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14 ago 2018

La Unión y los Estados


Leo la excelente reflexión de D. Antonio Rovira “La Unión y los Estados” (El País, 10.08.
2018). Analiza el problema de la Unión y lo resume en dos frases “¿Quién tiene el poder y quién puede ejercerlo? ¿Quién manda y quién manda mandar?” Esa es la cuestión. Recuerda que el origen del poder nace de atropellarla libertad ajena: “el jefe se imponía por la fuerza y con la fuerza se mantenía porque en esto consiste el poder político, en poseer la máquina de emitir órdenes y hacerlas cumplir a la fuerza”. Atribuye a Maquiavelo, al que califica de científico (¿) como el inventor de “un nuevo soporte, un nuevo dueño del caballo y la espada, un titular del poder más estable y duradero, y lo llamó Estado”, con el que “por arte de magia transforma una palabra en un organismo con vida propia, con su razón “la razón de Estado … convirtiendo a los príncipes y reyes en los agentes temporales que lo gestionan pero ya no lo poseen. La historia demuestra otra cosa, Luis XIV declararía “el Estado soy yo” pero Luis XVI pagaría la factura. El último Zar también lo era; sucumbió con él. Es el fin previsible de los demás monarcas de los que en los países civilizados queda apenas media docena. No sobrevivirán el S. .XXI.
Dice el autor que “el Estado nación, la patria, con su soberanía, fronteras y poblaciones ha entrado en un proceso de fragilidad imparable”. Es porque se creó una Unión Europea, pero nadie se preocupó de que el súbdito se descubriera como ser humano soberano e igual en a todos los demás seres humanos derechos al margen de su fortuna por el lugar donde nació y los padres que le engendraron. Ilegalizado el privilegio del rey que le desprecia por su derecho divino para negarle el pan y la sal, lo legaliza su favor alegando su derecho nacional, recrea aquella injusticia en su trato al inmigrante. Le priva del mismo derecho fundamental a vivir. Como él protege “sus propiedades” con verjas y guardias de frontera con licencia para matar.
Se pregunta el autor: “¿De qué sirven nuestros tribunales frente a los grandes estafadores de impuestos o frente a un mercado sin intermediarios que fabrica la realidad a su gusto?” Para nada si no se quiere. Hoy el control permitiría que nadie pudiera evitar pagar impuestos salvo si media la corrupción. El Gobierno de Rajoy aprobó una amnistía fiscal negando que fuera amnistía fiscal. Un huevo no deja de ser huevo por denominarlo castaña. Una ley es un contrato y “si los términos de un contrato son claros y no dejan duda sobre la intención de los contratantes se estará al sentido literal de sus cláusulas. Si las palabras parecieren contrarias a la intención evidente de los contratantes, prevalecerá ésta sobre aquéllas” (art. 1281 CC). Es claro que el objetivo de la “NO amnistía fiscal” era “la amnistía fiscal”. Para eso está el art. 7.1 CC: Los derechos deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe. La mala fe desbordaba la Moncloa pese al conocimiento jurídico de los Ministros - varios abogados del Estado - y de su Presidente. Es presumible el delito de prevaricación. ¡Da igual!
El TC no se atrevió a no declarar nula la amnistía fiscal; pero presuntamente, “blanqueó el delito” alegando que la “seguridad jurídica” exige que “quod nullum est nullum efectum producit” e ignorando también el art. 7.2 CC: “La ley no ampara el abuso del derecho o el ejercicio antisocial del mismo. Todo acto u omisión qué por la intención de su autor, por su objeto o por las circunstancias en que se realice, sobrepase manifiestamente los límites normales del ejercicio de un derecho, con daño para tercero, dará lugar a la correspondiente indemnización y a la adopción de las medidas judiciales o administrativas que impidan la persistencia en el abuso”. Los daños a terceros han sido mil millonarios. El TC no los vio. De haber exámenes periódicos de los magistrados del TC; suspenderían todos. Claro que siempre tendrían la opción de que les convalidaran las asignaturas en la UJCI.
De esa presunta corrupción nacen escándalos mayores. Se pregunta el autor: “¿De qué sirven las fortalezas legales ante el masivo movimiento y tráfico de personas? Más de un millón de africanos, obligados a venir como esclavos, murieron en barcos negreros encadenados en asfixiantes bodegas. Mauritania lo declararía ilegal en 1989. Pero recuerda el autor. Dos siglos después, más de un millón de africanos mueren en barcos de juguete frente a nuestras costas porque no les dejamos entrar. “Son ilegales”, dice la población alienada. Pitigrilli en La codorniz. La revista más audaz para el lector más inteligente: lo dijo claro: el delito de contrabando lo crea el Arancel de Aduanas. Dice el autor: “por muy altas que construyan las murallas, los combates son demasiado grandes, demasiado mundiales para un solo Estado”. ¿Una muralla china en Melilla? En vez de cámaras de gas, el  Mediterráneo. El gas Zyklon es agua. Israel hasta impide alimentar a los que tiene dentro del gheto de Gaza-Varsovia.
Dice el autor: aunque la historia se repite, nunca lo hace al mismo nivel, por eso no tenemos el libro de instrucciones que nos enseñe a manejar el futuro. Si hubo un libro; Costa dijo en el S: XIX “merienda y escuela”. No interiorizamos que todos somos seres humanos con iguales derechos. El asesinato por cruzar fronteras para salir, como hacía la RDA en Berlín, es el mismo si se comete para que no dejar entrar en USA y UE. ¡Licencia para matar o dejar morir!
