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29 sept 2015

Derrotemos a los dos

                La torpeza del Presidente Sr. Rajoy y la astuta malicia del Presidente Sr. Mas son dos opciones aparentemente distintas, aunque son la misma, de las que se ofrecen a los ciudadanos catalanes. Representan dos versiones distintas de la misma forma totalitaria y excluyente de hacer política. Tienen en común su desprecio a los demás que no les voten a los que apostrofan negando derecho a u opción legítima convirtiéndolos de contrincantes en enemigos agresores.
Son las mismas esencias totalitarias excluyentes en el ámbito geográfico en que se mueve cada uno: el uno en el ámbito catalán el otro en el ámbito español. Quien no vote a uno es un mal catalán, quien no vote al otro es un mal español.
Con Franco quien no le apoyara era declarado “mal español”, “desafecto al régimen”, “compañero de viaje”, anti-español”, “anti-cristiano”. No ha resucitado Franco, se reencarnó en todos estos totalitarios disfrazados de demócratas que disimularon el estigma del régimen que tiene la monarquía que él se inventó, cómplices para que “todo quedara atado y bien atado”.
¡Y vaya si ha quedado! Están repitiendo la historia que conocen bien cometiendo los mismos errores. Esperan también ellos su triunfo tras este encizañamiento entre españoles.
                Estas elecciones son unas elecciones para elegir quien deberá presidir el gobierno de Catalunya. El déficit democrático propio de la constitución franquista, las insuperables torpezas del partido más continuista del régimen anterior a nivel global y la trapacería de su continuador en su versión catalana han conseguido encenagar la votación para poder manipular en ese río revuelto los resultados, sean estos los que sean, para afirmar que su propuesta ha ganado.
                Los partidos que hicieron plebiscitarias estas elecciones declararán si no logran mayoría de votos declararán que “según la legalidad”, la que rechazan, lo importante es el número de representantes. Olvidarán “el derecho a decidir de los catalanes” y declararán el superior valor del “derecho a decidir de los representantes” y exigiendo “respeto a la ley” que van a incumplir utilizarán la ley electoral olvidándose de que las plantearan como unas elecciones plebiscitarias y que la mayoría de los catalanes han negado su voto a quienes quieren “la independencia”.
                En el caso, al parecer improbable, que logre mayoría de votos, ignorará que una decisión de esta naturaleza no se aprueba en ningún sitio por mayoría simple sino cualificada tal como establece el propio Estatuto que ellos propusieron para el caso de decisiones significativas.
                Si tampoco logran la mayoría de representantes, y aún menos respaldo popular, no hay que descartar que no exijan los representantes del PP que apoyen su lista por ser la más votada -esa es la tesis de Rajoy - y declaren la independencia. Será interesante ver qué decide el PP.
                Otra opción que logren la mayoría sin necesidad del PP aliándose con algún otro partido independentista y que, pese a tener en total menos votos que la mayoría simple, les permitan gobernar y proclamar la independencia pese a la evidente derrota plebiscitaria.
                Otra opción más es que no logren gobernar. Entonces recordarán que se trataba de unas elecciones al parlamento y que desde él ejercerán el mandato que se les dio en pro de la independencia pese a que la mayoría de los votantes lo que les dijo fue que no la quería.
                Por su parte el PP, como imagen especular que es, recordará el fracaso de la “ilegal” consulta plebiscitaria en todos los casos en los que el número de votos no supere el mínimo, que al parecer serán todos.
En el caso de que sea la lista más votada votará en contra de su elección.
Más aun, no dudarán en apoyar cualquier coalición para la elección de cualquier otro candidato que se proponga por opuesto que sea ideológicamente a su proyecto político a fin de que en segunda vuelta no gane la lista más votada.
Y en el caso, que se pronostica improbable, de mayoría de representantes y de votos recordará, tendrá “razón legal” la falta de competencia para la declaración unilateral de la independencia sino que, y ahora tendría “razón legal y moral”  que de acuerdo con el Estatuto una decisión de esta envergadura exige una mayoría cualificada.
Ante semejante comportamiento de los dos grandes trapaceros yo creo que el sentido común de los catalanes debería de invitarles a derrotar a ambas formaciones políticas eligiendo cualquiera de las demás que por mucho que sea su desacuerdo con ellas son más sensatas.
Eso tendría un valor plebiscitario de llamada al sentido común: al seny. Sorprende ver enfrentadas a dos ideologías tan iguales con un pasado de tan estrecha colaboración ”en todo”.
No los hemos derrotado a los dos pero ninguno consiguió su objetivo. ¡Menos mal!

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