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18 ago 2017

Dictadura y absentismo

Leo un artículo de Savater (EL PAIS, 13.08.20179 titulado “Los abstemios”. Denuncia que los intelectuales antisecesión no se atrevan a manifestarse con libertad oponiéndose oposición a esta propuesta política si no la comparten. El problema no es su silencio sino que lo que ahora se llama la “sociedad civil”, antes se llamaba “mayoría silenciosa” y todos reivindicaba su silencio como apoyo a sus tesis, esté mayoritariamente callada frente a los dos grupos politizados de nacionalistas: los favorables a la posición de la integridad territorial por encima de todo y su imagen especular la secesión territorial por encima de todo.
De todos modos no es correcto referirse a estos grupúsculos nacionalistas diciendo que son entre sí uno imagen especular del otro: un grupo nacionalista quiere que esa mayoría silenciosa diga cuál es su opinión y el otro grupo nacionalista se opone a que esa mayoría silenciosa diga cuál es su opinión. Ante estas dos actitudes un demócrata sólo puede apoyar la tesis de los nacionalistas que reivindican el derecho a hacer la consulta aunque su posición sea contraria al resultado que ellos pretenden. La libertad es lo más sagrado del hombre, varón o. Sin ella nada es válido para la ley: ni contratos, ni acuerdos, ni votos, ni ... ¡nada de nada! Si alguien se presente como abanderado del cumplimiento de la ley e impide el ejercicio de la libertad que legaliza los actos, está claro que diga quien lo diga pretende es engañarnos. Eso no obsta para que quien proponga lo contrario no quiera engañarnos al defender la libertad.
La abstención de la ciudadanía es el fruto de la educación en la abstención; es una de las más graves daños de las dictaduras en el desarrollo del ser humano; substituir la libertad por el temor a ejercerla. Un dictador permite todo salvo la opinión diferente que castiga de modo radical; las dictaduras teocráticas con la inquisición en su versión cristiana, católicos y reformados la ejercieron, y hoy en la musulmana que interrumpe su inicial tolerancia religiosa.
Las dictaduras monárquicas civiles lo hicieron mientras pudieron; si ahora no lo hacen es porque no pueden. El P. Mariana, jesuita que justifico el regicidio si el rey se era injusto, vio que sus libros se echaban al fuego en París. Siglos después haría o mismo Hitler el 10.05.1933 en la Plaza de la Ópera de Berlín y en tantas ciudades alemanas; no sólo votar sino hasta ni pensar permiten las dictaduras. Y si Mariana Pineda fue asesinada “legalmente” por Fernando VII de Borbón por tener una bandera en su casa los asesinatos “legales” de Franco se cuentan por decenas de miles, si no alguna centena que otra con menos “causa”.
“No te metas en política y no tendrás problemas” se decía bajo la dictadura franquista. Ahora se dice: “No seas radical y no tendrás problema”. Las palabras cambian, la represión es una constante en todas las dictaduras. ¿Acaso no eran radicales los que se oponían a Franco?
Es ejemplar la reacción de la sociedad civil en Francia si el Gobierno pretende limitar los derechos ciudadanos; incluso en los USA aunque algunas manifestaciones de la libertad de opinión, la reivindicación de la supremacía blanca producida recientemente en Charlotesville, avergüence al ser humano; pero sobre esa vergüenza está el valor supremo de la libertad.
Si dios no lo remedia, y no es probable porque aunque parece republicano sus iglesias no se lo permitirán porque son dictatoriales, se cumplirá un siglo bajo dos dictaduras: la borbónica en la que fue educado Franco, y la franquista en la que fueron educados, algo innecesario porque es una pseudo-enfermedad genética, los dictadores monárquicos borbónicos que instauró Franco. Casi un siglo sin libertad en mayor o menor grado, quiero decir con riesgo de asesinato, de encarcelamiento, de apaleamiento o multa según cada caso a quien quisiera ejercerla en contra del gobierno de turno. El abstencionistas es lo más pacífico  que cabe en este país donde el intento de “educación en la ciudadanía” se eliminó del currículo escolar y su lugar lo ocupa la “alienación religiosa”. El nacionalismo es igual de malo. Todo nacionalismo es dictatorial al establecer una diferencia entre los derechos de unos pocos miles o millones de hombres, varones o mujeres que forman es nación y unos 7.000.000.000 de personas ciudadanos de los demás países que tienen menos derechos, proporción que mejor que otro argumento revela la irracionalidad del nacionalismo.
Bajo la dictadura franquista el intento de suicidio era delito; bajo esta borbónica el intento de suicidio secesionista también lo es. Todas las dictaduras: prohíben la realidad. Bajo una República democrática ambos intentos de suicidio se tolerarían y se curaría con dosis elevadas de cultura; es la solución más barata y además no atropella la libertad, la promueve.

Lo más grave de la sociedad actual es que el absentismo político y social de la juventud supera, cruel paradoja,  la de sus padres y abuelos. Escuela y merienda. Lo dijo Costa en el S. XIX.

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