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10 nov 2016

Quo vadiss? Democratia quaerens


España, como cualquier país, es una gran nación y tiene los ingredientes necesarios para que sea un privilegio vivir en ella salvo una parte de sus propios ciudadanos, algo que le ocurre a todas las naciones. En su articulo Quo Vadis? (ABC 05.11.16) el Sr. Sagardoy citaba a Ganivet que dijera que “si se examina la constitución ideal de España el elemento moral más profundo es el estoicismo”. Estoy en desacuerdo con él. El elemento moral más profundo es el del servilismo que no tiene nada de estoico sino todo de resignado; el estoicismo es una opción y la resignación una rendición tras reconocer la propia incapacidad.
Nos vencieron en 1939 por no identificar a nuestro enemigo;  lo han hecho en 2016 por igual razón ante el mismo enemigo: el capitalismo antidemocrático, al entregar el Gobierno al partido que en los breves años del 2016 ha logrado, aunque de modo más incruento, lo que logró Franco en el siglo pasado:  el mayor retroceso de derechos sociales de este siglo.
Sigue diciendo el autor: “así lo demuestra nuestra historia, que ha tenido tantos y tan impresionantes altibajos. Y siempre hemos resurgido. Por ir a lo reciente, después de una guerra civil fratricida y un periodo largo de dictadura, ha renacido una España próspera, culta, democrática, con un bienestar social envidiable y una convivencia ordenada; hasta el punto de estar entre los nueve países más relevantes del mundo”.
¿A qué viene esa presunción de originalidad? Eso hacen todos; somos IGUALES. Polonia llegó a desaparecer y ahí está. Hay países que nunca existieron y hoy son dictaduras civiles, dictaduras militares, dictaduras monárquicas y algunos repúblicas democráticas.
Mi discrepancia es total tras leer que “hemos arribado a una situación compleja y confusa” donde “la crisis nos ha golpeado duramente”. No hemos arribado a ningún puerto. Se nos han hecho encallar con engaños y mentiras: “no hay burbuja, pida dinero; el banco es su amigo. Ya se encargaría de quedarse con él, su piso y con Vd. y toda su familia endeudada”.  Esa fue la política del Gobierno Aznar del que fue Ministro Rajoy. Si ahora empieza a salir la punta del iceberg en los juzgados nadie dude que los 9/10 de la corrupción nunca verán la luz.
Leo luego una cita cómica de E. Sierra: “La madurez del Gobernante pasa por no usar la crisis para justificar todo, sino como la palanca sobre la que debemos consensuar el sueño común y hacerlo realidad”. El heredero designado por Aznar ha estado cuatro años y el quinto de regalo “justificándose con la herencia recibida” haciendo lo que quiso dando ánimos a los corruptos, oponiéndose a todos en su tarea de privar de derechos sociales a los trabajadores y a los inmigrantes “ilegales”. ¿Son o no derechos fundamentales? Si lo son, los tienen los españoles corruptos y los españoles titulares de las “tarjetas black” todos ellos penalmente ilegales; pero se priva de ellos sólo a los inmigrantes cuya  ilegalidad es solo administrativa.
Cita de nuevo a Ganivet y estoy de acuerdo. “Hay que restaurar el sentido común”. El de 1931. Entonces el bisabuelo del rey actual, heredó como el actual el “trono de su papá” logrado tras otro golpe de Estado, él de otro General: Martínez Campos. Se fue él solo.
El pueblo trabajó entonces como ha hecho siempre, bajo dictadores regios y militares; pero lo hizo con la ilusión de sentirse realmente dueño de su propio destino en los años en que disfrutó de una realidad parlamentaria democrática: la republicana. Ahora está en el paro bajo  una dictadura parlamentaria regia donde el separatismo nacionalista centrífugo sólo cobra fuerza ante la inepcia del nacionalismo centrípeto totalitario que ha regido estos últimos años.
                La tarea no es la de la unidad como no lo era tener gobierno. La tarea es la democracia real y participativa donde todo el mundo se sienta representado, como lo era tener un gobierno progresista y no éste paradigma del  refrán: “al que no quiere caldo ¡dos tazas”. La unidad no se impone: es el fruto del buen gobierno y el camino que llevamos es el contrario.
                Sin duda es mal índice que en un país, se televise o no, “un representante político rompa un auto judicial en público”, “otros de alta responsabilidad proclaman urbi et orbi que no acatarán las sentencias de los tribunales” y  que se haga argumentando “que la democracia está por encima de la ley”. Pero ni es un sinsentido, ni una  aberración jurídica; es el fruto de la corrupción integral del sistema. Lo ocurrido son síntomas, son índices, no causas. Otro síntoma más escandaloso, también televisado, fue la negativa de un Gobierno en funciones a rendir cuentas al pueblo soberano “del que emana todos los podres del Estado “ (art.12 CE78) las Cortes que no estaban en funciones.  Es otro índice en esta dictadura monárquica.
