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17 ago 2017

invitación ¿sincera? a la desobediencia civil

Es interesante el artículo “El deber de desobediencia civil” del Prof. Laporta, catedrático de Filosofía del Derecho de la UAM (EL PAIS, 16.08.2017); parte del recuerdo del segundo centenarito del nacimiento de Henry David Thoreau al que cita: “La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en todo momento aquello que considero recto”.
Señala el Prof Laporta que “La fuerza de una convicción de conciencia puede suspender la obligatoriedad jurídica de una norma del derecho vigente” aunque reconoce la dificultad del ejercicio de esa fuerza que, contrariamente a lo que dice, no fue desconocida en el viejo continente .Recordemos a S. Agustín cuya definición de ley: “la ordenación de la razón promulgada por quien tiene a su cuidado de la comunidad” implica el derecho a no obedecerla por el desorden de su irracionalidad. Fue mucho más allá el P. Mariana: “Cualquier ciudadano puede con justicia asesinar a aquel rey que se convierta en tirano por imponer impuestos a los ciudadanos sin su consentimiento, expropiarles injustamente su propiedad o impedir que se reúna un parlamento democrático”. Esa tesis ya fue puesta en práctica con Julio César; en época de Mariana con Enrique III y Enrique IV; mas tarde y con más formalidad con Luis XVI; falló con Hitler y Franco pero la sufrió de modo ultrajante Mussolini.  Se trata de ideas que se pueden calificar de “libertarias”: “El mejor gobierno es aquel que no gobierna en absoluto”, pero coinciden con las del capitalismo que rechaza la intervención del Gobierno.
                En los sistemas constitucionales, característica que no es sinónimo de democráticos, señala el Prof. Laporta la paradoja de “que se desobedece el derecho para reclamar obediencia al derecho mismo” tras lo cual establece un paralelismo entre el rechazo de los jóvenes norteamericanos a la guerra del Viet-Nam y la situación en Cataluña y no lo es tanto.
Dice el Prof. Laporta que en Cataluña “Un Gobierno legítimo está dando pasos deliberados para situarse fuera de la Constitución y del Estatut”, pero lo que ese Gobierno alega es que “El gobierno legítimo de España ha impedido el ejercicio democrático de la libertad de opinión que consagra la Constitución en fraude de ley” porque el art. 1.1 dice “España se constituye en un estado social y democrático de derecho” democracia que no puede prohibir una consulta cuya prohibición a conducido a los “lodos del procés”.
Es evidente que “desconexión no puede significar sino abandono de la legalidad”, pero la que se considera ilegal, que esa es la esencia de la desobediencia civil: ”apelar al derecho anterior para desobedecer el nuevo derecho producido como consecuencia de esos actos ilegales” es lo mismo que “apelar al nuevo derecho para desobedecer el anterior derecho como consecuencia de sus actos ilegales”. Todo depende de donde considere que se produce la ilegalidad el ciudadano “desobediente”, convertido en su propio juez. La razón para  desobedecer al Gobierno del Sr.Rajoy que impidió la consulta no vinculante que provocó “los lodos actuales”  tiene la misma esencia de desobediencia civil que la razón para desobedecer al Gobierno catalán para oponerse a colaborar en la “desconexión”: rechazar lo ilegítimo.
La lógica del Prof. Laporta: “Solo en la medida en que ese derecho a desobedecer civilmente se extienda más y más, las operaciones políticas del procés comenzarán a funcionar en el vacío y el proyecto colapsará por sí solo, como un edificio carente de cimentación” tiene su reflejo especular: “Solo en la medida en que ese derecho a desobedecer civilmente se extienda más y más, las operaciones políticas del procés comenzarán a cimentarse y el proyecto se consolidará”.
La referencia al art. 11 de la ley de la policía autonómica dice que “en ningún caso la obediencia debida podrá amparar órdenes que entrañen la ejecución de actos que manifiestamente constituyan delito o sean contrarios a la Constitución o a las leyes” deja en su mente decidir qué decisión si “entienden” más conforme con la Constitución y las leyes para de desobedecer a uno o al otro y como el Prof. Laporta señala “no parece demasiado forzado trasladar ese mismo razonamiento a funcionarios, interventores, servidores de las agencias, trabajadores públicos en general” en su defensa del derecho a la desobediencia civil que individualiza al máximo cuando afirma: “Lo que quizás cabría recordarles es que han de hacerlo pública y notoriamente, dándole a sus actos todo el hondo sentido jurídico que lleva consigo la actitud de la desobediencia civil”.
La reivindicación de que los ciudadanos “son titulares de ese derecho a defender sus garantías y sus leyes frente a un Gobierno o un Parlamento catalán desconectado, es decir, arbitrario e ilegal”, hasta el punto de señalar que “es también un auténtico deber moral de ciudadanía” poniendo como ejemplo lo que escribía Thoreau: “si unos cuantos miles de ciudadanos dejaran, por ejemplo, de pagar sus impuestos a un Gobierno como ese, esa no sería una conducta tan injusta e ilegal como pagarlos para sostenerlo y perpetuar su arbitrariedad”, es la justificación que el Prof. Laporta ofrece a todos los ciudadanos tomen la decisión que tomen para defender su derecho frente a la sanción que pretenda imponerles el poder que gane en la disputa si pretende ejercerlo de modo sancionador.
La opinión del Prof. Laporta es que se debe desobedecer al Gobierno de la Generalitat, pero con su misma argumentación se debe obedecer al Gobierno de la Generalitat yendo de la mano de la cita del Sr. Thoreau. Pero me temo que uno de los dos gobiernos, si prospera su tesis ejercerá su poder de modo nada respetuoso con los que ejerzan el derecho que se les reconoce a la desobediencia civil.
La memoria histórica, esa que algunos quieren que se ignore, impide olvidar qué fue lo que les pasó a los que defendieron la legalidad vigente  manos no de los que ejercieron la desobediencia civil, sino de los que violaron la constitución desde su primer artículo pero violentamente con las armas en la mano sin respetar inocentes porque de lo que se trataba era “crear el terror”, como dejo escrito el General Mola. Ahora al menos, no hay terroristas que puedan violar la Constitución o el Estatut con las armas en la mano aunque más de un loco lo haya pedido.

Confío que el Prof. Laporta aceptará defender a los que es previsible que se les quiera sancionar por ejercer la desobediencia civil creyendo que la Generalitat tenía la razón.

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