Los eternos falsificadores de la
historia – una forma como otra cualquiera de corrupción política - repiten una
y otra vez sus mentiras. Intentan engañar a la población para
así poder vivir a su costa sin hacer nada por ellos y a veces lo logran. En ese campo quien mejor lo
hace es la derecha tras siglos de entrenamiento contando mentiras primero sobrenaturales y ahora "naturales".
Decía Churchill “se puede engañar
un millón de veces a una persona, se puede engañar una vez a un millón de personas,
pero no se puede engañar un millón de veces a un millón de personas”. A muchos
de los “dictadores falsificadores de la historia” les ha ido o va muy bien y han logrado engañar un millón de veces a más de un millón de personas.
Esta reflexión viene a cuenta del
invento de “pueblo lingüístico” de los dictadores nacionalistas que prospera en
algunas regiones de España. ¿Dejarían de ser tal “pueblo” si su idioma fuera el
común castellano?. Las diferencias de tipo sociológico que hay en otras
regiones que sin ese signo externo no se identifican como “diferentes” son
mucho más acusadas.
Todos estos dictadores inventores
del “pueblo lingüístico” son unos victimistas que necesitan inventar un “malo
agresor”. ¿Quién mejor que un vecino o todavía mejor todavía uno de la familia? La
perversa España - de la que así empiezan por excluirse el agresor como parte de ella con
esa expresión - es la opción más a mano.
La mentira es evidente. Ha sido
el poder local, “¡sus próceres!”, los que han atropellado a los pobres paisanos
que son los que han conservado las tradiciones, la lengua, la cultura, el
folcklore, etc. Lo hicieron a lo largo de unos quince siglos sin necesidad de
la ayuda de nadie. Como decía Berceo del castellano - hablaban en roman
paladino (vasco, gallego, catalán, castellano, etc.) “que es la lengua con la
que se habla al vecino”. Y todos hablaban antes en latín sin haber pisado ninguna
escuela, un latín que se fue degenerando por influencia del idioma de los
bárbaros que invadieron al pueblo hispanoromano, suevos, vándalos y alanos, pero también los visigodos, con lo que la degeneración del latín acabó
dando diversas versiones del mismo (francés, italiano, romanche, occitano,
gallego, bable, castellano, aragonés, catalán, valenciano, mallorquín, etc.,
etc.).
En España, dada la mayor riqueza y población del reino de Castilla, su idioma se fue convirtiendo en lengua
franca por razón más del comercio que por otra cosa. Las zonas
que no tenían más relación que con sus propios vecinos sólo hablaban su
idioma local que variaba de valle en valle; no necesitaban más. Y es que en tocando a idiomas la opción no admite discusión
cuando se habla de dinero, ¡que es algo serio! Para comprar o para vender se
necesita hablar el mismo idioma.
Quien tenga más interés suele ser el vendedor; y por eso suele ser el que aprende el idioma del comprador aunque a veces ocurre
al revés. En las regiones más exportadores se aprende el idioma que por azares
de la historia se ha convertido en dominante. En los valles de Huesca se
enviaba a los niños a Francia para que aprendieran el francés aunque eso no ocurría tanto en sentido contrario . Era lo natural, hacían con los
franceses más compraventas que con un vallisoletano. Lo mismo ocurre hoy a nivel
mundial con el inglés; antes pasó con el latín y por idéntica razón: el
interés de las partes.
Pero ¿por qué explicar lo que
ocurrió de modo natural pudiendo convertirse uno en víctima? Tengo en mis manos un libro del
año 1934 - bajo la segunda república democrática - dedicado a escolares. Se les incita a aprender en la escuela cómo es
su país, con sus luces y sus sombras, para amarle. Tomo los datos relativos al
analfabetismo que había en las provincias catalanas fruto del "desvelo
cultural con el que los adalides de los "diferentes pueblos lingüísticos” defendían su cultura. No hubo escuelas para enseñar su idioma local durante quince siglos. Les traído sin
cuidado el “analfabetismo de su pueblo en su propio idioma”.
Pese a ellos los analfabetos enseñaban
a sus hijos el gallego en Galicia, el bable en Asturias, el vasco en las provincias vascongadas y en el sur del viejo reino
de Navarra, el echeso y las diferentes fablas en cada uno de los valles
pirenaicos de Huesca, el catalán en Cataluña, el valenciano en Valencia, el
mallorquín en Mallorca, el valverdeño en Valverde, En el resto de España los analfabetos aprendían el castellano los hijos de sus padres, también por vía oral, cada uno con sus peculiaridades de dicción que
permiten identificar la provincia en la que viven. No había escuelas. Y si llegaba alguien a su
pueblo que no hablaba como ellos todos se esforzaban en entenderle y en hacerse
entender por él. Daba igual que fuera de otra parte del resto de España, de Inglaterra, Francia, Alemania - ¡vinieron muchos durante el reinado de Carlos I! - o del Japón, donde hubo una cierta inmigración en Sevilla. Al margen del lenguaje el
objetivo era comunicarse ¡como fuera!, que si dos personas quieren entenderse
siempre lo consiguen.
Hoy no hay prácticamente analfabetos en ninguna parte de España ni en castellano, ni en su propia lengua. La doble docencia se financia con los
Presupuestos Generales del Estado. En apenas un siglo, la II República se
proclamó en 1931, se ha hecho más por difundir la cultura catalana en Catalunya
y en España que en los quince siglos anteriores cuando Catalunya o las tres provincias vascas y el Reino de Navarra estaban gobernada por sus “próceres". Con sus leyes anteriores a 1714, en el caso catalán, sólo tenían acceso a la cultura “ellos”; los que
mandaban; ¡aprendían incluso latín!; no el pueblo por el que ahora aparentan desvivirse con alardes victimistas de atropellos seculares ¿los que ellos cometieron durante más siglos que nadie? Un pueblo inculto es más fácil de engañar
Pero ¿por qué contar la verdad si
podemos malmeter a la buena gente que es la más fácil de engañar porque se fía
más de su vecino enfrentando a unos con los otros que, porque no son sus
vecinos es fáciles convertirlos en “los malos”?
Los políticos actuales, todos esos
corruptos que nos gobiernan saben que a río revuelto la ganancia es de los
pescadores: de ellos. Para ellos los ciudadanos sólo somos “besugos”, que
aunque no es pescado de río se deja engañar con el anzuelo o si no se atrapa
con red. Pero al final como se decía en ese Madrid que se enfrento a los nacionalistas no democráticos, NO PASARAN. Es verdad que se han creído que han pasado, pero no pasarán. El rechazo creciente al nacionalismo eligiendo otras opciones racionales no nacionalistas ya está empezando a aparecer en las encuestas. No hay víctimas ni verdugos, hay victimistas inventándose verdugos aprovechando la común ignorancia de la historia.
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