Toda
dictadura monárquica es un fraude aunque de cada ve el fraude varía. El más
viejo es que era de “derecho divino”. La iglesia apoyó la mentira; la cobró en ilegítimos
privilegios que aún conserva en gran parte. Añadió al concepto de “delito” el “pecado
mortal” por oponerse “a lo que Dios quería” pero se dio el derecho a “revocar
la obligación de respetar al rey” que equivalía a enmendarle la plana a dios “que
había querido que el rey fuera rey”.
Esa estupidez
ya se rechazó entonces aunque algunos hoy la hayan recuperado. Los nobles aragoneses al jurar lealtad al rey
empleaban la siguiente fórmula: “Nos, que valemos tanto como vos os hacemos rey
y señor con tal de que nos guardéis nuestoros fueros y libertades y sino NO”. Ni
Dios tenía que ver en el nombramiento del Rey ni la iglesia ni el Papa. Esta
gente no defendía al pueblo por eso más que “populistas” eran “nobilistas”.
Oliverio
Cronwell le cortó la cabeza al Rey de Inglaterra. Fue un hombre controvertido. Para muchos fue un
populista. Sus defensores hablan de su liderazgo, su sentido de estado
y el rechazar ser nombrado rey con derecho de herencia. Sus detractores destacan
que atropelló muchas tradiciones, su ambición y autoritarismo. Que reinstaurada
la dictadura monárquica se exhumara su cadáver, se decapitara y expusiera a la pública
vejación parece invitar a pensar que en conjunto hizo más bien que mal.
El borbón
francés, Luis XVI, fue un traidor. Como sus parientes españoles, Fernando VII
no fue el último, trajo tropas extranjeras para atropellar a sus súbditos que
eran una panda
de populistas. Los Estados Generales lo condenaron y fue guillotinado.
De esto se libraron los borbones
españoles que también fueron traidores. Y hoy ya no hay pena de muerte.
En 1868 los populistas derrocarón
a un dictador monárquico, en este caso dictadora, Isabel II. Estos populistas de
1868 reconocieron, ¡que no concedieron!, el derecho al voto de los
varones mayores de 25 años casi cuatro millones de personas más de la
mitad de los cuales eran analfabetos. Como eran populistas decían que una cosa era no
saber leer y escribir y otra no saber razonar. Y como todo el mundo razona
puede votar. ¡Vaya
con los populistas!
Y declararon: “La obra política de las generaciones que
nos han precedido ha sido una lucha incansable por amparar la libertad bajo las
garantías que ofrece el régimen parlamentario”. Y La CE69 decía: “La Nación
Española y en sus nombre las Cortes Constituyentes elegidas por sufragio
universal deseando afianzar la justicia,
la libertad y la seguridad y proveer al bien de cuantos vivan en España,
decretan y sancionan la siguiente constitución”. ¡Serán populistas!
Bajo Amadeo
I, un rey progresista que se fue porque las “fuerzas vivas” de la derecha: la iglesia
y los propietarios eran reaccionarios rigió este principio
populista. La constitución no nata de la I República siguió la senda populista hasta sufrir el golpe de estado: el segundo borbonazo
que también solo duró dos reyes. Creó un Senado con senadores vitalicios con
derecho de veto para anular la democracia del Congreso. Los borbones no son populistas.
De nuevo el
pueblo soberano solo aguantó a dos borbones. Alfonso XIII tuvo menos suerte que
Isabel II pero más que Luis XVI. La II República, ¡panda de populistas!, también le
condenó por traidor como a Luis XVI, pero siguió vivo. La II República reconoció,
¡no concedió!, el voto a las mujeres ¡serán populistas! Ellas todavía eran más analfabetas que
los varones.
Tras el
golpe de Estado de Franco, él nos impuso a los borbones tarea en lo que le ayudó
Suárez. Lo sabíamos y ahora tenemos la prueba del Impuesto el borbón Aznar tuvo un toque
populista. Rechazó la esencia de la democracia representativa donde
los representantes son los electores que eligen. Él exigía que se le eligiera a
él por ser el partido más votado. Rajoy ha tenido otro ramalazo populista al
exigir lo mismo. Ambos populistas lo lograron.
Pero
Rajoy ya está ya curado de populismo.
En las próximas elecciones de su partido se
ha opuesto a que los afiliados – el pueblo de su partido – pueda votar. No quiere
seguir el esquema democrático de los partidos de la derecha en Francia.
Populismo
sí, pero dentro de un orden. Es el viejo esquema franquista que conserva vivo el PP: la ley del embudo: el populismo es
decente si lo ejerce la derecha reaccionaria.
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