Esa era la maldición más
grosera que nos permitíamos los niños bien educados, cuando no nos oían
nuestros padres, hasta que ya en la adolescencia incorporamos palabras más
soezmente sexuales. Nuestra sorpresa fue grande cuando en clase de gramática el
profesor nos dijo que aquello era un metáfora porque se decía diez en lugar de
decir Dios. Descubrir que estábamos diciendo una blasfemia disimulada, como
algunas viejecitas que decían “coñe” lo cual daba mucha risa, fue una sorpresa.
Por aquellas fechas había en
Orense un letrero sobrepuesto al arco de un galpón en el que se leía en letras
rojas mayúsculas: “PROHIBIDO BLASFEMAR Y HABLAR DE POLÍTICA” que me tenía muy
sorprendido. Lo de blasfemar lo entendía porque era “un pecado” pero lo de
hablar de política no lo entendí hasta que me di cuenta de que era no sólo un
delito - por aquellas épocas el código penal estaba al servicio de la iglesia -
sino un delito mucho más peligroso que el riesgo de perder la vida eterna: perder
la vida.
Era verdad lo que decía el
profesor de gramática; algunas personas, sobre todo si se martillaban un dedo o
les pasaba algo por el estilo, blasfemaban directamente sin disimulos.
Hoy, aunque el Código Penal
siga manteniendo su herencia católico-fascista, se ha despenalizado la
blasfemia ¡a Dios gracias! Además el nivel de educación exigible ha bajado
notablemente. Hoy día cualquier niño es mucho peor hablado que entonces; los
jóvenes también son mucho peor hablados; y las chicas ¡vaya por Dios! no es que
se haya producido una igualdad de sexos es que han superado ampliamente a sus
contemporáneos varones.
Dentro de esta realidad social
donde la blasfemia - ¿cabe imaginar mayor desprecio que c….se en Dios? - ha
sido despenalizada y el lenguaje cuartelero de antaño casi cabría compáralo en
términos relativos con una jaculatoria es dentro del cual hay que
contextualizar ese chiste negro del Sr. Zapata.
Aunque los “propietarios del
país” estén cabreados por haber perdido las elecciones - siguen creyendo que
las ganaron porque negar la evidencia (la corrupción) es lo suyo - y se empeñen
en querer restaurar la blasfemia como delito es de esperar que el juez al que
le corresponda juzgarlo rechace la querella que se ha planteado contra un
ciudadano que ha hecho una “gracieta de nula gracia” que merece menos sanción
que la blasfemia contra el dios verdadero creador de todo ¡blasfemos incluidos!
Estrenada
la obra Me cago en Dios, de Íñigo Ramírez
de Haro, una panda de descerebrados
ultraderechistas - perdón por la reiteración - agredieron y patearan al
actor - un trabajador - y se manifestaron en la puerta del teatro para que
fuera retirada. Se consideró que no hubo
ofensa a la religión pero ninguno de los agresores fue condenado. ¿Qué
delito es más reprobable: agredir a un ser humano o menospreciar a un
extraterrestre?
Dice
un inconstitucional art. 525 CP: "Incurrirán en la pena de multa de ocho a
doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una
confesión religiosa - ¿se les ofende si decimos que nos parece una estupidez
que crean que nos rencarnamos en insectos si fuimos malos? - hagan públicamente, de palabra, por escrito o
mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas - ¿también el de
la Santísima Trinidad que no entiende nadie o el de la virginidad de la virgen
antes del parto en el parto y después del parto objeto de interminable
cachondeo? - creencias - ¿también la de que los varones musulmanes que mueran
matando en nombre de su Dios irán a un paraíso llenos de ríos de leche y miel y
de vírgenes que son vírgenes antes y después de haber yacido con ellas? - ritos
- ¿cómo el de ofrecer media docena de huevos a S. Benito para que le quite a
uno las verrugas? - o ceremonias - ¿cómo el sorteo de las cabras donadas por
piadosos feligreses para dotar de recursos a la iglesia? - o vejen, también
públicamente, a quienes los profesan o practican - ¿también a los católicos
filipinos que se azotan la espalda con azotes o los españoles que se desgarran
la piel con vidrios o caminan encapuchas y descalzos con cadenas en los pies o
llevando sobre sus hombros cargas inmensas coronadas por una virgen un cristo o
a cualquiera de los cien mil santos que en el mundo han sido? ¡Venga ya!
Pero
si es así ya me pueden ir mandando a la “pareja” para que me detenga: me
confieso culpable de todas estas modalidades de delitos ¡y niego el más mínimo
arrepentimiento!
Ahora
sí, si alguien dice algo de la Virgen del Libramiento más le vale que no me
entere; porque si me entero que le parto la cara; y eso es algo que ni “la
pareja” le librará de ello.
Aunque
no crea ni en la religión verdadera, a mi virgen que no me la toquen ¡ni de
palabra!
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