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30 ene 2017

Populismo y democracia degenrada

El Profesor de Derecho Constitucional Francesc de Carreras publicó el 15.01.2015 en EL PAIS  un artículo titulado democracia degenerada con el que estoy casi totalmente de acuerdo. Dice que la definición de “formas políticas corruptas proviene de Aristóteles. A las formas políticas “puras”, es decir, la monarquía (gobierno de uno), la aristocracia (de una élite) y la democracia (del pueblo) de las “corruptas” como degradación de las puras: tiranía, oligarquía y demagogia, respectivamente”. Luego precisa que las democracias actuales pueden degenerar, entre otras formas corruptas: partitocracia y  populismo que ve próximas a las de oligarquía y demagogia aristotélicas.
Parte de que “la finalidad de todo Estado -de toda estructura política, también las supraestatales (como la UE) y las infraestatales (como las comunidades autónomas y municipios)- es asegurar la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos mediante la garantía de los derechos civiles, políticos y sociales que figuran en los textos constitucionales” y añade que “son requisitos indispensable para su buen funcionamiento: la representación política, la división de poderes y el pluralismo. Si alguno falla, el instrumento no sirve, la democracia queda inutilizada para la finalidad que se propone”.
Sin embargo no cita que la representación democrática exige poder elegir al Jefe del Estado. Señala que la división de poderes exige que ejecutivo, judicial y legislativo sean independientes y se controlen entre sí sin que ninguno tenga supremacía. El pluralismo democrático exigiría que la ley electoral respetara el principio persona un voto, asunto sobre el que tampoco dice nada.
Considera el autor que “partitocracia y el populismo, desde ángulos distintos, vulneran algunos de estos principios y, por esta razón, desnaturalizan la idea de democracia, la corrompen y la pervierten”. En su opinión la partitocracia desvirtúa la división de poderes porque los concentra en los grandes partidos mayoritarios e impide la función de control entre los distintos órganos estatales... cuando ... se ponen de acuerdo para ejercer un poder transversal que se apodera de los distintos órganos del Estado e impide la posibilidad de controlarse mutuamente”.
En España la Administración siguió el ejemplo francés con un sistema de selección de profesionales competentes objetivo  y abierto a todos los ciudadanos al margen de su opinión política pero como denuncia el autor  que hoy  “no cumple con el mandato constitucional de servir a los intereses generales si los partidos copan, mediante los cargos de confianza que designan, la dirección de los órganos de la Administración, arrinconando así a los funcionarios que ocupan sus plazas en virtud de los principios constitucionales de mérito y capacidad.” Y denuncia que “esa administración es la que debe conceder permisos y subvenciones a las empresas, asociaciones y particulares, entre ellos otorga las licencias a los medios de comunicación audiovisual. Así, pone la sociedad a su servicio en lugar de estar ellos al servicio de la sociedad”.
La causa es clara:son estos mismos partidos quienes designan a los miembros de órganos constitucionales (Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, Defensor del Pueblo, Tribunal de Cuentas) y a los órganos reguladores (Banco de España, Mercado de la Competencia, Consejos de RTV, etcétera), que por su naturaleza deben ser independientes”. Está claro que es el poder ejecutivo el que, con la complicidad de dos partidos,   “tienen un amplio campo para ser ejercidos sin frenos ni contrapesos, sin controles. El principio de división de poderes se vulnera y todo el edificio del Estado democrático de derecho queda seriamente dañado”.
El autor atribuye al populismo querer  sustituir los principios de representación política, división de poderes y pluralismo por sus contrarios: consultas directas a los ciudadanos, concentración de poderes y partido único o liderazgos carismáticos” y que “dividen a la sociedad en dos partes, las élites y el pueblo. Pero a condición de que solo es el pueblo quien está legitimado para gobernar y la mejor forma de hacerlo es la consulta directa, sin mediar representación alguna”.
Yo creo que el populismo reivindica que la soberanía reside en el pueblo y que el político electo no recibe un cheque en blanco por cuatro años para ejercerla porque el pueblo soberano tiene derecho si no a avocar su ejercicio si a denunciar que “no nos representan”.
No veo yo que reivindique que “el líder máximo (siempre bueno, justo y honrado) quien tiene capacidad para interpretar esta voluntad” porque la propuesta de la consulta directa lo impide. Es el actual sistema que rechaza las consultas quien reivindica no sólo que ellos tienen la soberanía, cuando sólo tienen su ejercicio, y cuando hacen lo contrario a lo prometido en su campaña electoral y además declaran que lograr más votos y poder gobernar equivale a una amnistía por haber sido corruptos y delincuentes a todo pasto.
Sin duda “la solución está en la regeneración democrática de las instituciones mediante una reforma que haga respetar los principios: una buena democracia representativa, una verdadera división de poderes y un respeto al pluralismo. Frente a las formas degeneradas y corruptas, las soluciones regeneradoras y reformistas”.
¿Cabe esperarla de los partidos anegados en corrupción hasta por encima de las cejas?Cualquier otra opción ofrece la garantía de que hasta ahora no tienen corruptos. ¡No es poco!

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