Que
la derecha en España tiene un largo historial de corrupción y engaños es un
hecho objetivo. La compra de votos fue el recurso descarado de los caciques una
vez que no pudieron evitar que todos los
ciudadanos tuvieran derecho al voto. Recientes noticias nos presentan
grabaciones de políticos del PP intentando comprar esos votos con pagos en
especies y promesas de su continuidad; otras contando el dinero de las “mordidas”
recibidas, otras declarando las connivencias de toda clase de estos corruptos con
sus superiores o sus luchas por la independencia en la corrupción “para la
protección de autónomos”.
El
pistoletazo de salida - muchos ya habían iniciado la carrera por su cuenta -
para la Gürtel, la Púnica, la Palma Arena, etc., parece que afecta al Partido
Popular cada vez de modo más evidente - según acaba de poner de manifiesto una
carta del Sr. Naseiro implicaría también al Sr. Aznar - que se financiaba de modo
corrupto e ilegal desde antes de nacer. Las declaraciones del Sr. Hernández Mancha
declarando que lo primero que hizo fue cambiar a todo el equipo de tesorería
explican su breve mandato.
Eso lo
sabíamos todos pese a la cuidadosa destrucción de las cintas que ciertos jueces
declararon “ilegales” pero que aunque lo fueran - ¿lo eran? - demostraban esa
realidad de corrupción que si no es inherente está tremendamente adherida al tránsito
político del Partido Popular como el zarcillo a la vid.
Este
comentario no se debe ver como un
reproche sino como un acto de coherencia en quienes desde su etapa de “nasciturus”
mantienen en relación con la corrupción una actitud a la que es difícil saber
qué verbo le corresponde: proteger, fomentar, tolerar, ignorar su existencia,
negar que existe, justificarla alegando que “hasta la Santa Madre Iglesia tiene
pecadores siendo Santa” con lo cual no se les puede pedir más a ellos que son
sólo una ONG según reciente declaración o declarar que se sufre el “abuso de su
buena fe hecho por sus máximos dirigentes que engañaron a los que todavía eran
más máximos”.
Esa
ley mordaza nos enfrenta a una verdad tan bien disimulada durante todos estos
años que hacía que algunos, la eterna gente de buena fe víctima de la educación
recibida en la credibilidad y no en la reflexión, creyeran que algo había cambiado
cuando, como había prometido el dictador “todo estaba atado y bien atado”. Ahora
lo estamos viendo: el paro rampante, los españoles yendo de nuevo a Alemania y
las libertades esfumándose. H. G. Wells podría escribir de nuevo la vuelta atrás
en el tiempo.
El nivel
de libertades está alcanzando, ¡denle votos y tiempo! a los que había bajo los
Principios del Movimiento con el dictador Franco. Con ello revela - ¡quedará
todavía algún incrédulo! - que todo el montaje de la CE78, ¡no se deje seguir
engañando!, no fue más que un astuto truco con el que nos engañaron a todos
para “legalizar” lo ilegalizable: la herencia franquista del reino inventado
por el dictador sacándose unos reyes de la manga. ¿Tiene un dictador competencia
para crear reinos y reyes?
Por
eso esta CE78 no puede dar más de lo que da: corrupción e impunidad. Unos pocos
jueces - no los Fiscales - parecen demostrar que hay una separación de poderes,
algo que es realidad mientras los jueces ”no molesten más de lo que se les
puede tolerar que molesten”. A partir de ese momento la mano oculta - ¿la de
Adam Smith por un lado y la de Franco redivivos ambos por el otro? - entran en
acción.
¿Es inconstitucional la ley mordaza? ¡Da igual!
Partimos de la ilegalidad de la propia CE78 que se nos prometió como la vía a la
democracia pero que se ha convertido en la “interminable transición a la
dictadura monárquica! La derecha no quiere la democracia. ¡Hasta los partidos
emergentes, son la mínima opción, parecen tener más vocación “de casta” que de “recuperadores
de la democracia” robada en 1936 “a sangre y fuego” pero de nuevo robada cada
día desde 1978 a golpe de “tomadura de pelo”.
Dice el
art. 78 de esta constitución franquista: “la soberanía reside en el pueblo de
donde emanan todos los poderes del Estado” pero es una mentira que podamos
elegir al Jefe del Estado. Es él, mejor dicho, es su antepasado Franco del que el
Jefe del Estado (rey) es heredero, el que nos eligió a nosotros y por eso sólo
somos súbditos. La ley mordaza es lo que procede aplicar a unos súbditos que,
como esos jueces, “molestan más de lo que se les puede permitir que molesten” manifestándose,
hablando y escribiendo. Lo seguimos siendo tras el breve período republicano en
que fuimos ciudadanos.
Ése es el “regurgitante
regalo borbónico” de los distintos golpes de Estado militares - el General
Elio, el General Martínez Campos, el General Primo de Rivera, el General Franco - con el
que esta familia está empeñada en atropellar la libertad de un pueblo generoso que
los había echado pacíficamente dejándoles ir con su vida- no hubo cortes de cabeza
como en Inglaterra y en Francia - y todo
su patrimonio.
Si la ley mordaza
viola otros artículos de la CE78 viola el falso Estado de Derecho franquista en
el que vivimos. Autorizada una violación mucho más descarada que todas las que
se ocultan en la CE78 - el falso art. 1.2 - lo estarían todas y el inexistente
Estado de Derecho esfumado ¡sin complejos!
¿Para
qué guardar las apariencias si los súbditos tragan y siguen votando a los
distintos gobiernos corruptos? La ley mordaza pretende acabar con la
corrupción; nadie podrá manifestarse denunciándola.
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