Interesante al artículo “La autodeterminación sin argumentos”; por Juan José Solozábal,
catedrático de Derecho Constitucional en la UAM (EL PAIS, 10.01.2018)
Reconoce el autor que “los que demandan la celebración de un
referéndum de independencia en Cataluña son hasta el 80% del electorado,
tratándose por tanto de una solicitud que no puede desoírse, se dice, pues es
reclamada tanto por los secesionistas como por quienes no lo son” pero se opone
a esta argumentación alegando que “los títulos de la independencia y de la
autodeterminación son bien diferentes”.
Sin duda; pero lo que concita tan
alto porcentaje de apoyo, es el derecho
a opinar, que es lo que implica un referéndum no vinculante y ese derecho
está reconocido como Derecho Fundamental que es el que M. Rajoy y sus ministros
han prohibido de modo inconstitucional
Reconoce asimismo que “la demanda de la independencia de una
parte del territorio nacional, que es plenamente legítima, y que está
reconocida en nuestro ordenamiento jurídico”, algo que ha demonizado M.
Rajoy y sus ministros creando un conflicto social entre españoles con evidentes
réditos políticos aunque el resultado en Cataluña debería hacerle reflexionar
si tuviera capacidad para ello. Sin duda “la
exigencia de que se celebre un referéndum de autodeterminación al respecto”
es otro asunto pero también es constitucional si se plantea en toda España. Pero M. Rajoy y sus ministros después de alegar que
eso habría que consultarlo en toda España tampoco lo hizo.
Reconoce que: “Si comenzamos por ocuparnos de la independencia, y atendemos a la
legitimidad de su reclamación, nada habría de oponerse por principio. Diríamos
que las naciones no son datos inmodificables ni desde el punto de vista lógico
ni histórico: se trata de ámbitos territoriales de convivencia que no tienen un
origen divino ni son inmutables desde el punto de vista de la historia. Las
naciones son construcciones culturales, sometidas a las exigencias cambiantes
de sus destinatarios, de modo que no tendrá sentido un orden político que
deviniese un corsé insoportable o una cárcel para las mismas.
La cuestión que plantea el autor deriva
de que la CE78 es una dictadura monárquica fascista que continúa la dictadura
militar fascista que acabó con una democrática convivencia republicana. Con su guerra
italo-alemana-nazi-fascista impuso la unidad
“imperial” de España que consagra la CE78. Aunque “consiente una modificación de la Norma Fundamental” articula un
cínico procedimiento prácticamente inalcanzable; una real burla de ley.
Se equivoca cuando dice: “que cualquier demanda política pueda
incorporarse a la Norma Fundamental, siempre que la modificación no altere el
carácter democrático de la misma, es lo que legitima la prohibición de su
rebasamiento”, porque ninguna dictadura monárquica fascista . La herencia
de la Jefatura del Estado viene del juramento de Juan Calos I de los principios
del Alzamiento Nacional. Menos democrática es si la creó una dictadura militar
fascista. Se trata, aunque parcialmente, y es de lo que probablemente quisiera
todo el mundo: acabar con una dictadura
que prohíbe elegir al Jefe del Estado que nos discrimina a 47 millones de
personas con el art.14 CE78 y burlándose de nosotros con el art. 1.2CE78.
Sin duda el ejercicio de autodeterminación
tiene títulos discutibles pero no se llegara a esa exasperación de reconocer
que “la demanda de la independencia no
plantea problemas ni desde el punto de vista de su legitimidad ni de su
consecución efectiva en nuestro ordenamiento”. A ello que se opusieron
inconstitucionalmente M. Rajoy y sus ministros.
El poder del Estado se hace descansar en el pueblo español pero
en realidad descansa en cada uno de los españoles. Esa unidad se produjo cuando
se creía que la “finca” era propiedad del Rey – al que la hacienda y la vida se
ha de dar – donde los ciudadanos éramos como los demás animales que se
enajenaban con la finca sin pedirles su opinión. Y cuando empezamos a opinar se
impuso una dictadura monárquica al margen de la voluntad ciudadana donde la de
Franco fue el cuarto golpe de Estado: el primero el del General Elio, el
segundo el de los 100.000 hijos de San Luis el tercero el de Martínez Campos y
el cuarto el de Franco para imponer a los borbones a los que el pueblo pechara.
El movimiento catalán nace de una
mala gestión agravada por una mala explicación y control del reparto de los
Presupuestos Generales del Estado y de la corrupción que protege el régimen con
un gobierno apoyado por un partido acusado de corrupción hasta el tuétano.
