Acabo de
leer un excelente análisis jurídico de la situación creada por el Presidente
Rajoy cuya incompetencia en manejar la “cuestión catalana” ha superado a todos.
¿Se puede parar el referéndum? (ABC,
10.07.2017) cuyo autor es D. Jorge Esteban, catedrático de derecho constitucional.
En su
inteligente análisis de la legalidad vigente demuestra que ya no se puede
aplicar el art. 155 CE78, ¡felizmente!, como reclaman los más violentos, porque
los plazos para su aplicación se han vencido. Y también aclara que la ley contra
el terrorismo no es aplicable a este caso porque los políticos de la Generalitat
han hecho del caso catalán no un caso terrorista sino un caso ridículo y por lo
tanto no sería aplicable. Igual de inaplicable es la solución del Sr. Rajoy de
esconderse detrás del TC tras convertirlo en un tribunal de justicia porque le obligó a hacer cumplir las leyes,
que es lo que distingue a los tribunales de justicia de los constitucionales.
De ese modo sólo contribuiría a desacreditar más al TC en su vano intento de
ocultar su propio descrédito.
El análisis
del Prof. Esteban demuestra lo evidente: estar en el gobierno exige gobernar;
exige saber pensar; exige saber tomar decisiones inteligentes en el momento
adecuado; exige saber evitar conflictos mediante acuerdos. Pero el Presidente
Rajoy ha hecho todo lo contrario con su irresponsable política de los tres simios:
“no oír, no ver y no hablar”. Ha sumido
al país en un esperpento galaico digno de su paisano Valle Inclán. Las cosas no
se arreglan no haciendo nada. De ser eso cierto sobraba el gobierno; al no
existir gobierno no se tomaría ninguna decisión y las cosas se arreglarían
solas, lo cual no sería mala solución si
fuera una solución permanente. Pero no es así.
Gobernar exige pensar; y tras pensar, decidir
pero pensar y decir de modo inteligente; es decir, con oportunidad. El Presidente
con su política de los tres simios fue quemando uno tras otros todas sus opciones.
Ahora ya solo queda la opción legal de declarar nulo la ley de independencia porque
modifica el Estatuto. Es uno más de los contrasentidos cataláunicos. En uno de
los artículos del Estatuto no
modificados por el TC para su modificación se exige una mayoría que el Honorable
Puigdemont sabe que no la puede alcanzar.
La ley de
independencia del Honorable Puigdemont no respeta la mayoría que exige el
Estatuto; es decir, no respeta ni sus propias leyes. ¿Qué clase de sistema
político propone? El de Maduro o el de Castro o el que le gustaría tener a
Trump? Ante este callejón sin salida el Honorable Puigdemont no se ha atrevido
a hacer lo que hizo Hitler: disolver el Parlamento y declara su inutilidad. Él ha
preferido huir hacia delante. Su ley de facto lo disuelve el Parlamento de
modo engañoso, torticero y fascista. Eso fue lo que hizo el Parlamento de
Franco para, como el Príncipe de Salinas, “cambiarlo
todo para dejarlo todo igual”.
La única solución
a la que nos ha llevado esta pareja de sotas es que los catalanes sean sensatos
y vayan a votar en contra de la independencia. El Honorable Puigdemont les ha
obligado a ello. De lo contrario serán víctimas de una ley más tramposa que la
propia CE78; más incluso que los referenda de Franco. Su ley es una descarada
y escandalosa burla de un referendum disfrazado de democrático,
pero ha conseguido que la mahor parte de los catalanes no sean conscientes de
ello.
Según la ley
del honorable Puigdemont bastaría que en el referéndum sólo votara él y lo
hiciera a favor de la independencia. Como no se exige un mínimo de participación
ciudadana, ¡ni en eso confía!, acto seguido podría declarar la independencia de
Cataluña diciendo que “se había aprobado en un referéndum por unanimidad”,
pues habría un 100 % de los votos a favor logrando así superar los porcentajes
alcanzado por Franco en sus referenda.
El
Presidente Rajoy, que aquejado de miedo pánico no quiso permitir un referéndum,
y pudo hacerlo y haberlo ganado, se ha
metido en un callejón sin salida legal.
Paradójicamente
su única opción es la de animar a los catalanes a los que les negó el derecho a
votar para que voten y así evitar que vote solo el Honorable Puigdemont y se
apruebe la independencia de Catalunya por
unanimidad.
De todas formas el Presidente
Rajoy debería hacérselo mirar.
Otra solución sería presentar
la dimisión y convocar nuevas elecciones.
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