Ojalá lo que pasa más allá de los Pirineos tenga
una notable repercusión en España. La justicia española va a tener un referente
donde mirarse sin necesidad de esperar a que el TJUE o el TEDH revoquen sus
sentencias. En Francia fueron enjuiciados Giscard D’Estaing por el asunto de
los diamantes que le regaló Bokasa; a Chirac por irregularidades cuando fue
Alcalde de París; ahora Sarkozy, porque de nuevo han emergido noticias, parece
que con más pruebas que en una previa comparecencia, acerca de la presunta fraudulenta
financiación de la campaña electoral que le llevó a la Presidencia de la
Republica.
En España, hasta ahora, todos los Tesoreros del
PP, han logrado eludir, mediante trucos procesales, la condena por sus
actuaciones delictivas, probadas pero libres de condena.
No sé si en Francia vale decir “no sé”, “no me
consta”, “nunca se me informó” tras la que todos los presuntos cómplices,
alegan una “presunción de inocencia”. Hacerlo lo veo como una confesión de
culpabilidad. Aunque muchos culpables se declaran inocentes, ningún inocente exige
la “la presunción de inocencia”; todos nos declaramos “inocentes”. Otro indicio
de culpabilidad es alegar “tengo mi conciencia tranquila”. Ningún inocente lo
dice: todos sólo declaran: “soy inocente”.
Es significativo que los delincuentes, que
están dispuestos a cometer y reiterar tropelías inmundas, se resisten a decir pequeñas
mentiras. Es el fruto de la educación en no mentir, un recuerdo infantil, donde
en cambio no se enseñó a no defraudar a Hacienda, ni a no robar los PGE.
Nos quejamos de que la justicia es lenta; sin duda
es un gran perjuicio; pero esa lentitud es, a veces, la que permite que aparezcan
las pruebas que estaban “atadas y bien atadas”; con el tiempo, poco a poco, van
quedando libres. Claro que a lo largo de ese tiempo algunas veces desaparecen
los testigos antes de testifica. Es el caso del ministro libio del petróleo,
muerto en extrañas circunstancias; del antiguo financiero de Gadafi, que fue
herido de bala en Johannesburgo tras decir a Le Monde: “Gadafi ha dicho que
había financiado a N. Sarkozy; N. Sarkozy negó esa financiación. Yo creo más a
Gadafi que a N. Sarkozy.” Estos fallecimientos y atentados traen a mi memoria
recuerdos juveniles y galaicos sobre el caso de corrupción de Redondela. Fue su
juez el Sr. Rajoy, padre de M. Rajoy. En ella estaban implicados personajes social
y políticamente importantes, uno de ellos se apellidaba Franco que fue
inmediatamente nombrado embajador en Lisboa. La corrupción consistió en que
desaparecieron millones de litros de aceite. Hubo muchos muertos en extrañas
circunstancias que nunca pudieron declarar lo que sabían.
En un informe remitido a los magistrados por la
policía de la Oficina Central de Lucha contra la Corrupción e Infracciones Financieras
y Fiscales se detalla a partir de numerosos testimonios que el dinero líquido
ha llegado al equipo de campaña de N. Sarkozy. Los investigadores creen haber confirmado
las pistas del dinero libio a través de A. Djouhri, actualmente encarcelado en
Londres en previsión de su remisión a Francia. Se está investigando también a
C. Guéant por falsedad y blanqueo y fraude fiscal por circuitos financieros
opacos posiblemente libios.
Que esté bajo detención policial ¿implica que
hay más pruebas para poderlo encausar? ¿Colaboran las autoridades libias en el
suministro de esta información? Varias autoridades de la época de Gadafi
confirman esa financiación ilícita, según Le Monde. Tras varias semanas, ahora
la justicia francesa dispone de más documentos procedentes de una investigación
en 2015 en el domicilio suizo de A Djouhri.
En Francia se preguntan,
¿los políticos electos fraudulentamente, N. Sarkozy incluido, deberán devolver
sus salarios? Las leyes aprobadas por los que llegaron al poder ilegalmente
¿deberán derogarse pues fueron aprobadas por electos ilegales? Se puede
comentar que eso es anticiparse a lo que pueda ocurrir, pero eso no prejuzga la
culpabilidad de N. Sarkozy; es una muestra de previsión anticiparse a los
acontecimientos; si se acrediten no haya que perder más tiempo pensando qué es
lo que hay que hacer; si no, no pasa nada.
Si la única prueba contra N.
Sarkozy es un apunte en una cuenta de algún banco libio que diga N. Sarkozy. ¿Es
un dato suficiente N. Sarkozy? Aún si se añade la declaración de los que
pagaron a su partido ¿acredita eso que lo sabía N. Sarkozy. ¿Es N. Sarkozy,
acaso, el único N. Sarkozy en Francia?
Espero que las autoridades
judiciales francesas sean tan prudentes como las españolas. Ésas no han obrado
en consecuencia, como algunos precipitados querían, tras identificar algunas
anotaciones vinculadas a las actuaciones delictivas llevadas a cabo en el seno
del Partido Popular que identifican como receptor de algunos pagos
presuntamente ilegales a un tal M. Rajoy.
Quizá los jueces instructores
han verificado que en España hay más de un M. Rajoy. No sé cuántos habrá, pero sin
duda muchos entre Manuel, Marcos, Martín, Mariano, Mateo, Miguel, etc., sin
descartar algún Menelao, que de todo habrá. Dice el refrán: “nunca es tarde
cuando la dicha llega”; la dicha es la duda sobre quien es el M. Rajoy receptor
de ingresos ¡quizá delictivos!
El Tribunal de la República
Francesa lo dirá en el caso de N. Sarkozy.
El Tribunal de la dictadura
monárquica de España lo dirá en el caso de M. Rajoy. Amén.
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