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6 jun 2015

Los símbolos respetables deben respetarse

La primera (y última) bandera española democráticamente constitucional fue la de la segunda república. La constitución de la primera república no llego a promulgarse. El último párrafo del  artículo 1º de la CE31, la de la II República Española dice así: La bandera de la República Española es roja, amarilla y morada. El único régimen democrático y constitucional que hubo en España ha sido el de la II República - las monarquías por su definición y su carácter hereditario son unas dictaduras - por eso la bandera de la II República es la única bandera democrática española.
Para un español demócrata éste es el único símbolo que le merece respeto por lo que significa: la libertad de los ciudadanos; su derecho democrático a “elegir a su Jefe del Estado”.
Un malnacido, el general Franco, un golpista perjuro, ¡(per)juró lealtad a la República democrática! y genocida acabó de modo cruelmente sangriento con la democracia y las libertades en España con la ayuda de los nazis alemanes y de los fascistas italianos.
Para no sufrir la vergüenza de tener que saludar a la bandera que había despreciado al incumplir su juramento de lealtad la cambió por la bandera de la dictadura monárquica a cuyo rey, Alfonso XIII, habían echado los españoles ¡bien que pacíficamente!
Eso dice el art. quinto de la Ley Orgánica del Estado promulgado por sus fraudulentas cortes el 10-I-1967: La bandera nacional es la compuesta por tres franjas horizontales. Roja, gualda y roja; la gualda de doble de anchura que las rojas.
Para los que hemos soportado la dictadura del golpista y genocida esa bandera es y será siempre la bandera que representa el perjurio de un general indigno, el fin de las libertades democráticas en este país, el triunfo de la dictadura militar que hemos sufrido durante toda nuestra vida y por eso esa imagen sólo merece nuestro desprecio allí donde la veamos presente.
Esa es la misma bandera que heredó el heredero del dictador y genocida ¡iba en el lote!; es ante la que él (per)juró todo lo que le pidieron para poder quedarse con la “finca” que le “regaló” el ladrón: el dictador nos robó todos los españoles la soberanía: en la II República nosotros éramos los soberanos porque entre otras muchas libertades teníamos la de elegir al Jefe del Estado, que es lo que caracteriza a una democracia, por períodos de cuatro años.
De nada vale que le haya puesto “su dibujito” porque la “finca” que le regaló el dictador le dijera que era un reino. La bandera heredada es tan suya como lo fue del dictador y a ella, a la bandera del dictador él le (per)juro lealtad, no a la suya propia, ¡porque era la misma!
                Dice la constitución franquista de 1978 en su art. 4: La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.
                ¿Se sorprendería alguien de que los alemanes pitaran a la bandera nazi si a la Srª Merkel o a cualquiera de los que la precedieron en el cargo se les hubiera ocurrido conservar la bandera nazi como símbolo de la República de Alemania?
                Esa realidad no implica que haya entre los alemanes decenas de miles, incluso cientos de miles o ¿es posible? algunos millones, que se estremecerían de gusto al ver ondear la bandera nazi con la que se siente identificados ideológica y anímicamente.
Tampoco cabe sorprenderse que en España haya miles, espero que no millones, para los que la bandera del dictador sea un símbolo execrable y haya miles, desearía que no llegaran a millones, que se sientan identificados ideológica y anímicamente por la bandera fascista.
Sólo espero que las personas a las que han encomendado decidir si se puede sancionar a alguien por manifestar su rechazo a la bandera fascista del dictador tengan el suficiente sentido común como para seguir el precedente de la anterior denuncia y decir que no hubo falta - a lo sumo una falta de cortesía, lo cual no merece punición ninguna - en el ejercicio de la libertad puesta de manifiesto con motivo del partido Barcelona, F.C. vs. Athletic de Bilbao.
El ridículo que se podría producir en el caso de sanciones, con su interminable iter administrativo y judicial hasta llegar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos - eternos años antes de que se produzca una sentencia inapelable - sería contraproducente; ¡sobe todo cuando llegara la sentencia del Tribunal Europeo que es muy celoso defensor de los derechos humanos uno de los cuales es la libertad de expresión. Como abogado me tienen a su servicio “pro bono”, es decir, sin cobrar nada.
Por muchas ganas que tengan muchos de volver a aplicar las leyes que recuerda esa bandera: “palo y tente tieso”, ya se “les ha pasado el arroz”. Pueden creer que el tiempo se ha parado al impedir el progreso, pero deben darse por vencidos: es difícil hacerlo retroceder tanto.

                

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