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29 nov 2014

La historia interminable

Si uno no quiere dos no discuten; pero si dos se empeñan no hay forma de evitar la discusión. Esta podría ser la conclusión de la actitud empecinada de los  Srs. Más y Rajoy. ¿Acaso  no hay problemas más acuciantes que atender en la sociedad que presiden: paro, hambre, desahucios, desatención sanitaria, sin olvidar las causas que lo producen, corrupción masiva dentro y fuera delos partidos que dirigen cada uno en Catalunya y en el resto de España.
Se decía en época de Franco “nada se parece más a un tonto de derechas que un tonto de izquierdas”; hoy podríamos decir “nada se parece más a un tonto de derechas que otro tonto de derechas” frase a la que podríamos añadir una coda, “salvo los tontos de derechas que votan al uno y al otro”. Y para que nadie se sienta molesto la frase es perfectamente modificable y válida si en lugar de derechas ponemos izquierdas.
Todos somos miembros de una familia, vivimos en un barrio de una ciudad que está en una provincia que es parte de un región – políticamente llamada autonomía en la actualidad – que a su vez es parte de un país que en estos momentos es parte de la Unión Europea. Aquí termina la vinculación política de cada uno que la vinculación histórico-geográfica nos convierte en europeos y la sociológico-cultural en hispano-parlantes o en occidentales según nos fijemos en la lengua o en la cultura grecolatina común que ha precedido la que existe ahora en cada país con ligeras divergencias, lo que incluye a América. La última vinculación colectiva es la de ser seres humanos. ¿De qué comunidad se siente Vd. parte?
Personalmente, al margen de mi realidad política, yo me siento ser humano. Revisando la historia se ve un movimiento imparable cada vez más pactado en vez de impuesto hacia el crecimiento y la unidad. De la familia extensa pasamos a la tribu y de la tribu a las ciudades estado que acabaron convirtiéndose en reinos que cuando había varios juntos formaban un imperio.
Aunque la violencia parece difícil de desterrar, el número de pactos y asociaciones comerciales y/o políticas entre comunidades que no hace tanto tiempo resolvían sus conflictos de modo bélico supera el de pactos militares agresivos, aunque todos se declaren defensivos. ¿Qué sentido tienen ante esta realidad que parece fruto de los tiempos la promoción de movimientos secesionistas? Yo creo que ninguno.
Recuerdo que en mi juventud unos compañeros visitaron el nosocomio de Conxo, próximo a Santiago, donde estaban recogidos gente con mayores o menores perturbaciones mentales. Volvieron muertos de risa, no le vi la gracia, contando la disputa entre dos internos uno de los cuales se declaraba más gallego que español y el otro más español que gallego. La disculpa por el lugar donde estaban es obligada. ¿Qué disculpa tienen los que están fuera? Leo unas declaraciones de Juan Marsé: “un servidor no es nacionalista, ni independentista, ni soberanista, ni españolista, ni catalanista, ni baturrista, ni feminista, ni ciclista, ni lampista, ni golfista, ni saxofonista, ,,,¿Queda claro?”
Sin duda debería quedar claro para todo el mundo pero hay unos cuantos millones de personas para los que no está claro y siguen dispuestos a escribir “la historia interminable”. 
Algo parecido, aunque aquí el futuro es esperanzador, ocurre con los movimientos republicanos ¿que maldición los preside? incapaces de unificar su acción política existiendo una ALTERNATIVA REPUBLICANA que valdría la pena considerar si conseguimos hacer que cuaje entre todos.

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