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22 jun 2014

De la abundancia del corazón habla la boca

Esta frase, que valora la sinceridad del que habla como muestra de lo que siente o piensa sólo es válida ante el decir espontáneo; loes menos en el discurso preparado donde se controla lo que se dice o se calla. Sin que todos sean falsos en ellos puede parecer que se dijo lo que no se dijo y que no se dijo lo que se dijo. En ese caso se convierten en discursos que son una mera promesa de corrupción y engaño. Su máximo es la lectura del  “papelito”. ¿Quién es su autor? Rodeado de serviles ministrillos parasitando su propio parasitismo - ¿o es simbiosis? - preparando discursos, buscando citas que den impresión de la cultura de que se carece, etc., no suele ser el lector. La evidencia del fraude alcanza niveles elevados cuando ni son capaces de leer lo que está escrito, algo que sabría hacer un niño de 5 años, que diría Groucho Marx por el que convendría substituir a todos esos “representantes que no nos representan”. Un  niño de cinco años al menos sabría leer; y si tuviera un buen maestro, a los diez años sabría parar en las comas para respirar en lugar de hacerlo cuando se queda sin aire y hasta entonar las frases con corrección, que leer es cantar.
En las críticas a la repreentación teatral con la que hemos sido obsequiados – pagándola por adelantado – leo en la prensa que “las cualidades de Don Felipe exceden con mucho a la calidad de su discurso ante las cortes” y me quedo pasmado. ¿Que significa lo que se ha dicho? Un discurso, sobre todo un preparado y re-que-te-preparado, discutido y analizado ¿con primor? es la más genuina representación de lo que el discursante es, sobre todo si es el que pronuncia en su toma de posesión de su dictadura monárquica, opera prima donde se da el do de pecho.
No conozco al autor de la frase anterior para saber si era un periodista pelota o un infiltrado. Cabe entender que hizo un acto de fe para disimular la frustración ante unas expectativas cuyo fundamento no se han visto por ningún lado; pero no cabe descartar que, bajo un dudoso halago, quiso revelar la falta de expectativas que se han hecho realidad disimuladas con un acto de fe que, como todo el mundo sabe, es “creer lo que no vimos”.
¡Mal empezamos!, dirán los analistas críticos. Yo creo que bien porque, como dice el evangelio: “la verdad nos hará libres”. Cuando antes descubramos la verdad real antes podremos recuperar la libertad real que desde el primer momento – para muchos no es el primero sino la confirmación de múltiples anteriores -  sabemos que se nos sigue negando.
¡Mal seguimos!, es lo que sí podemos decir. Desde hace 78 años vivimos bajo un régimen dictatorial que “aunque lo cambia todo al servicio de los borbones, todo sigue igual”.  La dictadura  militar que, genocidio mediante, acabó con la democracia se disfrazó de ”dictadura monárquica fascista”. La “mona dictatorial” se veía bajo la seda. Con reveladora vergüenza hoy oculta su verdadero e ilegítimo origen: el habitual golpismo.
Lo hace para su propio beneficio y el de la misma derecha y de la misma iglesia que le sigue apoyando mientras le sirva, que bendice la corrupción  de cuya impunidad se beneficia (robo de niños, paseo bajo palio de asesinos, pederastia, apropiación de bienes públicos y comunales, etc.) que sigue drogando al pueblo al que tiene bajo el síndrome de abstinencia con las papelinas de sus discursos  melifluos. 
Si la tradición es un valor, confío en ella. Tras cada golpe de estado que trajo a los borbones contraviniendo la decisión anterior de los ciudadanos, sólo hubo dos borbones seguidos. ¿Será delito desear que se cumpla pronto con la tradición? Si antes había delitos de pensamiento son capaces de recuperarlos de nuevo.

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