Cuando
estudiaba mi bachillerato en la clase de Historia se señalaba como comienzo de
la civilización el que los grupos humanos rindieran honores a los muertos como
una diferencia de las sociedades animales. De hecho todas las asociaciones
religiosas y políticas tienen un sistema más o menos teatral para despedir a
los muertos y enterrarlos. Eso es algo que tienen en común incluso con las
asociaciones delictivas. Éstas, dentro de su esquema de valores, también
aprecian más a unos muertos que a otros y les rinden testimonio cuando
fallecen.
Es común a
todas esas asociaciones que aunque el muerto hubiera sido un asesino asqueroso
si en su vida benefició a la sociedad con sus asesinatos o con cualquier otro
tipo de delitos la ceremonia de su inhumación sea “por todo lo alto”. Y si
pueden, porque tienen el poder del Gobierno, aunque solo sea a nivel municipal,
les dedican una calle o les erigen un monumento. Muchas veces, cuando la
cordura regresa a la sociedad esos monumentos desaparecen discretamente, ¿no
merecerían ser volados con una bomba, al margen del mérito escultórico de la
efigie? y el nombre de las calles cambia dedicándose a la memoria a alguien que
pasó también la historia pero beneficiando a la humanidad y no haciéndole daño.
Una forma
tradicional que las inicuas leyes de las dictaduras monárquicas contemplaban y
ejercían hasta hace pocos año consistía en deshonrar a los cadáveres de
distintas formas: una era la de descuartizarlos atándoles sus cuatro miembros a
cuatro caballos; otra era cortarles la cabeza y tenerla expuesta clavada en una
pica en la plaza mayor para escarmiento de los que se resistían al abuso del
poder; otra, un reciente acto de terrorismo, era dejar flotar los cadáveres de
los asesinados rio abajo o enterrar a los asesinados en cunetas o campos como
perros.
Cabe
discutir si matar a una persona es o no un delito y en el caso de hacerlo en
defensa propia constituye una eximente. Pero no existe ninguna eximente en el
delito de escarnecer a un cadáver. Constituye un delito indiscutiblemente
doloso que nace de la mala calidad humana, que busca hacer daño sin más
beneficio que dar gusto al odio del delincuente que lo hace.
Dice el
art. 526 CP: “El que faltando al debido respeto a la memoria de los muertos violare
los sepulcros o sepulturas, profanare un cadáver o sus cenizas o con ánimo de
ultraje destruyere, alterare o dañare las urnas funerarias, panteones, lápidas
o nichos será castigado con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de
seis a diez meses”.
Un artículo no escrito en el Código dice: Los
que faltando al debido respeto a la memoria de los muertos se opusiere a que
estos, tras haber sido ultrajados por sus asesinos siendo enterrados como
perros, se opongan directa o indirectamente a que puedan ser exhumados y recibir
el respeto que merece un cadáver acabando con la profanación de mantenerlos enterrados en lugares
inadecuados para continuar el ultraje que sufrieron en vida los
asesinados y sus familiares podrán seguir cobrando su sueldo como Diputados o
Senadores si tienen suficientes compinches entre los ciudadanos con derecho a
voto y resultan elegidos por ellos.
Y yo me
pregunto si en vez de este inexistente texto, no por ello incumplido, no debería incluirse que quienes tal hicieran merecen, al menos, una
sanción idéntica a la del art. 526 CP. De ese de modo todo ciudadano, no digamos
ya si es un cargo político electo, no podría oponerse a rendir el
respeto que merecen toda las víctimas, enterrados como perros, obligando a aprobar su exhumación
bajo pena de sanción que se repitiera anualmente de persistir la negativa hasta honrar a todos los muertos.
Los Diputados
y Senadores del PP que junto con los colegas de otros partidos pueden modificar
este artículo del CP no están por la labor. Sospecho, a los hechos me remito,
que prefieren incumplir ese artículo no escrito y seguir ultrajando las
memorias de las víctimas, en muchos caso de las acciones de sus padres abuelos y
demás parientes y en los otros de sus correligionarios políticos.
Por
eso, y me disculpo por las excepciones, creo que no son personas civilizadas estos
diputados y senadores que apoyan este sistema monárquico dictatorial heredero de la dictadura creada por los que asesinaron y escarnecieron a los cadáveres enterrándolos
como perros y siguen dispuestos a hacerlo prefiriendo honrar así la memoria histórica de sus asesinos. Sólo una democracia, es decir, una república, en España los muertos
podrán descansar en paz y ser respetados por todos.
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