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30 mar 2018

Pensiones: un debate interminable


Interesante el artículo “Pensiones: un debate interminable” de M. Lagares, catedrático de Hacienda Pública (EL MUNDO, 19.03.2018)
Dice el autor que “los políticos mantienen desde hace años un interminable y apasionado debate sobre nuestro sistema de pensiones. Interminable porque, pese a las reformas, aún no han encontrado soluciones completas a sus graves problemas, manifestados en déficits muy importantes y crecientes. Apasionado porque las pensiones constituyen una de las columnas básicas del Estado de Bienestar y afectan, además, a una proporción cada vez mayor de españoles”. Es interminable porque no lo quieren resolver. Es apasionante por la pasión con la que quieren eliminar una conquista social en la caridad cristiana del S. XIX.
Dice el autor que “en casi todos los países de nuestro entorno esos problemas surgieron hace años, pero en muchos encontraron pronto solución” y la explicación es la indicada: No se quiso resolver y se recurrió a “los planteamientos puramente cortoplacistas, el desconocimiento del elevado coste y el largo plazo de las soluciones necesarias”. A esta actuación incompetente, ¿o corrupta, de quienes niegan querer privatizar la Seguridad Social, lo siguen intentando, se sumaron “las difíciles condiciones económicas de nuestra crisis y el descarado afán de algunos por sacar rédito político de nuestros mayores, están retrasando la adopción de las reformas necesarias”. Se sabe cuáles son pero que no se quieren aplicar. Dice el autor “esas reformas han demostrado ya su eficacia en nuestros socios de la UE, pero para garantizar su estabilidad futura deberían introducirse con el apoyo de la mayoría de las fuerzas políticas, lo que parece hoy casi imposible en España porque quienes tienen el poder impiden llegar a ese acuerdo.
Señala el autor algunos problemas: “el primero lo constituye el elevado y creciente déficit de la Seguridad Social, alimentado por el crecimiento acelerado de unas pensiones que suponen un gasto mayor cada año (un 90% de aumento entre 2006 y 2017) y por un corto aumento de los ingresos que las financian (escasamente un 12% entre ambas fechas).
No cabe confundir el problema con su consecuencia al no resolverlo. Hace más de medio siglo que se sabía que se iba a producir la jubilación del baby boom y no se ha hecho nada; hace más de medio siglo que se sabía que iba aumentando la edad de fallecimiento y tampoco se ha hecho nada; hace más de medio siglo que se prevarica usando el fondo de la SS para beneficiar a los empresarios que tras no invertir en I+D+i cierran la empresa o reducen puestos de trabajo al no ser competitivos en la UE y aún fuera de ella. El subsidio de paro no es para beneficio de los empresarios abaratando el despido del trabajador a costa de la SS, sino aliviar al trabajador que pierde su trabajo; hace más de medio siglo que eso políticos han cobrado por hacer mal su trabajo; algunos, además, robaron todo lo que pudieron de los PGE.,
No es cierto que “ese déficit ha terminado prácticamente con el importante fondo de reserva de la Seguridad Social que logró acumularse a partir del año 2000”. Fue al revés; una política premeditada para liquidar el fondo de reserva de la Seguridad Social; primero se redujo el pago atribuido a los empresarios, para su beneficio; luego se bajaron los salarios, reduciendo más los ingresos; además, se fomentó el fraude del contrato de lunes a viernes, reduciendo más los ingresos; por último se fomentó la estafa al inmigrante ilegal al que ni se le pagaba el sueldo  bajo amenaza de denuncia a la policía, sin ingresos a la SS. Ese expolió el fondo de reserva creo el déficit gracias a la nula colaboración de la Virgen del Rocío, según dijo la Ministra Srª Bañez. No hay que confundir la causa con la consecuencia.
Tampoco es cierto que “el exceso de gastos sobre ingresos sólo se puede pagar mediante el endeudamiento o con la liquidación de cualquier patrimonio previamente acumulado, lo que en este caso ha significado la liquidación de casi 75.000 millones del fondo de reserva”. La SS nunca debió ser un fondo privado salarial de gestión pública; debió ser, y ahora es urgente que lo sea, un fondo mixto, complementado con los impuestos del trabajador que  van a los PGE: su IVA sobre el 100 % de sus ingresos neto, apenas pueden ahorrar, y su IRPF.
Esa política para desmantelar la SS cumplió el objetivo previsto por el Gobierno. Hoy “las pensiones siguen hoy creciendo fuertemente -ya suponen casi un 30% del gasto público total- mientras los ingresos por cotizaciones sociales han aumentado a mucho menor ritmo, generando esos crecientes déficits”; con cinismo nada sorprendente culpa a las víctimas.
