Test Footer


11 sept 2018

Adjetivos descalificativos


Leí en algún sitio que la falta de adjetivos innecesarios acrece la calidad literaria de un texto. Esa norma es universal; sobre todo si los adjetivos son descalificativos o insultantes. La afrenta “ad hominem” revela la falta de argumentos racionales contra las ideas del afrentado.
Leo el artículo la Diada de Torra (J. de Esteban, EL MUNDO,10.09.2018). Su agresividad me casa mal con la imagen racional que tengo del docente: “Poco antes de la de 2017 el Govern había logrado que una mayoría del Parlament aprobase dos leyes que constituían un claro golpe de Estado o rebelión sui generis, pues según señala el artículo 472 del Código Penal -a pesar de lo que digan unos catedráticos pazguatos de Derecho Penal, en un escrito que ha hecho mucho daño a la democracia española”. Si hay insulto -pazguato -no hay razonamiento. Toda acusación - han hecho mucho daño a la democracia española - es vana si no se razona.
En el texto no veo razones; sólo una falsedad; esto no es una democracia. No somos iguales como exige el art. 14 CE78 - algunos son más iguales que otros - tampoco se cumple el art. 1.2CE78 - el poder del Jefe del Estado emana de Franco, no del pueblo. Juan Carlos I fue el primer rey fascista al jurar que cumpliría y nos haría cumplir las leyes fascistas que juró
. Lo hizo.
Dice el Prof. Esteban: “En efecto, se alzaron violentamente, porque neutralizaron coactivamente a la oposición para que no impidiese esa vileza y, en consecuencia, los partidos constitucionalistas se vieron obligados a abandonar el Hemiciclo, sin votar en un acto que situaba a los que votaron ambas leyes fuera del orden constitucional español.
Es un hecho objetivo que es falso que hubiera violencia, sólo hubo ilegalidad; también es falso que “neutralizaran coactivamente a la oposición”. Fue con los votos de una ley electoral aprobada en Cortes; un modelo de fraude al principio básico de la democracia: una persona=un voto; una burla de ley porque algunos votos valen 500 % más que otros. También es falso que nadie fuera obligado a abandonar el Hemiciclo; muchas veces los partidos en desacuerdo con una propuesta, aun sin es constitucional, ejercen su libertad al rechazo de ese modo teatral.
Lo que pasó fue que se modificó el Estatuto sin seguir el procedimiento para modificarlo ni tener la mayoría para hacerlo. Esas leyes, al ser nulas de pleno derecho, no exigen subir hasta el Código Penal, que es la última ratio. Sobra con el derecho civil y administrativo.
Se pregunta el autor: ¿hay alguien, que no sea un niño, que pueda sostener que esos dos objetivos señalados en el CP se pueden conseguir en cualquier país democrático sin utilizar ninguna clase de violencia? Reescriba su pregunta y contéstese ¿hay alguien que no sea un niño que pueda sostener que amenazar con la ira de Dios es un acto de violencia? El deseo de violencia, aun de la divina, no delinque. Eso sólo era delito bajo las leyes que juró Juan Carlos I.
Alegar que las “garantías [de inviolabilidad e inmunidad] dejan de ser efectivas cuando se sitúan fuera del ordenamiento constitucional” permite aplicar la Ley del Lynch, Hace poco ni se ha querido investigar a Juan Carlos I por su inviolabilidad ¿para violar las leyes y la CE78?
Concluye el autor “las cosas están así y ya no se pueden cambiar”. ¿Apocalíptico? Decir que la Diada “desde hace ya varios años no es la fiesta de todos los catalanes, sino, como mucho, del 50%” exige analizar qué significa la diada. ¿Qué opinión nos merecerían los nazaríes si celebraran el 02.01.1492 (pérdida de Granada), o los portugueses el 06.06.1801 (pérdida de Olivenza), o los demócratas el 01.04.1939 (perdida de la Libertad). Si alguien cree que otro se equivoca se razona con él; no se le insulta: “asistirán casi únicamente los independentistas estúpidos citados por el diputado de Esquerra”.
Las comparaciones del Honorable Sr. Torra con Mandela Luther Jing, etc., hacen sonreír; pero ir a la cárcel defendiendo una idea- como Mandela y algunos independentistas -indica su convicción, pero no garantiza que se tenga razón. Esa se demuestra razonando y sin insultar. Dice el autor que en Quebecq o Escocia no se reclamó tal derecho para celebrar sus refrendums (¿referenda?) porque no existe en los países democráticos; es confuso; los hubo.
El autor nos perdona “seguir contando más batallitas de este político de pacotilla”, otro insulto, censura lo inexistente: “impone sus caprichos al actual presidente del Gobierno de España, como, por ejemplo, el traspaso de los golpistas presos a una cárcel de Barcelona” y lo trufa con irreales comparaciones, como “el asalto a la prisión de la Bastilla”.
Al decir que espera que “contenga su ardor guerrero y no haya mañana incidentes violentos en un día festivo que debe ser para todos los catalanes y no sólo para los que han perdido el seny”, le endosa la autoría responsable de unos irreales incidentes futuros cuya autoría le es ajena, iuris tantum, mientras se respete la presunción de inocencia. Ojalá si no pasa nada no se transmute en prueba de “su autoría cuando existen porque controla a las masas”.
Su exigencia “Torra debería aclarar qué quiere decir cuando afirma que quiere llegar “hasta donde llegó Puigdemont”. ¿Se refiere a Bruselas o más lejos?” no es pertinente. En la UE el inocente no debe justificar sus actos. Y a quien ejerza el derecho que le reconoce la UE no cabe reprocharle nada. Los tribunales, aunque no son infalibles, decidirán cuando proceda.
El diálogo parte del respeto a la otra parte a la que le atribuimos un error. Eso es lo que falta: falta diálogo, pero porque falta respeto; y falta respeto, porque sobran insultos.

0 comentarios:

Publicar un comentario