Muchos medios de comunicación se han escandalizaban
del último “Comunicado sobre injerencias
políticas en el Poder Judicial y en el Tribunal Constitucional” que reitera
que “de forma constante nos vemos
obligados a recordar el informe anual de la Comisión Europea sobre el estado de
la justicia en los países de la Unión Europea. España figura como el tercer
Estado donde un mayor porcentaje de personas percibe que la justicia no es
independiente. Hasta un 58% de los españoles la consideran como “mala” (39%) o
“muy mala” (19%), lo que supone que sólo dos de los 28 países están peor:
Bulgaria y Eslovaquia. Según el citado estudio, son las “interferencias y
presiones del Gobierno y políticas” el primer motivo de la percepción de la falta
de independencia aducido por la ciudadanía”. La situación es, pues,
endémica.
Pero debemos felicitarnos. Ya la mayoría de los
españoles está de acuerdo con lo que dijo el alcalde de Jerez: “La
justicia - la que da en nombre del Rey - es una mierda”. Los que somos mayores ya sabíamos que lo era bajo
la dictadura militar fascista. No había razón para que dejara de serlo bajo la
actual dictadura monárquica fascista. A su heredero, D. Juan Carlos I lo nombró
Franco y juró su cargo como rey fascista y que nos seguiría privando de la
libertad cumpliendo y haciendo cumplir aquellas leyes sin solución de
continuidad política ni judicial.
El comunicado califica de “inopinadas” las “declaraciones
del Ministro de Justicia en relación a la investigación que se sigue en el
Tribunal Supremo, el denominado “procés” porque considera que “son poco
respetuosas con la separación de poderes y la independencia judicial”. Es
un eufemismo porque lo que son es “reveladoras
de la separación de poderes y la independencia judicial que existe en España”.
Lo acreditó al aprobar la Doctrina Parot y la de las cláusulas suelo entre
otras, revocadas por el TJUE; aprobó también la amnistía de Montoro y no
dudamos que imitará al TS cuando cree la del IRPH. Stajanov no tuvo tanta
productividad.
Añade la nota que “el Sr. Català pronostica con total seguridad el futuro procesal de los
investigados y anticipa sin ningún rubor las fechas y el contenido de las
resoluciones judiciales, hasta el punto de afirmar que la sentencia se dictaría
antes del mes de diciembre del presente año”, afirmación que sólo indica
que el Sr. Catalá no tiene capacidad de sentir rubor. Probablemente sea esa su
naturaleza, algo inevitable.
Tampoco estoy de acuerdo en que calificar esas
manifestaciones de “desafortunadas”.
Son “premeditadamente reveladoras” y
agradezco que no las desmintiese el Sr. Catalá; eso nos permite pensar de él lo
que se merece pero no que sea mentiroso, que menos da un adoquín.
Recuerdo que un ministro de Justicia de un gobierno
socialista fue forzado a dimitir por coincidir en una cacería donde había
cientos de personas con el Juez Sr. Garzón. Los fariseos del tiempo de Cristo
no se rasgaron las vestiduras tan bien como lo hicieron los voceros del PP.
Hoy sabemos que los “contactos de miembros del Gobierno, empezando por su Presidente, a
magistrados del Tribunal Constitucional previos a la deliberación sobre la
admisión a trámite del recurso interpuesto por el propio Gobierno contra la
resolución del Presidente del Parlamento de Cataluña”. Dimitir es un verbo
que ignora la derecha; como el rubor.
Se nos recuerda que los magistrados del TC son “independientes e inamovibles en el
ejercicio de su mandato, de forma idéntica a los miembros del Poder Judicial”.
Que son inamovibles es un hecho verificable; que sean independientes exige un
acto de fe. El 58 % por ciento de los españoles ya es incrédulo.
Añade el comunicado que “es por ello, que tales contactos son inadmisibles en un Estado de
Derecho y no tienen otro objetivo que tratar de influir en el sentido de la
resolución a dictar por el Alto Tribunal”. ¿Intervendrá en el asunto el
Ministerio Fiscal que también tiene obligación de independencia y que es
inamovible? No. ¿algún ciudadano o asociación de ciudadanos presentará una
querella creyendo que recibirá “la
tutela judicial efectiva” que promete el art. 24.1CE78? No. Los incrédulos
crecen.
Teme el comunicado porque “estas injerencias, no conviene olvidarlo, socavan la confianza de los
ciudadanía en los Tribunales de Justicia así como en el Tribunal Constitucional
y lastran la credibilidad de actividad diaria de magistrados y magistradas en
el ejercicio de su función”. El temor es vano. No cabe socavar una
confianza que ya no existe; No cabe lastrar una credibilidad que descansa en el
fondo de la fosa de las Marianas 1000 toneladas/cm2 de presión para que no
puede emerger.
Quasimodo geniti infantes afirma la noticia: “Ante las inaceptables interferencias del
poder político en la independencia de nuestros tribunales, ha de ser criticada
la inacción y el silencio del Consejo General del Poder Judicial, máxime cuando
es el órgano que precisamente tiene por misión fundamental defender la
independencia de los jueces”. Pero tras esa crítica el CGPJ no se pondrá en
marcha ni dirá nada. No es Lázaro para poder decirle “levántate y anda”.
Tras decir: “Juezas
y Jueces para la Democracia reafirma una vez más su compromiso por la
independencia Judicial” añade: “es
imprescindible alejar a la justicia de toda sospecha de parcialidad o
manipulación, reclamando un poder judicial fuerte e independiente”. Que
haya sospecha es lo grave; además no puede desaparecer porque la evidencia
objetiva lo impide.
En cuanto a la pretensión de que “resulta obligado en un estado de derecho respetar la función
desarrollada por el Tribunal Constitucional, empezando por el propio Gobierno”
revela una ignorancia agronómica inaceptable: no se pueden pedir peras al olmo, un olmo regado por la corrupción
de que está imputado un partido político que gobernó con los votos conseguidos
tras cometer un sinnúmero de delitos electorales pese a lo cual hoy, con el
apoyo de otros dos gobierna respetando la independencia judicial como se nos
explica.
El texto lo firma “EL SECRETARIADO DE JUEZAS Y JUECES PARA
LA DEMICRACIA” ¿demicracia? ¡Ni a demi llega!. Esto nunca dejo de ser una
dictadura
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