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9 may 2016

Miedo pánico

Recibo a través de change.org una petición del grupo DEMOS para que apoye con mi firma la petición al Lic. Presidente Rajoy para que asista a una convocatoria universitaria y discuta su programa electoral junto con los otros tres candidatos de los cuatro partidos que han obtenido más votos en los últimos comicios y, por supuesto, la firmo. En otros casos he firmado esperando que mi apoyo condujera al éxito de la propuesta; ahora lo hago sabiendo el fracaso.
No se trata del miedo al ridículo, que por inocente hasta es jocoso, de la incoherencia de sus frases. El Sr. Chaves hacía extraños juegos de silabas pero no rehuía explicar lo que pensaba y lo que hacía. Tampoco es miedo escénico inaceptable en quien ha ganado una oposición donde el riesgo no es el abucheo del público sino un discreto suspenso del tribunal que cancela tu vida profesional ¡al menos hasta la siguiente opción!
Es el miedo pánico del que no cree lo que defiende. Miedo a la confrontación con el raciocinio que nace de la libertad que flota en el ambiente de un acto universitario.
Es el miedo pánico que le aborda cuando ni es capaz de presentarse en rueda de prensa ante periodistas cuyas preguntas rozan el nivel de las alumnas bien educadas y domesticadas propia de un colegio de madres ursulinas; que confunden la calidad de las preguntas con el número de preguntas cuya respuesta ya se sabe; que aceptaron la primera rueda de prensa plasmática sin sentir la exigencia profesional que les obligada a levantarse e irse todos diciendo al Gabinete del “plasmático” que enviaran a sus redacciones la nota que, cuando Fraga fue ministro del dictador militar enviaba el Ministerio de la Gobernación con orden de publicación.
Veo en el extraordinario de EL PAIS una fotografía reveladora. Con cara de “padrino” defenestrado su padre putativo pasa delante de él con la ridícula arrogancia de los dictadores impotentes mientras Vd. mira al suelo ¿con humildad, con resignación o con miedo? Recuerdo aquella otra fotografía donde el Lic. Presidente Suárez permaneció con su mano extendida y mirándole a los ojos al General que se negó a dársela hasta que éste incapaz de soportar la situación se la estrechó porque se encontró en frente a quien sabía mandad con autoridad. Porque era un Presidente que sabía que era Presidente.
Ahora tenemos a u Presidente del Gobierno, por en funciones que esté, que no se atreve a mirar a la cara a quien le menosprecia, de quien baja la cerviz ante quien ya no es nadie. Lo suyo es la servilidad ante el que lo nombró, ante los “dueños del país” que le ordenan expoliar a los ciudadanos que creyeron que bajo esta dictadura monárquica no seguirían siendo súbditos.
Nada cabe esperar salvo el espectáculo diario: la huida propia del cobarde que no se atreve a dar sus razones ante un Parlamento porque no tiene garantizada la mayoría que apruebe sus irracionales sinrazones por irracionales que sean; de quien huya diciendo que un Presidente no tiene por qué presentarse ante un Parlamento cuya confianza no tiene. Pero Vd. que es licenciado en derecho, ¿no cree que es un delito tipificado en el art. 502 del Código Penal? El Sr. Obama le habló a una Cámara de Senadores para pedir su apoyo a una reforma de la sanidad que no querían darle; el Sr. Mitterrand gobernó Francia cuando la oposición era mayoría en la Cámara de Diputados. Eran presidentes que ni se escondían, ni huían ni bajaban los ojos.
El error de su disculpa es que la falta la confianza no es de la mayoría del Congreso sino de la mayoría del ciudadano español “donde reside la soberanía y de donde emanan todos los poderes del Estado” (art. 1.2 CE78). Una mayoría de ciudadano que no confía en Vd. y es también es mayoría en el Congreso pese a la fraudulenta ley electoral que atropella el principio cero de la democracia representativa: una persona un voto ¡pero todos los votos iguales entre sí!, algo congruente con que el sistema sea una dictadura monárquica.
Vd., Lic. Presidente en funciones es de los que sólo sabe mandar “cuando todo está atado y bien atado”. Mandar a serviles; a los que aceptan la designación del poder; a los que temen la democracia; le sale rana a quienes se creyeron que como Putin habían dejado “todo atado y bien atado”. Tanto patetismo ha inundado el país y ha hundido en la miseria a los trabajadores que necesitaban un Estado y un Gobierno democráticos - ya seque eso es pedir peras a este olmo -  que protegiera sus derechos, no que los atropellara. Vd. no se atreverá nunca a presentarse ante una juventud universitaria que aún ama la libertad de expresión

Pese a toda esta convicción que me invade, he firmado la petición sabiendo su fracaso.

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