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23 nov 2017

Lo que importa

Leo un interesante artículo De D. Santiago González Varas titulado "Lo que importa" (La Razón, 21.11.2017). Me estremece pensar que haya más gente que piense como él.
Dice que le “duele la imagen que, de España y de los españoles, los separatistas dan en el exteriorpero mucho de lo que han dicho es cierto: 1º.- no  vivimos en un Estado de Derecho porque una dictadura monárquica no es un estado de derecho como no lo es cualquier dictadura ¡por bien que se viva en alguna, como las nórdicas!;  2º.- que vulneramos los derechos humanos, lo cual es algo que se pude apreciar prácticamente en cualquier CIE con los extranjero y sobre todo tras el homicidio permitido por las FCSE en la playa de Melilla dejando ahogarse delante de sus ojos a los inmigrantes agotados en su intento de llegar a la playa nadando, sin contar a los que les seguían disparando pelotas; y eso por no hacer la lista más larga de cómo se respetan los derechos humanos en esta dictadura monárquica; 3º.- que no hay separación de poderes, algo que cuando menos, a la vista de varios hechos, algunos condenados por el TJUE, permite la duda a la vista del respaldo judicial a determinadas políticas gubernamentales incluida la inconstitucional aplicación del art. 155; 4º.- que hay presos políticos, algo que si no lo es stricto sensu se le parece demasiado.
Su referencia a la STS 408/2016 de 15.06 sobre la persecución de los que “deshonran” a las ¿sagradas Instituciones del Estado? ejerciendo su libertad de opinión parece equivocada. En esa STS se falla lo contrario: las instituciones públicas no tiene honor.
Estremece que el autor al califica de “bobadas” a las manifestaciones con las que está en desacuerdo. ¿Sólo por eso debe ser delito? Que no desespere; algunos lo sigue intentando.
La ideologización pro independentista, con la que personalmente estoy en desacuerdo, tampoco es un delito. La libertad de opinión y de acción política no expresamente prohibida en el CP es legítima. Sin duda más de uno quisiera ampliar el CP hasta recuperar el nivel de la previa dictadura militar en cuyo seno ideológico se engendró la actual dictadura monárquica. El juramento público otorgado ante su dios por Juan Carlos I incluía seguir privándonos de la misma libertad que Franco con sus ilegítimas leyes que su régimen le fabricaba. Y lo hizo.
La acusación de “violencia o violentación” que hace el autor es un juego de palabras ideológico. No hubo más violencia que la que vimos ejercer a las FSCE el 1-O. La desobediencia a las leyes de que cabría acusar a algún político podría calificarse de “violencia jurídica”; pero ése es un concepto distinto que el de violencia sin adjetivos que es violencia física contra las personas que se vio el 1-O contra los votantes. Fuera legal o ilegal el referendum ellos fueron pacíficos. Hasta entonces ante manifestaciones proindependentistas los Mossos de Escuadra habían permitido ese ejercicio de la libertad de opinión sin ejercer ellos la violencia.
Decir que “ya incluso durante los años sesenta se dictaron leyes que situaban nuestro ordenamiento en una primera línea a nivel jurídico-comparado, como la Ley de jurisdicción contencioso-administrativa, la ley de expropiación forzosa, la ley de procedimiento” resulta cómico.  Todo lo dicho en la ley se convertía en agua de borrajas de la mano servil del poder judicial ante el dictador. La bondad de esas leyes era como la de las que ponían coto al abuso de la esclavitud. El esclavo, como el súbdito, no las podían reivindicar frente a su amo.
Desborda el disparate al afirmar que “a partir del año 1975 se dio un salto hacia una superdemocracia, porque en ningún país de Europa se otorgaron tantos derechos a las regiones. Los derechos los tienen los ciudadanos, no las regiones ni los países. En los ciudadanos reside la soberanía que no existe si se le niega el derecho a elegir periódicamente a su Jefe del Estado. Eso caracteriza a todas las democracias. Si no existe no hay democracia. ¿Superdemocracia?; no; esta dictadura monárquica sólo es “supercalifragilisticoespialidosa”. El autor confunde dos conceptos totalmente diferencies. Que haya un Parlamento, lo había con Franco y en la URSS, lo hay en Corea del Norte, no significa que hay democracia. Una democracia es incompatible con establecer el derecho a la herencia de la Jefatura del Estado.
Europa, felizmente no es la misma Europa que negó su apoyo a la II República, que esa sí que era democrática, y permitió el preámbulo del triunfo del nazifascismo en España inmolándonos en el altar de impía reverencia Hitler, no apoya lo actuado por las FCSE el 1-O, sino que se asombra y envía a quienes la organizaron llamadas discretas de atención
              Por encima de sus torpezas hay que agradecerle al Gobierno catalán que ahora la palabra Republica vuelva a sonar en España y la III República que reuna a todos los españoles se sienta más próxima.

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