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19 ago 2014

Educación para la libertad: III. Donde hay patrón no manda marinero

¿Cuántas veces hemos oído este argumento por parte de quienes, porque carecían de razón, recurrían al “poder del aparato” para imponer su voluntad arbitraria? ¡Miles! En el ámbito familiar, en el docente, en la “mili”, en lo laboral, en la administración, …. por todas partes.
Lo soportamos ¡qué remedio!, pero nunca nos convenció; me refiero a la inmensa mayoría, porque el argumento no era tal sino una confesión de la falta de argumento. A los pocos irracionales que se hacían con el “poder del aparato” este irracional argumento no se les caía de la boca; tampoco la posterior amenaza, irracional como el argumento: si no te gusta, ¡vete de casa!; si no obedeces ciegamente ¡serás expulsado!; si no cumples las órdenes, ¡irás a la cárcel!; ¿es que no sabe Vd. con quien está hablando? ¡Todo menos razonar!
Sorprende que la esencia dela libertad, de todos, haya sido tan fácilmente sojuzgada por la violencia, de unos pocos. Aunque quizá no eran tan pocos porque son muchos los agentes del poder dispuestos a machacar inmisericordemente la libertad ajena ¡sólo porque les pagan por hacerlo! De todos modos siguen siendo la minoría: ¿por qué los elegimos?
Muchos padres daban a sus hijos más explicaciones que órdenes. ¿Fue esa una buena educación? Sin duda. Ellos aprendieron a dar y pedir explicaciones para convencer o ser convencidos rechazando las órdenes irracionales destinadas a atropellar la libertad ajena.
Al principio las leyes eran costumbres no escritas. Fue necesario escribirlas cuando la complejidad de la sociedad creo “el aparato” no tanto para gobernar a los ciudadanos entre sí sino para impedir que la autoridad, ¡los meros gestores a los que les cedimos la capacidad de gestionar la convivencia!, les pasara como a los administradores de los propietarios absentistas: ¡se creyeron los propietarios! De “servidores” de los ciudadanos pasaron a “mandones” de los ciudadanos empezando ellos por violar las leyes que todos debían cumplir.
 ¿Cómo fue eso posible? Sin duda por lo mismo que señalábamos en el caso de los administradores de los propietarios absentistas: porque fuimos unos propietarios absentistas de la soberanía de nuestra libertad de donde emanan todos los poderes del Estado.
Si se dice que “la ocasión hace al ladrón”, podríamos decir que “todo poder muy concentrado lleva en su concentración un riesgo de abuso” que no otra cosa es la afirmación de que “el poder absoluto corrompe absolutamente”. Por ello todo poder que pretenda ser democrático tiene que tener en su estructura unos elementos de contrapeso que impidan ese desequilibrio. El primer contrapeso son las Leyes, Reglamentos o Estatutos que sujetan por igual al poderoso que al desvalido. El segundo contrapeso es que quien verifica si se respeta la Ley o los Estatutos no sea el mismo que gobierna. Nace así la separación de poderes entre el poder judicial y el ejecutivo – el eterno sospechoso porque es el que concentra el poder. Y el tercer contrapeso lo constituye que quien promulga las leyes no sea el poder ejecutivo – el eterno sospechoso porque es el que concentra el poder.
Todos pertenecemos a diversas sociedades de distinta naturaleza: ¿hemos leído sus estatutos? La inmensa mayoría no. Ese acto de fe en beneficio de sus administradores es un acto de absentismo. Los administradores empiezan a trabajar para su propio beneficio.
El ejemplo de los políticos es escandaloso, pero el de muchas juntas de vecinos no les va a la zaga, dentro de las limitaciones que reducen la magnitud del abuso.
¿Qué solución tiene esta situación? Ser conscientes de que si algo que obra en tu beneficio no te merece la pena de preocuparte por controlarlo alguien, al darse cuenta, procurará obtener ese beneficio para beneficio suyo. Se dijo: “si tu no votas otro votará por ti”. Es lo mismo
Como es de mal gusto desconfiar de las personas a las que acabas de darles tu confianza y a las que periódicamente tendrás que dársela o retirársela es más objetivo verificar si cumple las leyes o las violan, si las respeta o las burla.  Tú no has entregado su soberanía, sólo su gestión, algo que Rajoy y tantos fascistas más como proliferan por este país no acaban de entender.

Esos fascistas son gente que no considera que tus quejas y reclamaciones sólo son una ayuda gratuita para que mejoren la calidad de su trabajo,  ¡de lo que tú eres el primer interesado!, claro está. Eso aun en el caso de que no tuvieras razón. Entonces el reproche sería también justo porque estarías diciendo que las explicaciones son insuficientes y deben dar más.

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