Sigue diciendo que “la Fundación Everis, con Eduardo Serra a la cabeza y con la aportación de cien personalidades de muy distinto signo” se preguntaba “si serán capaces los españoles de ponerse de acuerdo a la hora de definir una meta común sobre la España del futuro”; y añadía “seguramente más de uno se estará preguntando si es de verdad posible con tanta crispación y enfrentamiento”. ¡Claro que se puede! El problema es cuantos más muertos y maltratados piensa dejar por el camino en las vallas de Melilla y en los CIES; a cuantas más familias n dejar en la calle desahuciadas por los “fondos buitre” y los “bancos rapaces”.
Si estoy de acuerdo, en cambio, en que “ ha llegado el momento de volver a poner en valor el “nosotros” y lo “nuestro”. De acabar con el enriquecimiento de “ellos” a costa del expolio de “nosotros”; de acabar con la corrupción “de ellos” a costa del regreso a la miseria, de “nosotros”; de acabar con el “respeto a la ley y al orden”  de la ley mordaza de “ellos” para conseguir “el respeto a los derechos fundamentales” de “nosotros”. De este respeto es de donde podrían nacer el fruto: tener ley el orden. El logrado al revés se llama represión.
También es errónea la queja “un sistema capitalista sin empleo, es decir, con un paro escandaloso, es algo indecente y éticamente deplorable”. ¿No es en “eso” en lo que consiste un sistema capitalista? ¡Claro que es algo indecente y éticamente deplorable.
Y por supuesto  que hay que “incentivar la economía del conocimiento”, “fomentar la inversión, también la pública, mediante incentivos tecnológicos, fiscales y de cultura empresarial” pero no “asimismo, hay que lograr que mejore el nivel salarial”, sino al revés.
Sólo cuando mejore el nivel salarial aumentará la demanda privada y los impuestos recaudados con los que se financiará la demanda pública que reactivará la economía y así se realimentará la espiral que permitirá recuperar los derechos sociales; uno de ellos es el desarrollo de la i+D en unas condiciones de competitividad tales que obligue a las empresas a su mejora tecnológica sin necesidad de incentivos fiscales, habitualmente fraudulentos. Su incentivo será no desaparecer. ¿existe algún incentivo más potente?
Es cómico leer que ahora “hay que insistir en modificar la legislación laboral no “apretando” más las condiciones de trabajo”. Que las empresas paguen sus impuestos en vez de incrementar sus beneficios es la legislación laboral que hay que modificar; que pague las cuotas de la Seguridad Social en vez de legalizar su impago para que quiebre; que las empresas paguen impuestos acabando con esas desgravaciones fiscales fraudulentas; que los bancos sean condenados por fraude a Hacienda cada vez que ponga un solo euro en un paraíso fiscal.
Sin duda “otro de los grandes retos es el de la educación” pero es imposible que “ los políticos se pongan de acuerdo en una ley armonizadora, moderna y dinámica de la educación, cuando es la base de la prosperidad más decisiva” si el gobierno aumenta las tasas, disminuye las becas y lanza “al paro docente” a los jóvenes que quieren estudiar como antes lanzara “al paro laboral” a los jóvenes que querían trabajar. Sí estoy de acuerdo en que hay que decir lo mismo de la elección de los Tribunales Superiores, Supremo y Constitucional” y despolitizarla.
Concluye el articulista: “la juventud es la base de nuestro futuro y en los momentos actuales hace falta que se impliquen más en los problemas de España, que se interesen”. Una verdad inútil: La juventud no puede implicarse más ni educándose más ni creando más riqueza porque esa juventud ha sido condenada por el Gobierno al “paro docente” y al “paro laboral”.
Muchos, jóvenes y no tan jóvenes esperamos con ilusión que tras esta “restauración borbónica “atada y bien atada” la tercera que se produce tras un golpe de Estado, su duración sea como en las dos precedentes: dos reyes y se desate el nudo o se corte.  Sería el primer síntoma del fin de esta corrupción nacida en la dictadura militar y consolidada bajo la regia y de que hemos vuelto a recuperar la democracia.
Esperemos que esta vez el capitalismo y la iglesia no reorganicen otro golpe de Estado.

“¿A dónde vas?” se preguntaba el autor; yo le respondo, “busco la democracia”.

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