Terminaba ayer con
derrotismo pero me niego a aceptarlo por más que el caso del independentismo
catalán haya revelado el nivel de irracionalidad política de “esta España nuestra”.
El Gobierno no pueda negarse a lo que la CE78 le permite: autorizar una
consulta popular vía referéndum no vinculante, aunque, ¿qué bodrio es ese? Son
dos conceptos incoherentes. Un referendum no vinculante no es referendum. Si la soberanía reside en el pueblo y éste
decide algo directamente, ¿qué clase de representación de esa soberanía es la del
Parlamento que puede ignorar su decisión soberana? Es una dictablanda.
Vivimos bajo una
constitución que sin libertad nació muerta. La oposición la aceptó víctima del lavado
de cerebro tras 40 años de atropello de la libertad y bajo la amenaza de un
ejército dispuesto a repetir el genocidio de 1936. Aquel referéndum nunca tuvo
validez jurídica. Se votó sin libertad y bajo engaño, como reconoció Suárez,aunque lo sabíamos todos incluidos los tramposos que siguen engañando a la gente de buen fe haciéndoles creer que fue una decisión libre.
Quizá no se pudo hacer otra cosa. Pero
el engaño fue mayor que el de las víctimas de las preferentes, subordinadas, hipotecas
con el IRPH y cláusulas suelo. Todas hoy son nulas de pleno derecho. Es hora de aclarar que la CE78 es también nula de pleno derecho con igual razonamiento
jurídico: ¡con engaño no hay libertad!
Pero hasta que lo
hagamos sigamos con la CE78, ese engendro franquista que sigue en vigor,
interpretándola acomodada a la realidad
social del tiempo en el que han de ser aplicadas.
1º.- En ningún lugar
de la CE78 se dice que la Cataluña española sea parte de España. Como en el
caso del matrimonio homosexual no habría que cambiar ni una coma de la CE78 si
se independizara; sólo algunas leyes; quienes quieren enquistar la solución
alegando la necesidad de reformar la CE78 mienten; tanto como mienten los
independentistas con sus argumentos históricos. Son tal para cual.
2º.- La CE 78, art.
149.1.32ª reserva al gobierno la competencia para autorizar “la celebración de consultas populares por
vía del referendum”. Una consulta no vinculante no se puede confundir con una
consulta popular por vía de referéndum. Al negarse a permitir lo que la ley
no prohíbe el Gobierno creó conflicto. El TC, politizado a tope, se equivocó o
prevaricó al respaldarlo.
Dice el art. 149.2
CE78: “Las materias no atribuidas
expresamente al Estado por esta Constitución podrán corresponder a las
Comunidades Autónomas, en virtud de sus respectivos Estatutos”. La torpeza
de los catalanes al aprobar su último estatuto fue total. Al no atribuirse el derecho
a hacer consultas populares que no fueran
por vía de referéndum tiene que aplicarse el artículo 149.3 CE78: La competencia sobre las materias que no se
hayan asumido por los Estatutos de Autonomía corresponderá al Estado. ¡Torpes;
más que torpes! Pero pese a toda esta mierda constitucional aún cabe arreglar este
entuerto promulgando una ley que evite el error del Bréxit; una ley que diga qué porcentajes se exigen según cuál sea la naturaleza de la consulta;
sus ámbitos geográficos; sus consecuencias políticas y económicas, etc.; una
ley donde el ciudadano sepa las consecuencias de su voto y, en consecuencia,
pueda votar de modo responsable. Los referenda donde el que vota en blanco no sabe las consecuencias de su voto son cosa
de las dictaduras nacionalistas, Franco los hizo, o de los nacionalistas dictatoriales, su imagen especular dextrógira.
El TC debió dar esta
interpretación a la consulta que se le hizo sobre la “consulta popular catalana” que por sus formas: las condiciones de organización,
participación y contabilidad, no se puede confundir, salvo con mala fe, con una
“consulta popular por vía de referéndum”.
Si uno no quiere dos
no discuten; pero si dos quieren discutir, la bronca es inevitable. Estas
Cortes son fraudulentas; no es representativo un Parlamento que atropella el
principio básico de la democracia una persona un voto ¿legalmente?, nadie quiere arreglar el entuerto. Todos,
es decir TODOS, distraen a los
ciudadanos con el "falso problema catalán”. La realidad, emergió en las últimas votaciones, es que la mayoría no es
independentista. Pero así se distrae la atención para que el ciudadano no exija su derecho a una constitución libremente
elegida que hoy sería posible libres de la presión del ejército franquista;
el fin de la corrupción que pudre el
Estado “desde la más altiva princesa a la que pesca en ruin barca”; el fin del atropello de los derechos
sociales que avergüenza a un país cuyos ciudadanos son solidarios; en suma, el fin del
atropello la libertad; la recuperación de la igualdad, fundamento de la democracia que se nos sigue negando.
¿Quousque
tándem Catlilina abutare patientiam nostram? ¡Ya van otros 40 años!
En España, “Dime de que alardeas y te diré de que
careces”, todos, es decir a TODOS, repiten, ese falso mantra “vivimos en democracia”. Eso no ocurre
en ningún país democrático. Se busca la fuerza de la mentira repetida para
ocultar la verdad: vivimos la
continuación de la dictadura franquista. “Sin complejos” dijo el Lic. ex-presidente Aznar. Sus tics ya han
desbordado el disfraz de esta dictablanda monárquica con la que Franco lo dejó
todo “atado y bien atado”. Nosotros,
pobres e ilusionados ingenuos, nos reímos. Al final emergió la verdad: ¡NO NOS REPRESENTAN! ¿Para
qué? A todos, ¡ A TODOS!, el fraude
del montaje les va ¡de muerte de bien!
Un justo pudo salvar Nínive. ¿A qué esperamos? Nosotros seguimos alienados; seguimos esperando a Godot.
0 comentarios:
Publicar un comentario