 Estima el autor que “aunque hasta final de este mes no se dispondrá de las Cuentas de las Administraciones Públicas para 2017, el déficit de la Seguridad Social ha debido situarse en unos 18.800 millones de euros frente a los 18.096 del año anterior, representando más del 50% del déficit conjunto de todo el sector público” aunque añade que “sin duda, ese déficit es muy preocupante, pero todavía no llevará de inmediato a la quiebra al sistema impidiendo pagar las pensiones, como se ha llegado a decir para caldear el ambiente”; y más vale que así sea. La Bastilla se tomó por la misma razón. Que la Reina le echara la culpa a las víctimas por no comer galletas ya que no podían comer pan, no parece buena solución.
Atender las pensiones “no es un compromiso del Gobierno”, como dice el autor; ¡es un mandato constitucional! (art. 50 CE78) aunque incumplirlo sería una muesca más en el Gobierno y es claro que no sólo es por el aumento de las pensiones - algo que se sabía perfectamente desde hace medio siglo - sino también de la insuficiencia de los ingresos por cotizaciones sociales, llevado a cabo con su plan de desmantelamiento como hemos explicado.
                Sin duda “a medida que se vaya recuperando el empleo, volverán a subir sus ingresos, como ya se ha empezado a notar durante el pasado ejercicio”, pero eso sirve de poco. Aunque el paro disminuya como el empleo es de nula calidad los ingresos aumentan poco, como señala el autor. Añade además que “esa bolsa potencial de ingresos tiene un límite … porque … nunca el desempleo en España ha sido menor del 8% de la población activa por lo queese límite quizá pueda alcanzarse en las proximidades del 2023, lo que está a la vuelta de la esquina.
Para el autor sólo hay una solución, “aumentar esa financiación mediante impuestos”. Eso debió hacerse cuando se creó la SS y hoy no tendríamos ningún problema.Presume el autor que “algunos confíen exclusivamente en una mera reducción de gastos superfluos …  la corrupción es la más superflua   que debería acometerse de inmediato … aunque como se ha dejado crecer tanto el problema … no se resuelve sólo por esa vía.
Señala el autor que “en ese contexto y con tan discutibles argumentos es donde se han planteado las manifestaciones del pasado sábado, plenamente justificadas en quienes perciben pensiones muy reducidas”. Considera en cambio que no tienen razón “otros si se considera que los pensionistas han obtenido durante estos años aumentos mayores que los alcanzados por los trabajadores en activo y superiores al aumento del IPC.” El autor se olvida que esos aumentos procedían sólo de sus aportaciones durante 40 incluso más de 50 años Muchos de esos pensionistas empezaron a trabajar a los 15 años y se jubilaron a los 70.
Es un argumento falaz decir que “una revalorización de todas las pensiones actuales haría bastante mayor el déficit de la Seguridad Social, obligándonos a saltar los estrechos límites impuestos por la UE”. Por constitucional que sea el derecho de los acreedores, tras cambiar el art. 135 CE a que se les pague, es superior el derecho de los pensionistas a que se respete el art. 50CE78. Por eso cuando dice: Hay que mejorar las pensiones más reducidas, pero evitando generalizar medidas de costes imposibles” lo que está es desnudando a un santo, a los trabajadores que aportaron más a la SS, para vestir a otro, a los que aportaron menos. Esa solidaridad debe ampliarse a todos los ciudadanos que se benefician; no sólo a los trabajadores. Sobre todo a quienes ni siquiera pagan sus impuestos incumpliendo la CE78 con la ilegal colaboración del Gobierno a estos delincuentes con amnistías.
El segundo problema que ve el autor es fruto de su error. Dice que “al tratarse de un impuesto sobre el empleo, fomentan directamente el paro o la utilización de máquinas en lugar de hombres”. Aceptar ese razonamiento exigiría volver al arado romano para progresar. Decir que esa situación hace “más competitivas las importaciones procedentes de países con menores cargas sociales sobre el empleo” es otro error. Si es indecente e ilegal que en España haya sótanos extranjeros esclavizados pagando bajas cotizaciones sociales o ninguna, la indecencia es igual hecha en el extranjero. Esas importaciones de trabajo esclavos se deben ilegalizar. La solución es aumentar allí los derechos sociales con lo que progresaremos todos.
Afirmar que “las cotizaciones no sólo no son ya capaces de financiar el aumento de las pensiones” es algo sabido desde hace tiempo por quienes conocemos las cuatro reglas; afirmar que por ello esas cotizaciones “perjudican gravemente el empleo” es errar en la causa del problema cuando afirma que “resulta necesario sustituirlas, parcialmente al menos, por otros impuestos menos perjudiciales”. Lo necesario era haberlas complementado desde el principio con los impuestos de los PGE. Sería un acto, no de solidaridad de todos los ciudadanos con los trabajadores que son los únicos que crean riqueza, sino de restitución de la que se les debe. Se les ha pagándoles un salario inferior a la riqueza producido - sobre todo si era mujer trabajadora - y quien se enriqueció injustamente no pago los impuestos que debía, como exige la CE78 porque el Gobierno le ayudó dejando impune su delito.
