Leo un
artículo de Savater (EL PAIS, 13.08.20179 titulado “Los abstemios”. Denuncia que
los intelectuales antisecesión no se atrevan a manifestarse con libertad oponiéndose
oposición a esta propuesta política si no la comparten. El problema no es su
silencio sino que lo que ahora se llama la “sociedad civil”, antes se llamaba
“mayoría silenciosa” y todos reivindicaba su silencio como apoyo a sus tesis, esté
mayoritariamente callada frente a los dos grupos politizados de nacionalistas:
los favorables a la posición de la integridad
territorial por encima de todo y su imagen especular la secesión territorial por encima de todo.
De todos
modos no es correcto referirse a estos grupúsculos nacionalistas diciendo que
son entre sí uno imagen especular del otro: un grupo nacionalista quiere que esa mayoría silenciosa diga cuál es su
opinión y el otro grupo nacionalista
se opone a que esa mayoría silenciosa diga cuál es su opinión. Ante estas
dos actitudes un demócrata sólo puede apoyar la tesis de los nacionalistas que
reivindican el derecho a hacer la consulta aunque su posición sea contraria al
resultado que ellos pretenden. La
libertad es lo más sagrado del hombre, varón o. Sin ella nada es válido
para la ley: ni contratos, ni acuerdos, ni votos, ni ... ¡nada de nada! Si
alguien se presente como abanderado del cumplimiento de la ley e impide el
ejercicio de la libertad que legaliza los actos, está claro que diga quien lo
diga pretende es engañarnos. Eso no obsta para que quien proponga lo contrario
no quiera engañarnos al defender la libertad.
La
abstención de la ciudadanía es el fruto de la educación en la abstención; es
una de las más graves daños de las dictaduras en el desarrollo del ser humano;
substituir la libertad por el temor a ejercerla. Un dictador permite todo salvo
la opinión diferente que castiga de modo radical; las dictaduras teocráticas con
la inquisición en su versión cristiana, católicos y reformados la ejercieron, y
hoy en la musulmana que interrumpe su inicial tolerancia religiosa.
Las dictaduras
monárquicas civiles lo hicieron mientras pudieron; si ahora no lo hacen es porque
no pueden. El P. Mariana, jesuita que justifico el regicidio si el rey se era injusto,
vio que sus libros se echaban al fuego en París. Siglos después haría o mismo
Hitler el 10.05.1933 en la Plaza de la Ópera de
Berlín y en tantas ciudades alemanas; no sólo votar sino hasta ni pensar permiten
las dictaduras. Y si Mariana Pineda fue asesinada “legalmente” por Fernando VII
de Borbón por tener una bandera en su casa los asesinatos “legales” de Franco
se cuentan por decenas de miles, si no alguna centena que otra con menos
“causa”.
“No te metas en política y no tendrás problemas” se decía
bajo la dictadura franquista. Ahora se dice: “No seas radical y no tendrás
problema”. Las palabras cambian, la represión es una constante en todas las
dictaduras. ¿Acaso no eran radicales los que se oponían a Franco?
Es ejemplar la reacción de la sociedad civil en
Francia si el Gobierno pretende limitar los derechos ciudadanos; incluso en los
USA aunque algunas manifestaciones de la libertad de opinión, la reivindicación
de la supremacía blanca producida recientemente en Charlotesville, avergüence
al ser humano; pero sobre esa vergüenza está el valor supremo de la libertad.
Si dios no lo remedia, y no es probable porque aunque
parece republicano sus iglesias no se lo permitirán porque son dictatoriales,
se cumplirá un siglo bajo dos dictaduras: la borbónica en la que fue educado
Franco, y la franquista en la que fueron educados, algo innecesario porque es
una pseudo-enfermedad genética, los dictadores monárquicos borbónicos que instauró
Franco. Casi un siglo sin libertad en mayor o menor grado, quiero decir con
riesgo de asesinato, de encarcelamiento, de apaleamiento o multa según cada
caso a quien quisiera ejercerla en contra del gobierno de turno. El
abstencionistas es lo más pacífico que
cabe en este país donde el intento de “educación en la ciudadanía” se eliminó del
currículo escolar y su lugar lo ocupa la “alienación religiosa”. El
nacionalismo es igual de malo. Todo nacionalismo es dictatorial al establecer
una diferencia entre los derechos de unos pocos miles o millones de hombres,
varones o mujeres que forman es nación y unos 7.000.000.000 de personas ciudadanos
de los demás países que tienen menos derechos, proporción que mejor que otro
argumento revela la irracionalidad del nacionalismo.
Bajo la dictadura franquista el intento de suicidio
era delito; bajo esta borbónica el intento de suicidio secesionista también lo
es. Todas las dictaduras: prohíben la realidad. Bajo una República democrática
ambos intentos de suicidio se tolerarían y se curaría con dosis elevadas de
cultura; es la solución más barata y además no atropella la libertad, la
promueve.
Lo más grave de la sociedad actual es que
el absentismo político y social de la juventud supera, cruel paradoja, la
de sus padres y abuelos. Escuela y merienda. Lo dijo Costa en el S. XIX.
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