El lamentable espectáculo de Hungría
debería ayudarnos a pensar en cuáles son las consecuencias de los
planteamientos nacionalistas y de cuán triste es ver que se cumple una vez más
el adagio “no pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió”.
Fue en
1956, cuando yo iniciaba mis estudios universitarios, en que tras un discurso
de Kruschev invitando a que cada país fuera dueño de sus destinos se produjo
una mini-revolución en Hungría que acabaría llevando al poder a Imre Nagy. A
todos nos pareció maravilloso.
Quizá su
propuesta de darse de baja del Pacto de Varsovia desmilitarizándose en plan austríaco
era más de lo que la URSS estaba dispuesta a tolerar. Pocos días después la revolución
quedó aplastada a sangre y fuego con la invasión a golpe de carros de combate.
Al pobre de Nagy lo fusilaron. Por aquellas fechas la crisis del canal de Suez nacionalizado
por Nasser tas derrocar al gordito Rey Faruk tenía el interés de los
occidentales más en cuestiones de respetar “derechos del capital” que en
cuestiones de “derechos de las personas.” ¿Ha cambiado algo?
Varios
cientos de miles de húngaros huyeron buscando la libertad y la vida y nadie en
occidente se lo impidió sino que todos fueron acogidos de modo solidario.
Una década
después lo intentaron los checos, fue la famosa “primavera de Praga” de 1967.
Tampoco sirvió de nada que Dubcek fuera como Nagy un hombre del partido. El intento
duró un poco más pero acabó del mismo modo aunque Dubcek salvó la vida y una
década después presidiría la Asamblea Federal. Miles de checoeslovacos huyeron
a Occidente.
Los
ignorantes de la historia están dispuestos a reescribirla. Eso pasa en España.
Más de medio millón de españoles por el delito de ser demócratas y republicanos
tuvieron que huir para salvar su vida de la barbarie nazi-fascista que organizó
el golpista general Franco con el apoyo de la eterna derecha y de la iglesia
católica. No hubo piedad para los que se quedaron dentro.
El nombre
legal - en España a esta gente le preocupa siempre “la legalidad” - fue el de ”depuración”.
“Legal” fue el delito de los depurados leales a la democracia republicana. “rebeldes
contra el Estado fascista”, Unos pagaron su “delito democrático” con años de
esclavitud - muchos de ellos construyeron el Valle de los Caídos AMDG (Ad Maiorem Dictatoris Gloriam) - otros,
además, con la pérdida de sus empleos, sobre todo los que se dedicaban a la enseñanza
anulando sus oposiciones o simplemente expulsándolos del cuerpo; otros, por
fin, con la vida. Y no olvidemos a los que, siendo niños, fueron secuestrados “legalmente”,
¡eso sí!
. Entre los países más receptivos se encontraron Francia,
México y Argentina, pero no podemos olvidarnos de Chile, de Cuba, de la
República Dominicana y de la Unión Soviética. Los primeros emigrantes fueron
algunos cientos de niños que ya desde el 36 fueron evacuados a través de la Oficina
de Refugiados. Hallaron acogida en la URSS, en Francia, En Bélgica y en México
donde todavía se recuerda a los llamados “Niños de Morelia”.
La historia
más desgraciada fue la de Francia; internados en campos de concentración luego
bajo el gobierno de Vichy muchos acabarían en los campos alemanes. Quizá el
mejor trato fue el que recibieron en México, donde se fundó el Instituto de
España en México.
No cabe
extrañarse que hoy la misma derecha repita su comportamiento ahora con los que
huyen de otros países - ¿hay diferencia en querer vivir huyendo de la guerra o
huyendo de la miseria? - y declare que la frontera de España empieza en el culo
de los Guardias Civiles que - ¿legal o ilegalmente? - realizan deportaciones “en
caliente” a pelotazos o a porrazos dando un vergonzoso ejemplo dela falta de
representatvidad de la sociedad que tiene este Gobierno.
La reacción
de la sociedad ha sido el rechazo a semejantes comportamientos que ¡como no!,
recibió el respaldo de la mayoría del Congreso quedando en evidencia; y la oferta
de casas a quien pueda necesitarlas. Una oferta que si se vehicula a través de
los ayuntamientos será real pero dudo que lo sea si mete en ella sus zarpas este
Gobierno al que le deseo feliz deceso.
Pero no
debo de dejar de reconocer la excelente definición de frontera dada por el
Ministro del Interior. Que las fronteras estén en el culo de alguien, sea quien,
sea: es lo propio de lo que, por “legal” que sea, es una “mierda”; sin duda “legal”
que es lo que les preocupa, pero una “mierda legal”.
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