Aunque siempre veo el vaso medio lleno, el artículo “La corrupción” del Sr.
Trillo, ex presidente de la Sala Tercera del Tribunal supremo publicado en ABC el
09.08.2016, también optimista, incurre en un error experimental. Lamenta él la
sensación de corrupción que invade a todos los ciudadanos del país. No cabe
otra. Responde a la realidad. Desde los niveles más altos del Estado se ha
practicado siempre con total impunidad; mayor aún que en los municipios más
pequeño.
Es inútil negar que “la corrupción es una niebla espesa que ciega su sana
viabilidad [la del sistema] porque ha quedado definitivamente incrustada en él,
hasta el punto de que ha llegado a definirlo”. Aunque hay políticos que no son
corruptos eso no permite; esa excepción de corrupción debería producir rechazo,
porque debería ser la norma. El punto cero de la actuación de un político es su comportamiento ético. Un
solo corrupto debería escandalizarnos. Pero la corrupción ha cambiado el marco
exigencia porque se han instalado tanto en el sistema que hasta los no
corruptos dice: ¡No todos somos corruptos! Cuando ellos deberían decir ¡No
toleraremos ni un solo corrupto!, en lugar de protegerlos hasta que el juez ya
no selo permite.
Entonces salen con lo de la “presunción de inocencia” habiendo “sospecha de
culpabilidad”.
Es lamentable que el Sr. Trillo desprecie a “esas entidades anglosajonas
que viven de observar aconteceres ajenos y valorarlos según su vara de medir,
hablen de que la corrupción es sistémica en España”. Por su trabajo de
investigación sobre la corrupción deberíamos estar agradecidos. Aquí no lo hace
nadie. ¿Cómo puede reprocharles que vivan de su trabajo? Sólo los corruptos no
viven de su trabajo sino de sus corrupciones y sólo ellos merecen el reproche
por esa vida. Además, lo verdaderamente
importante es que: mida quien mida la corrupción que hay es un hecho que existe.
Con esa o con otra vara de medir nada de lo que denuncian es falso,
Por otra parte la referencia a los comentarios de Ortega sobre Mirabeau
están también fuera de lugar. Su interpretación de la vida de Mirabeau es
erróne. Su vida privada delictiva sufrió sanción públicas; su vida pública
merece elogios. Ojalá fuera seguida por los políticos españoles. Los corruptos políticos
españoles no siguieron el ejemplo de Mirabeau: prefirieron ser corruptos.
Y también es falso “que el
sistema constitucional español, en apreciación conjunta de la prueba … merece una admiración no menor que la que ofreció
Ortega a la visión política de Mirabeau”. El sistema “bajo el que
sobrevivimos” - ¡pregunten a los 20 millones de parados hijos de la corrupción!
- será parlamentario - el de Franco también lo era- pero nunca será democrático.
No lo es ninguna monarquía. Ésta, además ha nacido de la voluntad de un
dictador al que padre e hijo han alabado con interesada e inolvidable
servilidad; y eso también es corrupción.
Al Jefe del Estado en España no
se le elige, como en una democracia: lo nombró un dictador; tampoco somos
iguales ante la ley: una familia tiene privilegios desde la cuna hasta más allá
de la muerte: ¡los heredan! Comparar al autor del “Ensayo sobre el despotismo”
con el sistema heredero del franquismo afrenta a Mirabeau. Los más famosos textos
de Franco fueron condenas de muerte con que “legalizó” sus asesinatos y la ley
donde hizo al rey su heredero.
Que el Sr. Trillo pretenda
disimular la realidad corrupta del sistema alegando que en los USA valoran
“ferozmente independiente” al poder judicial no convierte en jardín el lodazal
político en el que vivimos. En cualquier lodazal florece la rosa. Pero lo que
ya es excesivo es afirmar que “iluminan en la cúspide”. Eso exigiría olvidar algunas
sentencias terriblemente politizadas y por ello inolvidables: el apoyo a la corrupta
aplicación de la doctrina Parot para perjudicar a un etarra juzgado con las
leyes franquista; el apoyo a las cláusulas suelo con el que se consagró la
estafa a millones de honrados trabajadores y tantas otras que el TJUE ha revocado
¡y las que revocará!
Por todo ello y más es total
nuestro desacuerdo con la conclusión “el
tema de la corrupción de ningún modo debe sentirse como definitivamente lesivo
para la calidad sustancial del sistema” porque no es sólo “una incidencia grave, muy grave, un reto, si
así se quiere, pero ante el que el propio sistema se engrandece y fortalece al
contestarlo con el poder del Derecho”. El “sistema político está
corrupto” y de él nace la corrupción que procura la impotencia del poder
judicial.
Los lectores de ABC estarán
contentos con el artículo del Sr.Trillo; yo espero que mis lectores estén
contentos con el mío
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