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29 mar 2018

N. Sarkozy


Ojalá lo que pasa más allá de los Pirineos tenga una notable repercusión en España. La justicia española va a tener un referente donde mirarse sin necesidad de esperar a que el TJUE o el TEDH revoquen sus sentencias. En Francia fueron enjuiciados Giscard D’Estaing por el asunto de los diamantes que le regaló Bokasa; a Chirac por irregularidades cuando fue Alcalde de París; ahora Sarkozy, porque de nuevo han emergido noticias, parece que con más pruebas que en una previa comparecencia, acerca de la presunta fraudulenta financiación de la campaña electoral que le llevó a la Presidencia de la Republica.
En España, hasta ahora, todos los Tesoreros del PP, han logrado eludir, mediante trucos procesales, la condena por sus actuaciones delictivas, probadas pero libres de condena.
No sé si en Francia vale decir “no sé”, “no me consta”, “nunca se me informó” tras la que todos los presuntos cómplices, alegan una “presunción de inocencia”. Hacerlo lo veo como una confesión de culpabilidad. Aunque muchos culpables se declaran inocentes, ningún inocente exige la “la presunción de inocencia”; todos nos declaramos “inocentes”. Otro indicio de culpabilidad es alegar “tengo mi conciencia tranquila”. Ningún inocente lo dice: todos sólo declaran: “soy inocente”.
Es significativo que los delincuentes, que están dispuestos a cometer y reiterar tropelías inmundas, se resisten a decir pequeñas mentiras. Es el fruto de la educación en no mentir, un recuerdo infantil, donde en cambio no se enseñó a no defraudar a Hacienda, ni a no robar los PGE.
Nos quejamos de que la justicia es lenta; sin duda es un gran perjuicio; pero esa lentitud es, a veces, la que permite que aparezcan las pruebas que estaban “atadas y bien atadas”; con el tiempo, poco a poco, van quedando libres. Claro que a lo largo de ese tiempo algunas veces desaparecen los testigos antes de testifica. Es el caso del ministro libio del petróleo, muerto en extrañas circunstancias; del antiguo financiero de Gadafi, que fue herido de bala en Johannesburgo tras decir a Le Monde: “Gadafi ha dicho que había financiado a N. Sarkozy; N. Sarkozy negó esa financiación. Yo creo más a Gadafi que a N. Sarkozy.” Estos fallecimientos y atentados traen a mi memoria recuerdos juveniles y galaicos sobre el caso de corrupción de Redondela. Fue su juez el Sr. Rajoy, padre de M. Rajoy. En ella estaban implicados personajes social y políticamente importantes, uno de ellos se apellidaba Franco que fue inmediatamente nombrado embajador en Lisboa. La corrupción consistió en que desaparecieron millones de litros de aceite. Hubo muchos muertos en extrañas circunstancias que nunca pudieron declarar lo que sabían.
En un informe remitido a los magistrados por la policía de la Oficina Central de Lucha contra la Corrupción e Infracciones Financieras y Fiscales se detalla a partir de numerosos testimonios que el dinero líquido ha llegado al equipo de campaña de N. Sarkozy. Los investigadores creen haber confirmado las pistas del dinero libio a través de A. Djouhri, actualmente encarcelado en Londres en previsión de su remisión a Francia. Se está investigando también a C. Guéant por falsedad y blanqueo y fraude fiscal por circuitos financieros opacos posiblemente libios.
Que esté bajo detención policial ¿implica que hay más pruebas para poderlo encausar? ¿Colaboran las autoridades libias en el suministro de esta información? Varias autoridades de la época de Gadafi confirman esa financiación ilícita, según Le Monde. Tras varias semanas, ahora la justicia francesa dispone de más documentos procedentes de una investigación en 2015 en el domicilio suizo de A Djouhri.
                     En Francia se preguntan, ¿los políticos electos fraudulentamente, N. Sarkozy incluido, deberán devolver sus salarios? Las leyes aprobadas por los que llegaron al poder ilegalmente ¿deberán derogarse pues fueron aprobadas por electos ilegales? Se puede comentar que eso es anticiparse a lo que pueda ocurrir, pero eso no prejuzga la culpabilidad de N. Sarkozy; es una muestra de previsión anticiparse a los acontecimientos; si se acrediten no haya que perder más tiempo pensando qué es lo que hay que hacer; si no, no pasa nada.
                     Si la única prueba contra N. Sarkozy es un apunte en una cuenta de algún banco libio que diga N. Sarkozy. ¿Es un dato suficiente N. Sarkozy? Aún si se añade la declaración de los que pagaron a su partido ¿acredita eso que lo sabía N. Sarkozy. ¿Es N. Sarkozy, acaso, el único N. Sarkozy en Francia?
                     Espero que las autoridades judiciales francesas sean tan prudentes como las españolas. Ésas no han obrado en consecuencia, como algunos precipitados querían, tras identificar algunas anotaciones vinculadas a las actuaciones delictivas llevadas a cabo en el seno del Partido Popular que identifican como receptor de algunos pagos presuntamente ilegales a un tal M. Rajoy.
                     Quizá los jueces instructores han verificado que en España hay más de un M. Rajoy. No sé cuántos habrá, pero sin duda muchos entre Manuel, Marcos, Martín, Mariano, Mateo, Miguel, etc., sin descartar algún Menelao, que de todo habrá. Dice el refrán: “nunca es tarde cuando la dicha llega”; la dicha es la duda sobre quien es el M. Rajoy receptor de ingresos ¡quizá delictivos!
                     El Tribunal de la República Francesa lo dirá en el caso de N. Sarkozy.
                     El Tribunal de la dictadura monárquica de España lo dirá en el caso de M. Rajoy. Amén.

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