Esta frase la pronunció Enrique
III de Navarra cuando le propusieron ser Enrique IV de Francia. Para ello tenía
que declararse católico y coronarse rey siguiendo el rito católico, sin duda “un
giro de 180 grados” para quien participara en la guerra de católicos contra
hugonotes. La expresión ha pasado a la historia como el retrato del político
inteligente y dúctil - todo lo contario del necio intransigente - que sabe
sacrificar lo secundario en el ara de lo principal.
Como
todo conflicto llevado con inteligencia esta guerra de religión termino con una
paz, la de Saint Germain. Entre los compromisos de esa paz se incluyó su boda, el
que entonces sólo era el heredero del reino de Navarra con la hermana de Carlos
IX, el rey francés adalid del bando católico. Era un “matrimonio de
conveniencia”: ni lo querían los novios, ni el propio Papa, siempre dispuesto a
meterse donde nadie le llamaba, pese a lo cual se casaron.
Pocas
semanas después ¿cómo sangriento regalo de bodas? se produjo la intransigente reacción
de los católicos en la matanza de S. Bartolomé donde practicaron su habitual
genocidio de herejes, hugonotes en este caso. Tras diversos asesinatos regios y
populares recayó la corona en Enrique III que se convirtió en Enrique IV tras
convertirse al catolicismo para ser aceptado por la “liga católica” apoyada beligerantemente
por Felipe II y el Papa.
Con
su famoso edicto de Nantes en el que se declaraba el respeto a los hugonotes y al
catolicismo como religión oficial dio
muestras de su “talante negociador” al lograr dar fin a la intransigencia
religiosa. Francia prosperó al dejar de desangrarse en estúpidas intolerancias.
Las
declaraciones de los actuales representantes de los partidos de izquierdas no recuerdan
la inteligente actitud de Enrique IV. Sus declaraciones intransigentes de “sus
líneas rojas” son una mala promesa de su capacidad política. Acabó la campaña
electoral y los retos de enardecimiento
de los votantes; ha llegado el tiempo de la política, “del arte de lo posible”.
Los ciudadanos
hemos depositado nuestra confianza en su gestión. Tienen la obligación de pactar
con los más parecidos aunque “no haya peor cuña que la de la misma madera”. No
tienen un cheque en blanco; sólo hemos depositado nuestra confianza en ellos;
en que sabrán lograr con inteligencia “no el pacto prometido” sino “el mejor
pacto posible”. Los ciudadanos de izquierdas, los republicanos, somos gente
pacífica porque somos inteligentes y generosos.
No queremos “machacar
al contrincante” por mucho que haya sido el daño que hicieron; nos basta con
ganarle. Ese distinto comportamiento ético también nos diferenciamos de ellos.
Lo dijo la Srª Carmena: “queremos seducirlos con nuestra ética”. ¿Nos
representareis bien?
Es la primera
oportunidad con que inaugura este siglo, parecida a la que surgió cuando llegó
la república hace casi100 años. ¿Serán nuestros políticos del S. XXI más
inteligentes que los del S. XX o serán más necios? Cuando Felipe logró la
mayoría absoluta en su primera elección tuvo la oportunidad de cambiar a España;
se arrugó y sólo la modificó un poquito.
Este
año hay una segunda oportunidad de lograr el cambio: las generales nos esperan.
Cuanto antes se logre el acuerdo antes se demostrará la inteligencia de los
nuevos electos. Cada día que se retrase ¡por más que se les hinche su ego! pierden
merito ante los ciudadanos. No sé si España “bien vale una misa”, pero los
españoles que ilusionados ganamos en las urnas el derecho a un cambio pacífico
y democrático “valemos más que un millón de acuerdos”. No toleraremos que no se
logren TODOS los que están en el alero. ¡No nos defraudéis a la primera!
No
queremos charlatanes; queremos políticos discretos, eficaces e inteligentes:
¿lo sois?
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