejan
un bien indiviso: el Estado.
Pero
a este bien indiviso, que excita a los “patrioteros”, se le debe aplicar el
art. 1051: Ningún
coheredero podrá ser obligado a permanecer en la indivisión de la herencia, a
menos que el testador prohíba expresamente la división. Pero, aun cuando la
prohíba, la división tendrá siempre lugar mediante alguna de las causas por las
cuales se extingue la sociedad. Y una de esas
causas es la voluntad de cualquier coheredero a no compartir la herencia
compensando a los demás por el perjuicio de la división si tal fuera el caso.
¿Cuál es la unidad indivisible? La que los
ciudadanos residan. Para los patriotas es el Estado, para los nacionalistas es
la nación; para los regionalistas la región, para los municipalistas es el municipio.
Y hay Estados de todas esas dimensiones. La flecha de la libertad apunta al mayor
tamaño a entidades como la UE que debería acabar en unos USA. Un perjuicio para
ello es la existencia de dictaduras monárquicas que como los caciques saben que
cuanto más pequeña es la aldea mayor es el beneficio del cacique. La libertad nació
en la ciudad. En las más grandes nació la democracia. El tamaño sí que importa.
¡Pero en libertad!
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