Recibo a
través de change.org una petición del grupo DEMOS para que apoye con mi firma la
petición al Lic. Presidente Rajoy para que asista a una convocatoria
universitaria y discuta su programa electoral junto con los otros tres candidatos
de los cuatro partidos que han obtenido más votos en los últimos comicios y,
por supuesto, la firmo. En otros casos he firmado esperando que mi apoyo condujera
al éxito de la propuesta; ahora lo hago sabiendo el fracaso.
No se trata
del miedo al ridículo, que por inocente hasta es jocoso, de la incoherencia de
sus frases. El Sr. Chaves hacía extraños juegos de silabas pero no rehuía explicar
lo que pensaba y lo que hacía. Tampoco es miedo escénico inaceptable en quien ha
ganado una oposición donde el riesgo no es el abucheo del público sino un
discreto suspenso del tribunal que cancela tu vida profesional ¡al menos hasta
la siguiente opción!
Es el miedo
pánico del que no cree lo que defiende. Miedo a la confrontación con el
raciocinio que nace de la libertad que flota en el ambiente de un acto
universitario.
Es el miedo
pánico que le aborda cuando ni es capaz de presentarse en rueda de prensa ante periodistas
cuyas preguntas rozan el nivel de las alumnas bien educadas y domesticadas
propia de un colegio de madres ursulinas; que confunden la calidad de las
preguntas con el número de preguntas cuya respuesta ya se sabe; que aceptaron
la primera rueda de prensa plasmática sin sentir la exigencia profesional que
les obligada a levantarse e irse todos diciendo al Gabinete del “plasmático”
que enviaran a sus redacciones la nota que, cuando Fraga fue ministro del
dictador militar enviaba el Ministerio de la Gobernación con orden de publicación.
Veo en el
extraordinario de EL PAIS una fotografía reveladora. Con cara de “padrino”
defenestrado su padre putativo pasa delante de él con la ridícula arrogancia de
los dictadores impotentes mientras Vd. mira al suelo ¿con humildad, con resignación
o con miedo? Recuerdo aquella otra fotografía donde el Lic. Presidente Suárez
permaneció con su mano extendida y mirándole a los ojos al General que se negó
a dársela hasta que éste incapaz de soportar la situación se la estrechó porque
se encontró en frente a quien sabía mandad con autoridad. Porque era un
Presidente que sabía que era Presidente.
Ahora
tenemos a u Presidente del Gobierno, por en funciones que esté, que no se atreve
a mirar a la cara a quien le menosprecia, de quien baja la cerviz ante quien ya
no es nadie. Lo suyo es la servilidad ante el que lo nombró, ante los “dueños
del país” que le ordenan expoliar a los ciudadanos que creyeron que bajo esta
dictadura monárquica no seguirían siendo súbditos.
Nada cabe
esperar salvo el espectáculo diario: la huida propia del cobarde que no se
atreve a dar sus razones ante un Parlamento porque no tiene garantizada la
mayoría que apruebe sus irracionales sinrazones por irracionales que sean; de
quien huya diciendo que un Presidente no tiene por qué presentarse ante un Parlamento
cuya confianza no tiene. Pero Vd. que es licenciado en derecho, ¿no cree que es
un delito tipificado en el art. 502 del Código Penal? El Sr. Obama le habló a
una Cámara de Senadores para pedir su apoyo a una reforma de la sanidad que no
querían darle; el Sr. Mitterrand gobernó Francia cuando la oposición era mayoría
en la Cámara de Diputados. Eran presidentes que ni se escondían, ni huían ni
bajaban los ojos.
El error de
su disculpa es que la falta la confianza no es de la mayoría del Congreso sino de
la mayoría del ciudadano español “donde reside la soberanía y de donde emanan
todos los poderes del Estado” (art. 1.2 CE78). Una mayoría de ciudadano que no
confía en Vd. y es también es mayoría en el Congreso pese a la fraudulenta ley
electoral que atropella el principio cero de la democracia representativa: una persona
un voto ¡pero todos los votos iguales entre sí!, algo congruente con que el
sistema sea una dictadura monárquica.
Vd., Lic.
Presidente en funciones es de los que sólo sabe mandar “cuando todo está atado
y bien atado”. Mandar a serviles; a los que aceptan la designación del poder; a
los que temen la democracia; le sale rana a quienes se creyeron que como Putin habían
dejado “todo atado y bien atado”. Tanto patetismo ha inundado el país y ha
hundido en la miseria a los trabajadores que necesitaban un Estado y un
Gobierno democráticos - ya seque eso es pedir peras a este olmo - que protegiera sus derechos, no que los
atropellara. Vd. no se atreverá nunca a presentarse ante una juventud universitaria
que aún ama la libertad de expresión
Pese a toda esta convicción que
me invade, he firmado la petición sabiendo su fracaso.
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