Interesante el artículo del Catedrático de
Derecho Procesal dela UAB Prof.
Vallespín Reforma constitucional y Cataluña; (EL PAIS, 01.11.2017).
Parte de una realidad, que la CE78 se la apoya o rechaza según se acomoda a los
intereses partidistas Pese al esperpento organizado desde el Gobierno de España
con la colaboración del de Cataluña es optimista y ve en ella una opción para
recuperar la convivencia.
Llama la atención en una realidad sociológica
que un planteamiento totalitario impidió, como tantos oros porgresos
democráticos: integrar políticamente las nacionaliades. El dice que “sin generar más asimetrías que las
justificables y racionales” algo que es un
mal punto de partido porque si todos somos iguales ante la ley no cabe
asimetrías de ningún tipo.
Propone que
el Senado no sea una réplica del Congreso, pero no lo es, es un fraude mucho
mayor donde el voto de un ciudadano de EL Hierro vale 64 vece más que el de un
madrileño. Es interesante su propuesta de que “los
actuales estatutos de autonomía por constituciones de las comunidades
autónomas, en todo caso subordinadas a la Constitución de España como Estado
federal”. También la de modificar las reglas de
la financiación autonómica ¿por qué no todas un concierto como el del País
Vsco?, me pregunto yo. En cuanto a reformar su Título VIII
acabando con la compleja
compatibilización entre nación y nacionalidades en un mismo Estado federal el
asunto es elemental recuperando el primigenio significado de “nación” que
indica en que Autonomía se ha nacido, sea en una aldea perdida en un monte y
sin carretera asfaltada o en la capital del Estado. Y
así como los vascos han denominado a la suya País Vasco, lo cual es incorrecto porque debería ser País Vascoespañol, el que quiera
denominar a su autonomía Nación, País,
Estad, República o Imperio que lo haga.
Coincido con él en
que “tiene
razón el nacionalismo catalán cuando pone sobre la mesa el sentimiento de una
parte de la población de Cataluña a la cual, aunque algo tarde, hay que saber
escuchar” y también cuando señala que “tiene razón el PSOE cuando afirma que solo con la aplicación de la ley
no se saldrá de la encrucijada, pues no puede ni debe renunciarse a la
reconciliación” o cuando añade que “tiene razón Podemos cuando insta a no aprovechar la ocasión para apostar por
una recentralización competencial interesada en favor del Estado” o cuando insiste en que “tiene razón el PNV cuando reclama
una salida pactada a la crisis institucional”. Lo tiene menos cuando dice que “tiene razón el PP cuando señala la
importancia de respetar las reglas del Estado de derecho así como la
conveniencia de no olvidar las consecuencias que derivan de la violación de la
ley”, o cuando señala que “tiene
razón Ciudadanos cuando reclama que en Cataluña se preste atención a aquel
sector de la ciudadanía que no se siente representado por la visión
independentista” porque lo son en la medida que el
resultado de las elecciones ha sido el que ha sido.
De todos
modos habría que aprovechar su propuesta de que, desde el respeto a la legalidad y a la democracia, se afronte la
necesidad de diseñar un nuevo encaje de la realidad territorial en la
Constitución y en los diferentes estatutos de autonomía” y hacer lo mismo
que se hizo con el Parlamento franquista. Si entonces se logró hacer de una
dictadura civil una dictadura monárquica más fácil tendría que ser que esa
dictadura monárquica se convirtiera en una Democracia Republicana Federal donde
si el actual Jefe del Estado resultara elegido podría seguir siéndolo ¡pero
ahora democráticamente elegido por los españoles!
Por
supuesto eso permitiría incluir en la constitución nuestra participación
federal en la Unión Europea además de reforzar algunos derechos básicos como
los de LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD que tan mal están defendidos en la
CE78.
Nos parece
correcta su propuesta de que la comisión
constituyen estuviera acompañada por una “comisión técnica y plural de expertos
constitucionalistas y procesalistas”; dudo que sea posible que vayan “sin mochila de partido”; pero debería ser
sólo personas no partidarias de dictaduras sean éstas monárquicas teocráticas
militares o de cualquier otro tipo de totalitarismo.
Sin duda no
es una lab or sencilla, pero tenemos el ejemplo de 1931; entre el 14 de abril y
el 9 de diciembre pasaron menos de 7
meses y aquella constitución fue referencia de muchas otras posteriores y
hubiera sacado a España de su miseria de no haberse sufrido un golpe de Estado
seguido de un genocidio “legalmente”
impune. La democracia, sólo hay democracia en una república aunque
la inversa no es cierta, llegará. Sólo se oponen a ella los no demócratas,
los que se “benefician” de las dictaduras, sean del tipo de sea, que impiden
que seamos soberanos porque nos tiene “sub
dictum eius”, es decir, como súbditos.
En una
democracia es posible un equilibrio leal entre un poder central fuerte y un
poder autonómico fuerte.
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