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28 jun 2015

Me c.. en diez

Esa era la maldición más grosera que nos permitíamos los niños bien educados, cuando no nos oían nuestros padres, hasta que ya en la adolescencia incorporamos palabras más soezmente sexuales. Nuestra sorpresa fue grande cuando en clase de gramática el profesor nos dijo que aquello era un metáfora porque se decía diez en lugar de decir Dios. Descubrir que estábamos diciendo una blasfemia disimulada, como algunas viejecitas que decían “coñe” lo cual daba mucha risa, fue una sorpresa.
Por aquellas fechas había en Orense un letrero sobrepuesto al arco de un galpón en el que se leía en letras rojas mayúsculas: “PROHIBIDO BLASFEMAR Y HABLAR DE POLÍTICA” que me tenía muy sorprendido. Lo de blasfemar lo entendía porque era “un pecado” pero lo de hablar de política no lo entendí hasta que me di cuenta de que era no sólo un delito - por aquellas épocas el código penal estaba al servicio de la iglesia - sino un delito mucho más peligroso que el riesgo de perder la vida eterna: perder la vida.
Era verdad lo que decía el profesor de gramática; algunas personas, sobre todo si se martillaban un dedo o les pasaba algo por el estilo, blasfemaban directamente sin disimulos.
Hoy, aunque el Código Penal siga manteniendo su herencia católico-fascista, se ha despenalizado la blasfemia ¡a Dios gracias! Además el nivel de educación exigible ha bajado notablemente. Hoy día cualquier niño es mucho peor hablado que entonces; los jóvenes también son mucho peor hablados; y las chicas ¡vaya por Dios! no es que se haya producido una igualdad de sexos es que han superado ampliamente a sus contemporáneos varones.
Dentro de esta realidad social donde la blasfemia - ¿cabe imaginar mayor desprecio que c….se en Dios? - ha sido despenalizada y el lenguaje cuartelero de antaño casi cabría compáralo en términos relativos con una jaculatoria es dentro del cual hay que contextualizar ese chiste negro del Sr. Zapata.
Aunque los “propietarios del país” estén cabreados por haber perdido las elecciones - siguen creyendo que las ganaron porque negar la evidencia (la corrupción) es lo suyo - y se empeñen en querer restaurar la blasfemia como delito es de esperar que el juez al que le corresponda juzgarlo rechace la querella que se ha planteado contra un ciudadano que ha hecho una “gracieta de nula gracia” que merece menos sanción que la blasfemia contra el dios verdadero creador de todo ¡blasfemos incluidos!
Estrenada la obra Me cago en Dios, de Íñigo Ramírez de Haro, una panda de descerebrados  ultraderechistas - perdón por la reiteración - agredieron y patearan al actor - un trabajador - y se manifestaron en la puerta del teatro para que fuera retirada. Se consideró que no hubo  ofensa a la religión pero ninguno de los agresores fue condenado. ¿Qué delito es más reprobable: agredir a un ser humano o menospreciar a un extraterrestre?
Dice un inconstitucional art. 525 CP: "Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa - ¿se les ofende si decimos que nos parece una estupidez que crean que nos rencarnamos en insectos si fuimos malos? -  hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas - ¿también el de la Santísima Trinidad que no entiende nadie o el de la virginidad de la virgen antes del parto en el parto y después del parto objeto de interminable cachondeo? - creencias - ¿también la de que los varones musulmanes que mueran matando en nombre de su Dios irán a un paraíso llenos de ríos de leche y miel y de vírgenes que son vírgenes antes y después de haber yacido con ellas? - ritos - ¿cómo el de ofrecer media docena de huevos a S. Benito para que le quite a uno las verrugas? - o ceremonias - ¿cómo el sorteo de las cabras donadas por piadosos feligreses para dotar de recursos a la iglesia? - o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican - ¿también a los católicos filipinos que se azotan la espalda con azotes o los españoles que se desgarran la piel con vidrios o caminan encapuchas y descalzos con cadenas en los pies o llevando sobre sus hombros cargas inmensas coronadas por una virgen un cristo o a cualquiera de los cien mil santos que en el mundo han sido? ¡Venga ya!
Pero si es así ya me pueden ir mandando a la “pareja” para que me detenga: me confieso culpable de todas estas modalidades de delitos ¡y niego el más mínimo arrepentimiento!
Ahora sí, si alguien dice algo de la Virgen del Libramiento más le vale que no me entere; porque si me entero que le parto la cara; y eso es algo que ni “la pareja” le librará de ello.

Aunque no crea ni en la religión verdadera, a mi virgen que no me la toquen ¡ni de palabra!

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