Con plena lucidez dice el autor del trabajo “esta vez la alternativa al Estado no emerja de una filosofía total, revolucionaria, sino como respuesta a un elemental y cambiante inventario de necesidades e intereses sociales. Y claro, para ello hay que unir y no separar”. Y destaca: “Este es el objetivo de la Unión, un lugar donde todo se discute hasta el delirio precisamente para concertar, que no es solo acordar sino aproximar y armonizar para seguir acordando. En fin, que sin buscarlo, estamos fabricando una buena fórmula política para unir voluntades, para crear lazos entre vecinos, para domesticarlos y así evitar que sigan destrozándose, porque de eso se trata”. Los más salvajes no se dejan civilizar: no pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió. Últimos en lograr su libertad, tratan al inmigrante peor que Epulón a sus perros; les niegan las migas que caen de su mesa. Dijo Costa, S: XIX: “despensa y escuela”.
Me alegra el optimismo del autor: “Quizá, y a pesar de todos nuestros miedos y dudas, estamos construyendo el sistema operativo del siglo XXI, un nuevo soporte del poder político, un nuevo leviatán compuesto y dependiente, frágil, dúctil y por ello resistente, seguramente más listo y necesariamente más eficiente. Y cuando digo Unión no quiero decir un sistema político integrado. Al contrario, cuando digo unitario, estoy diciendo compuesto de unidades y las unidades son contables, lo suficientemente distintas para ser muchas. La Unión no implica integración, no es una suma, hay enlace y función, más que adición y fusión, está compuesta de miembros más que de partes”.
Es genial la idea instrumental: La Unión es un instrumento como lo fue la cueva, no un fin, no genera entusiasmos, su bandera no hechiza a nadie y su himno es una bella sinfonía, no una marcha. No está hecha de sentimientos, no nace del recuerdo del Holocausto ni se fortalece con homenajes a sus víctimas. No necesita crear un espacio uniforme sobre nuestros orígenes; al revés, cuanta más unión más pensamos y sentimos nuestra aldea.
El problema es quizá el platónico; mucha gente se niega a salir de su cueva; dice el autor con total lucidez: “Este sistema de instituciones estatales y comunitarias con muchas sedes gobernadas en base al principio de subsidiaridad, no es nuestra nueva patria y no será nuestro nuevo Estado. Al contrario, es la Unión la que da una nueva vida a los Estados que ganan tamaño y ceden poder para seguir existiendo: económicamente (Grecia) y puede que también democráticamente (Polonia, Hungría Austria)”.
Reitera el principal éxito de la UE: ser “un artificio, un invento para impedir que la sangre llegue al río, no tiene voluntad, simplemente es el soporte de un poder que ejercen los gobernantes elegidos y ellos son los responsables de que el invento no se convierta en una monstruosidad, pero luego se pregunta: ¿no debe esto perturbarnos? Yo creo que no, aunque “el virus de la codicia y de la estupidez está contagiando a los dirigentes. Muy raro es el gobernante que no tenga a su maestro de baile como su principal asesor y que al levantarse, antes de ver la luz, consulte su cotización en votos y se peine en consecuencia” porque el problema está en otro lado y parte de la culpa es nuestra porque nuestro es el poder del voto “afectado por ese mismo virus de codicia y estupidez”; aunque “la soberanía reside en el pueblo (art, 1,2 CE78) seguimos siendo súbditos y votamos al que manda, sea internacionalista o nacionalista, aun si su corrupción es púbica y notoria. “Ya no están a un lado los defensores de la democracia y al otro los dictadores legitimados por la fuerza de las armas. Ahora los dirigentes demócratas, los oligarcas y los tiranos conviven en los mismos Gobiernos, comen en la misma mesa y duermen en la misma cama, y cada uno domina el escenario en distinto grado según el lugar y el momento. Y claro, esto no es nada tranquilizador” reflexiona el autor.
Como tenemos ojos para ver nos invita a ver: “Mirad hacia Oriente [no al lejano sino sólo al Este] y al otro lado [también al Oeste], mirad a algunos de nuestros vecinos [el Sur está bien cerca] y comprobaréis lo que estoy diciendo. Muchos gobernantes defienden la [llamada] democracia de manera compatible con cualquier forma de autoritarismo [el existente y el que pretende volver a emerger dentro de la UE con su rechazo al “otro” creando o inventando fronteras] y ello supone una impostura terrible [pero la UE no se destruirá; al contrario que Nínive hay más de un justo en su interior], puesto que así la [llamada] democracia se convierte en un sistema que ayuda a perpetuar los abusos proclamando que estos han sido abolidos.
Pone el dedo en la llaga el autor: “en fin, que el problema no es la Unión, el problema son los que elegimos para gestionarla. Y hay que acertar, porque en ningún sitio está escrito que esto tenga que salir bien”. Recordemos de nuevo a Costa “merienda y escuela”. Una escuela que enseñe a ser seres humanos con iguales derechos al margen de donde naciéramos, sin contar con nosotros, y de la nacionalidad que nos hayan adjudicado, sin contar con nosotros.
Ésta es la única religión verdadera. La que nos re-liga al semejante, no la que nos somete a presuntos mandatos de un presunto extraterrestre según dicen sus presuntos profetas; ¿cuál es el verdadero? “Si no amas a tu hermano al que ves, no amas al dios al que no ves” dice el Evangelio (1 Jn, 4, 20). “Seréis como dioses” dice la Biblia que dijo el diablo (Gen. 3,5).
Yo soy politeísta. Veo en los demás la libertad, la igualdad y la fraternidad que nos convierte en dioses superiores; en dioses olímpicos. Para ser dioses solo hay que querer serlo: merienda y escuela pero para ser dioses libres, iguales y fraternos. No dioses mandones.

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