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2 jun 2015

París bien vale una misa

Esta frase la pronunció Enrique III de Navarra cuando le propusieron ser Enrique IV de Francia. Para ello tenía que declararse católico y coronarse rey siguiendo el rito católico, sin duda “un giro de 180 grados” para quien participara en la guerra de católicos contra hugonotes. La expresión ha pasado a la historia como el retrato del político inteligente y dúctil - todo lo contario del necio intransigente - que sabe sacrificar lo secundario en el ara de lo principal.
                Como todo conflicto llevado con inteligencia esta guerra de religión termino con una paz, la de Saint Germain. Entre los compromisos de esa paz se incluyó su boda, el que entonces sólo era el heredero del reino de Navarra con la hermana de Carlos IX, el rey francés adalid del bando católico. Era un “matrimonio de conveniencia”: ni lo querían los novios, ni el propio Papa, siempre dispuesto a meterse donde nadie le llamaba, pese a lo cual se casaron.
                Pocas semanas después ¿cómo sangriento regalo de bodas? se produjo la intransigente reacción de los católicos en la matanza de S. Bartolomé donde practicaron su habitual genocidio de herejes, hugonotes en este caso. Tras diversos asesinatos regios y populares recayó la corona en Enrique III que se convirtió en Enrique IV tras convertirse al catolicismo para ser aceptado por la “liga católica” apoyada beligerantemente por Felipe II y el Papa.
                Con su famoso edicto de Nantes en el que se declaraba el respeto a los hugonotes y al  catolicismo como religión oficial dio muestras de su “talante negociador” al lograr dar fin a la intransigencia religiosa. Francia prosperó al dejar de desangrarse en estúpidas intolerancias.
                Las declaraciones de los actuales representantes de los partidos de izquierdas no recuerdan la inteligente actitud de Enrique IV. Sus declaraciones intransigentes de “sus líneas rojas” son una mala promesa de su capacidad política. Acabó la campaña electoral y los retos de  enardecimiento de los votantes; ha llegado el tiempo de la política, “del arte de lo posible”.
Los ciudadanos hemos depositado nuestra confianza en su gestión. Tienen la obligación de pactar con los más parecidos aunque “no haya peor cuña que la de la misma madera”. No tienen un cheque en blanco; sólo hemos depositado nuestra confianza en ellos; en que sabrán lograr con inteligencia “no el pacto prometido” sino “el mejor pacto posible”. Los ciudadanos de izquierdas, los republicanos, somos gente pacífica porque somos inteligentes y generosos.
No queremos “machacar al contrincante” por mucho que haya sido el daño que hicieron; nos basta con ganarle. Ese distinto comportamiento ético también nos diferenciamos de ellos. Lo dijo la Srª Carmena: “queremos seducirlos con nuestra ética”. ¿Nos representareis bien?
Es la primera oportunidad con que inaugura este siglo, parecida a la que surgió cuando llegó la república hace casi100 años. ¿Serán nuestros políticos del S. XXI más inteligentes que los del S. XX o serán más necios? Cuando Felipe logró la mayoría absoluta en su primera elección tuvo la oportunidad de cambiar a España; se arrugó y sólo la modificó un poquito.
                Este año hay una segunda oportunidad de lograr el cambio: las generales nos esperan. Cuanto antes se logre el acuerdo antes se demostrará la inteligencia de los nuevos electos. Cada día que se retrase ¡por más que se les hinche su ego! pierden merito ante los ciudadanos. No sé si España “bien vale una misa”, pero los españoles que ilusionados ganamos en las urnas el derecho a un cambio pacífico y democrático “valemos más que un millón de acuerdos”. No toleraremos que no se logren TODOS los que están en el alero. ¡No nos defraudéis a la primera!

                No queremos charlatanes; queremos políticos discretos, eficaces e inteligentes: ¿lo sois?

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