El político tiene un objetivo: resolver los problemas que surgen, no crearlos.
El político tiene que saber partir del análisis de la realidad: su tarea es reconocer
que la realidad existe y que hay que saber convertirla en una realidad mejor
que la de partida.
El políticastro se remite al juez que está maniatado por la ley que el creó obligado a declarar en su sentencia
si se cumplió la ley o no sea sensata o torpe; siempre un riesgo porque a
veces yerran.
El político
es una persona a la que se le ha dado mucho más poder que a un juez.
El juez está
obligado a cumplir con la ley con un estrecho margen para su interpretación.
El político que se disculpa escudado tras la ley, promulgada o por promulgar, es un ruin; la enarbola como arma arrojadiza de agresión a la libertad del ciudadano. El político
es poderoso; puede crear la ley que deben cumplir los
ciudadanos y que el juez les sancione si no la cumplen.
El político
debe cambiar la ley y que se cumpla, no mantenerla para sancionar al ciudadano
El político
no debe crear la ley para someter al ciudadano a cumplirla bajo la amenaza de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
del Estado (FCSE) y, en última instancia, del poder judicial.
El político
debe promulgar la ley que el ciudadano quiere cumplir. Así lo hará con gusto y así serían innecesarias, en una situación ideal,
las actuaciones de las FCSE y hasta del poder judicial.
Lo que el ciudadano quiere hacer con gusto no necesita coacción para darle cumplimiento.
La ley es el
instrumento en manos del político inteligente si está al servicio del ciudadano.
La ley no
es una trinchera entre los miembros de las
mil y una comunidades donde está el ciudadano: la conyugal, la
familiar, la de los amigos, la de los miembros de la peña que sea, la vecinal, la del barrio, la del distrito, la
del municipio, la comarcal, la provincial, la autonómica, la nacional, la
estatal la internacional, para parapetarse tras de ellas y agredir al que
está fuera de ellas.
La ley, si es buena, ayuda a tener la fiesta en paz; ser feliz cada una de las comunidades de las que forma parte; sin enfrentamientos que enturbien su relación, ¡ni aún las deportivas.
La ley no puede dar motivos para justificar la agresión al vecino, sino ordenar la realidad para compartir con él una vida en común disfrutándola en paz.
La ley no puede dar motivos para justificar la agresión al vecino, sino ordenar la realidad para compartir con él una vida en común disfrutándola en paz.
La ley tiene su esencia mutable porque mutables son las relaciones entre las personas.
La ley se crea por personas que aman la libertad para ensanchar el disfrute de su ejercicio.
La ley se imponer por personas que odian la libertad para limitar
el disfrute de su ejercicio.
La ley que limita la libertad nace del dictador que atropella nuestro bien más preciado; el que nos hace seres humanos racionales y por ello razonables.
La ley que limita la libertad nace del dictador que atropella nuestro bien más preciado; el que nos hace seres humanos racionales y por ello razonables.
La ley inmutable rige la naturaleza el hombre inteligente la respeta y la pone a su servicio: respeta ka ley de la gravedad y bombea por la noche el
agua río arriba en las presas reversibles. Así optimizar la energía recuperada
por la noche a coste bajo para usarla de día cuando hay demanda.
Los políticos inteligentes pueden crear la “ley de la gravedad” más beneficiosa; aprovechar la energía de la conciliación, la energía fruto del pacto, de la búsqueda del acuerdo siempre posible.
El político torpe malgasta la energía en su pendencia estéril condenada al fracaso. Le da igual
Los políticos inteligentes pueden crear la “ley de la gravedad” más beneficiosa; aprovechar la energía de la conciliación, la energía fruto del pacto, de la búsqueda del acuerdo siempre posible.
El político torpe malgasta la energía en su pendencia estéril condenada al fracaso. Le da igual
Esos políticos son
malos profesionales; no saben hacer su trabajo con corrección y eficacia.
Esos políticos con su actitud dan la razón a los ciudadanos que dijeron: “no nos representan”.
Eso les dijimos los ciudadanos en las últimas elecciones
autonómicas y estatales: ¡no queremos confrontaciones estériles!, ¡queremos
soluciones conciliadoras!
Esos
políticos no nos representan. No han entendido el mensaje, ni de las
manifestaciones, ni el de los resultados que sus partidos obtuvieron en las
elecciones. ¿O no lo han querido entender?
El mensaje ciudadano fue esperanzado y claro; la respuesta recibida fue falaz; encadenarse tras interesadas manipulaciones de un mensaje claro para hacer lo que cada uno quiere y no lo que les pedimos: ¡no queremos confrontaciones estériles; queremos soluciones conciliadoras!
Los políticos que se niegan al diálogo revelan su incapacidad política: tragan “sus” respectivas llaves de “sus” candados con los que se atan con “sus” cadenas y gritan: “vivan las caenas”.
El ciudadano atónito piensa: "¡que buen vasallo si oviese buen señor!"
El mensaje ciudadano fue esperanzado y claro; la respuesta recibida fue falaz; encadenarse tras interesadas manipulaciones de un mensaje claro para hacer lo que cada uno quiere y no lo que les pedimos: ¡no queremos confrontaciones estériles; queremos soluciones conciliadoras!
Los políticos que se niegan al diálogo revelan su incapacidad política: tragan “sus” respectivas llaves de “sus” candados con los que se atan con “sus” cadenas y gritan: “vivan las caenas”.
El ciudadano atónito piensa: "¡que buen vasallo si oviese buen señor!"
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