Si la pregunta del referéndum no
vinculante es “quieren Vd. separarse del
resto de España” se le puede preguntar a todos los españoles y valorar la
respuesta a nivel provincial. Ése es el ámbito de la circunscripción que
reconoce el la Ley 3/1980 de Referendum. Una ley que podría haber incluido unos niveles más elevados, p. ej. 3/5 para que
resultara vinculante a nivel provincial. Una soberanía que sólo permite
opinar “al soberano” de modo no
vinculante declara que esa soberanía está
en otra parte; es decir, es una tomadura de pelo propio de una dictadura
monárquica fascista, por si hubiera alguna duda.
Alega el autor que “los referendos sobre la soberanía son
referendos de soberanía, pues contradecir la decisión del cuerpo electoral en
estas cuestiones es imposible en una democracia”. Incurre en una petición de
principio: esto es una dictadura monárquica por su forma y fascista por su origen. Aun siendo otra
dictadura monárquica el Reino Unido fue posible el referéndum de Escocia. Hace
un siglo fue posible otro entre Noruega y Suecia (1905) y el de Finlandia,
derrocado imperio ruso zarista (1917) tuvo más suerte que Estonia, Letonia y
Lituania que también lo intentaron ese año. El de Groenlandia y Dinamarca (2008)
reconoció el derecho de Groenlandia a la autodeterminación. También lo fue en
repúblicas democráticas: Canadá es una
democracia (1980 y 1995) y Checoeslovaquia (1993) también lo es.
Señala el autor que “nadie sensatamente diría que la autonomía
de Escocia o Quebec es mayor que la de Cataluña o el País Vasco porque aquellas
dispongan de un derecho efectivo de autodeterminación que nuestro ordenamiento,
mientras no sea modificado, no permite” un fraude fascista porque permite lo
que en la práctica es prácticamente imposible. Afirmar que sólo “lo que tienen derecho las comunidades
autónomas es a su autogobierno, esto es, a disponer de las oportunidades
suficientes para su desarrollo político” es un juego de palabras. Un
desarrollo político que prohíbe la secesión es otra tomadura de pelo. Es como
la soberanía que reconoce el art. 1.2, que no existe con el Jefe del Estado que
lo es porque quiso Franco; o como la de la no discriminación del art. 14, que
existe porque el Título II CE78 la mantiene tal y como la ordenara Franco dejando
“todo atado y bien atado”.
Esta
situación sólo tiene solución: el fin de la dictadura monárquica fascista. Que
se reconozca que cada ciudadano es el asiento de la soberanía que ejerce a
título colectivo a nivel municipal. Como lo ejerció Llivia rodeada de Francia
por todas partes. No tiene sentido eso de Tabarnia. Tampoco la imposición de una
minoría sobre una mayoría fruto de una
ley electoral que es un fraude de ley de una CE78 que declara que todos somos
iguales ante la ley la ley electoral otorga a algunos ciudadanos un 300 % más
de valor a su voto.
Dice el autor: “el federalismo es una forma política
compleja que trata de conjugar los momentos de la unidad con los
correspondientes al pluralismo. Pero si positivamente no puede funcionar sin la
solidaridad de sus integrantes, o affectio
comunis, el federalismo negativamente reposa en el rechazo del
expansionismo del Estado o Nación Grande y la amenaza de la separación de sus
integrantes, o naciones pequeñas”. El interés en una unidad que es beneficiosa para todos es
el real fundamento del federalismo.; no nos engañemos.
Claro que caben referenda
consultivos y vinculantes. Pero si se explica el coste del triunfo de
la secesión el referendum consultivo no se demandará y si se hace fracasará como
en Canadá y Escocia; sobre todo en la UE. El
Brexit hubiera fracasado con mejor información. Y si se propusiera un nuevo referéndum la
gente se lo pensaría otra vez.
Quien crea que la inmensa mayoría porque
no es tonta no tira piedras sobre su propio tejado no caerá en los romanticismo
del S. XIX y sus “esencias raciales”
con su sueño de una raza aria “superior” “en Alemania, el imperio romano en Italia y el
español en España. Del “sentido común”,
el racionalismo del S. XVIII, nació la UE; defectuosa pero un progreso. Basta
con explicarlo; poner las cartas boca arriba; desenmascarar a los corruptos y
defraudadores; informar cuantas sentencias del TS y del TC ha echado abajo el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Nadie querrá no secesionarse y salir de la
UE. Eso decidieron en Escocia.
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