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11 ago 2014

Educación para la libertad: I. El hombre nació libre.

Nacemos libres aunque en un estado de indigencia para sobrevivir superior al de la inmensa mayoría de los demás seres vivos. “Ser libre” es un sentimiento que domina nuestra vida. No importa si vivimos en una democracia o bajo una dictadura de cualquier tipo, monárquica hereditaria, teocrática, militar hereditaria o no, ideológica, etc. Tampoco que el seno familiar sea peor que la peor dictadura.
En el fondo del alma sentimos el atropello por sabernos libres, sentimos la necesidad de que se reconozca nuestro derecho a ejercer la libertad. Es la verdad que reconocía Sto. Tomás: “in interiori homini hábitat veritas”. Sólo quien no siente el atropello de su libertad es un esclavo.
El atropello a la libertad nos rodea por todas partes. Las dictaduras fascistas presumían de serlo descaradamente en su edad de oro. Hoy lo disimulan bajo formas “democráticas”. Las personas estamos al servicio de la patria, a la nación, a su región, a su municipio, a su pueblo.
Desde esas unidades colectivas el “aparato” formal o informal exige ser “dócil, “obediente”, “disciplinado”, …,  es decir, “esclavo”. La libertad individual exige la paradoja de someterse a lo que ordena “el aparato” del grupo. Pero ninguna logra erradicar ese sentimiento esencial e innato de ser libres.
Este malsano sentimiento se fomenta incluso dentro de algunas familias, organizando historias de Capuletos y Montescos. De modo más informal acaba en pendencias en las romerías, homicidio incluido, porque un chico del pueblo de al lado saca a bailar a “nuestras mozas” - no cabe sentimiento más fascista que considerar que “nuestras mozas no son libres” sino que “nos pertenecen a los mozos del pueblo”. Otras manifestaciones de fascismo son las peleas entre jóvenes de barrios de una ciudad o de sus “maras”: los demás tienen “menos derecho” que nosotros que somos “diferentes” y por eso deben rendir pleitesía a nuestra superioridad.
Hay sombra de fascismo en el fútbol que a veces acaba en homicidio o en pleito. Un socio fascista del Real Madrid denunció a otro por aplaudir un gol contra su equipo que fue una jugada digna de aplauso. La “directiva” instruyó un expediente por falta grave para expulsarlo y contagiado del fascismo del socio le dio razón. La víctima recurrió a los tribunales. Un juez sensato reconoció el hecho objetivo: es deportivo aplaudir una buena jugada ¡la haga quien la haga! Pagar una cuota, elegir a una directiva, desear el triunfo del propio equipo no implica la pérdida de la libertad individual de aprecio a la calidad, ni permite que el aparato la atropelle. Si en una sociedad se niegan los hechos objetivos hay que empezara a preocuparse. El Real Madrid dentro del esquema fascista general tuvo una “disculpa”. Hoy no existe ninguna.
El fascismo descarado ocurre en el terreno político. Más evidente en los partidos nacionalistas de ámbito regional pero ocurre también en los de ámbito estatal delos que son imagen especular. La anulación de la libertad se hace “al servicio” de una región o nación en los regionales y de la  nación o estado  en los estatales desde sus “respectivos aparatos” que se benefician todos: Gürtel, Pokemon, evasión de impuestos casos Palau, ITV, Palma Arena, etc.
Cuando más pequeña es su realidad más evidente aparece esa pérdida de libertad que se exige a sus miembros en aras de una “solidaridad fascista”. Cuanto más grande sea el ámbito de esa pérdida de libertad, menos pérdida de libertad existe. El ojo del cacique de aldea nos controla hasta en la vida íntima, el ojo del emperador nos hace si no más libres al menos, menos esclavos porque ni sabe que existimos. Ambos  son unos fascistas intrínsecos que no respetan nuestra libertad personal. Nos engañan exigiéndonos que nuestra libertad personal esté al servicio de la libertad colectiva del grupo “de cuyo aparato” ellos manejan los hilos.
Por eso, todo partido político democrático debe ser un paradigma de la defensa de la libertad. Una libertad a ultranza y radical perfectamente compatible con una radical exigencia de control de los afiliados - ¡nosotros somos los soberanos! – respecto al aparato del partido.
Pero hay demasiados partidos donde “la obediencia debida” de corte totalitario esteriliza su progreso y su posible unión entre ellos. Unos por su corte stalinista. Otros por su corte nacionalista y fascista.

El ejemplo de “podemos” es prometedor. Veremos si sabe articular una verdadera democracia interna de soberanía en los círculos de afiliados o cae en el “montaje al servicio del aparato”.

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