Me acerqué con
interés a un artículo titulado “El sueño de Maquiavelo” de Javier Cercás.
“Soy de izquierdas”, leí; mal comienzo,
pensé, suena a coartada para justificar futuras incongruencias. Y así fue al
leer su nueva confesión/coartada: “Siempre
lo fui y es probable que siempre lo sea porque por mucho que uno quiera a los 53
años no se cambia”. ¡Qué tonterías dicen los jóvenes!, puedo decir por ser
mayor que el autor pero no es cuestión de edad. Sólo los muertos no cambian;
los vivos tenemos la diaria y atractiva posibilidad de mejorar.
Cuando luego
dice que “si uno es joven, lo que mola es
decir que izquierda y derecha no existen” supongo que se refiere a los
jóvenes de derecha y de extrema derecha. Y termina con otra declaración de “¿pureza
de sangre de izquierda?”: “si algún día
voto a las derechas me saldrán ronchas por todas partes, incluido por el culo”.
Su conclusión es propia de una declaración ex cátedra: “lo que no acabo de entender es que [un votante de
izquierdas] a menos que lo haga con el
legítimo propósito de brillar en sociedad se lo confíe a Podemos”.
¡Vaya con
el razonamiento de este izquierdoso? Se siente Pontífice anatematizando a los
demás cuando dice que el votante de Podemos tiene que elegir entre “no ser de izquierdas” o pretende “brillar en sociedad”. Su justificación
“moral”: “mi recelo ante el moralismo de
Podemos primero porque la virtud ni se predica ni se exhibe sino que se ejerce
(a ser posible a escondidas: la virtud es secreta o no es)” es una
acusación de fraude en el mismo diario que publica la noticia: “un millar largo
de políticos con causas judiciales pendientes”.
Negar que “pueda confiarse en la cúpula de un partido
que en cuanto vislumbra el poder e intuye que sólo podría alcanzarlo cambiando
completo de ideas, pasa en un pispás del bolivarismo vehemente
anticapitalista … a la socialdemocracia sólidamente
capitalista…” revela que este izquierdoso que publica la doctrina de la
FAES no se atreve a salir del armario cuando luego les reprocha ”echar la culpa de todo a la Transición a reclamar la vuelta del llamado espíritu de
la Transición”.
La culpa de
la prometida Transición a la democracia es que se ha quedado en una dictadura
monárquica fraudulenta. La CE78 dice “La soberanía reside en el pueblo de donde
emanan todos los poderes del Estado”(art. 1.2) pero al rey lo eligió
FRANCO.
Otro fraude
de la CE78 es el art. 14: ´”Los españoles son iguales ante la ley, sin que
pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo,
religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. El Jefe del Estado pretende serlo per
vitam aeternam, que es lo que define a una dictadura.
Y también
es falso el art. 9.1: “Los ciudadanos y los poderes públicos están
sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico”. Ningún
ciudadano puede ser Jefe del Estado alegando el art.14 o el 1.2. El título II
de la CE78: “De la Corona” afirma la dictadura monárquica. Valió cuando se
creía que el poder regio venía de Dios. Ahora viene del “CAUDILLO DE ESPAÑA POR
LA GRACIA DE DIOS”. El “poder divino de esta monarquía” ha venido por vía
franquista.
El espíritu
de la Transición era lograr la democracia sin que el ruido de sables acabara en
otro genocidio. Hoy ese riesgo no existe y la dictablanda cumplió su papel. Es
hora del cese agradeciéndole los servicios prestados que han sido más que bien
pagados.
“Apelar en Barcelona a las raíces de los
inmigrantes del resto de España” no permite calificar a Podemos de ser un “PP o Ciudadanos de izquierda” y tampoco
hay incongruencia en “proclamar a todas
horas la plurinacionalidad del Estado”. Lo fue con los Habsburgo en toda
Europa y es un poco ruin reprochar un cambio “al olisquear” la Moncloa, y falsa la imputación de que hace “trampa” al no especificar la naturaleza
del referéndum. Y es incongruente criticar a los jóvenes por decir que “no hay derechas ni izquierdas” para
acabar diciendo lo mismo: “En el fondo
por una vez, no se trata de izquierda o de derecha”. ¡Vaya si las hay!
Finaliza el
artículo con un mensaje que podría haber firmado Rajoy: “lo que yo temo de verdad es que detrás de la primera máscara [la
socialdemócrata] aparezca otra [la
bolivariana] y luego otra [¿] y otra [¿] y otra [¿]. Y que al final no
haya nada”, ¿cómo van sus pruritos?
Ante la
nueva opción ¿para el PP? espero que aunque sea con profunda irritación por el
fracaso por los desacuerdos ¡que es de todos!, la izquierda no vote a Rajoy con
su abstención.
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