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9 may 2015

La ley mordaza (II): ¿Qué dice la ley?

La constitución franquista póstuma entre los derechos fundamentales que reconoce está el del art. 20: “1. Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa. 2. En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones se dará comunicación previa a la autoridad, que sólo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes.  Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.
También declara en su art. 10.2:” Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España”, lo que limita notablemente la capacidad de hacer trampa.
¿Se lo cree Vd.? Supongo que si se lo creyó hasta que vio como el Ministro de la Gobernación (ése es el nombre franquista que le va al pelo?) justificaba los atropellos cometidos contra los extranjeros que habían entrado en España, a los que apaleaban con saña y fruición - ¿de verdad les gusta tanto ese “trabajo” - a los alumnos que en Valencia cuya actitud delictiva consistía en reclamar “más aulas y de mejor calidad” o a los súbditos de Madrid que aspirábamos a ser ciudadanos nos apaleaban hasta ensangrentar la cara a uno de estos aspirantes o cuando pretendieron entrar en un lugar público y, ¡tú Dios te bendiga!, su propietario les negó el paso y ellos no se atrevieron a entrar como si aquello fuera un lugar de asilo donde antes el poder civil no tenía acceso.
Pese a ello le propongo que se tranquilice en vez de asustarse porque la ley mordaza le pretenda atropellarle como súbdito que es a base de apalearle y luego desposeerle de todo su patrimonio mediante unas acusaciones variopintas, por no decir falsas, como la de desobedecer las órdenes de los agentes de la autoridad. Pese a todo la LEY le protege de los abusos de la ley.
Las personas decentes ignoramos las leyes. Nuestra ética es más estricta que cualquier ley y ésa es nuestra garantía de que portándose decentemente nunca incumpliremos ninguna ley JUSTA. El inconveniente que tenemos los justos son los gobiernos corruptos al servicio de los injustos  de los que serán víctimas. Pero al final, con cierto trabajo, los “jueces justos” nos darán la razón. Pero para eso tenemos que aprender a entender qué es lo que dicen las leyes de acuerdo con el criterio de los jueces que son los que le van a aplicar su criterio de interpretación.
Como ejemplo para que nos vayamos dando cuenta tenemos el auto relativo al caso de la sexagenaria Srª Aguirre. Donde todos diríamos que hubo una desobediencia, una agresión y una fuga de los agentes de la autoridad el juez establece que sólo “se produjo una inobservancia de mandatos impartidos por los agentes de movilidad y los municipales”. Por eso, estimado ciudadano, y todavía súbdito, es por lo que es necesario, como decía más arriba, aprender a leer la ley como los jueces; no como los meros ciudadanos que aún no somos
Debemos tranquilizarnos pensando en que, al menos en teoría, ya no está en vigor aquella máxima del Conde de Romanones, paradigma de la derecha española tramposa, perdón por la redundancia, que dejó para la historia su ética: “dejemos que ellos hagan las leyes y que nos dejen a nosotros hacer los reglamentos”.
Aunque ahora gobierne la derecha y haya promulgado esa ley mordaza, quizá para rejuvenecernos llevándonos a los tiempos más miserables del franquismo, Vd. debe saber que por encima del poder ejecutivo están los tribunales cuyos jueces, mayoritariamente, son profesionales decentes y racionales y aun por encima del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional está el Tribunal Europeo de Derechos Humanos que ya en varias ocasiones le ha quitado la razón a todo el sistema judicial español y no será la última vez que lo haga.
Como dijo el molinero del que quiso abusar el Rey de Prusia “Señor, todavía hay magistrados en Berlín”. En su caso, en nuestro caso, todavía hay magistrados en Estrasburgo.
Por lo tanto, estimado súbdito - será ciudadano cuando pueda elegir al Jefe del Estado -  tranquilícese y siga esta serie de trabajos destinados a devolverle la tranquilidad a su ánimo.

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