Resulta cómico que se diga que hay que “evitar empeorar aún más la situación como ocurriría si se sustituyesen por impuestos sobre grandes fortunas -que no recaudan casi nada-, sobre las transacciones bancarias o subiendo tipos en el IRPF, que es lo que hoy proponen algunas fuerzas políticas”. Bastaría con que se eliminara el fraude fiscal, algo que el Gobierno no quiere hacer. El autor propone aumentar más el IVA que no grava las exportaciones y sí las importaciones. Pero así grava más a los que ya no llegan a final de mes y disminuye más la poca progresividad de los impuestos. O sea, persevera en el error que nos ha traído  esta situación.
Es también erróneo afirmar que “el IVA recae sobre la totalidad del precio y, por tanto, no favorece el uso de máquinas que sustituyan personas, como sí hacen las cotizaciones” El autor ignora que la crisis depende de la falta de demanda; el aumento del IVA reduce más el poder adquisitivo del trabajador, al gravar el precio total; el aumento de las cotizaciones lo encarece menos. Además, los ingresos de los jubilados se invierten íntegramente a final de mes, retornando al circuito económico, vía IVA, tanto más cuanto más altos sean. Y falta por valorar el efecto de “reserva” de las pensiones durante la crisis, fruto de la especulación y la corrupción del capital, que ha impedido un estallido social que hubiera podido ser revolucionario.
El autor dice que quién no sigue ese camino, cuyo error he demostrado, son “políticos [a los que] les preocupa poco la eficiencia y rechazan la idea, quizá porque no la entienden”. Quizá está equivocado: Quizá sí la entienden y la rechazan, precisamente por ser ineficiente.
Dice el autor que “el tercer y más grave problema de las pensiones es el demográfico” y añade que “cada vez son más numerosas personas mayores que tienen esperanzas de vida crecientes, lo que constituye una suerte para ellos y una preocupación seria para quienes han de financiar sus más elevadas y prolongadas pensiones”, lo que es indignante. Los jubilados se manifiestan no porque tienen pensiones muy elevadas sino porque tras continuo descenso de unas pensiones bajas ya no les llegan para sobrevivir.
Quienes consideran que la mayor duración de la vida es un “gravísimo problema” deberían suicidarse; eso aliviaría “el problema”. Los que creemos que es un excelente logro lo protegeremos. Basta también de amenazas de que a partir de 2025 cuando los muchos nacidos en los años 60 del pasado siglo lleguen a la edad de jubilación, habrá que buscarle remedio”. Se ha tenido 50 años, ¡medio siglo!, para resolver el problema antes de que se presentara. La culpa es de los políticos, no de los sobrevivientes. La solución no es “la creación de planes de jubilación de naturaleza empresarial que, sin sustituir las pensiones públicas, las complementen”; con salarios de supervivencia no es posible. El autor propone que “tales planes se nutrirían con parte de las reducciones en las cotizaciones empresariales derivadas de la sustitución parcial de cotizaciones por IVA” lo que reduciría más los ingresos a la SS y beneficiaría más a los empresarios al reducir el coste del puesto de trabajo (las cotizaciones que se denominan empresariales en realidad las paga el trabajador pues existen ligadas a su puesto de trabajo). Si se pagan esas reducciones empresariales con el IVA, al final acaba pagándolas el trabajador que es el que más IVA paga; un impuesto regresivo y socialmente indecente. O sea; continuar en la misma política que nos ha llevado a donde estamos.
Concluye diciendo: “el problema más inmediato es el del tiempo disponible para las reformas.” El problema es otro; el cambio de los gestores cuya incompetencia está acreditada. Los únicos que se resisten a sacrificios son los que no los han sufrido: Ni siquiera han pagado lo debido y tiene más de lo que necesitan. Los trabajadores han sabido sufrir los sacrificios que el Gobierno les impuso ¡incluidos los que no les correspondía sufrirlos a ellos!
Claro que “en pocos años habrá grandes aumentos en el número de pensionistas que exigirán de soluciones que no podrán improvisarse en unos días.” Tenían que haberse planificado pausada e inteligentemente durante estos últimos 50 años, ¡nada menos que medio siglo! El autor concluye: “algunos partidos ocupados en inducir costosas reivindicaciones dan la impresión de que creen que vivimos en Jauja. 
No se lo que piensan algunos partidos; lo que pienso es que ha llegado la hora de que se acabe ese Jauja en que algunos están empeñados en seguir viviendo a costa de la mayoría.

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