No sólo todos
los que aplaudieron y siguen aplaudiendo “en la intimidad” el terrorismo
franquista violador de aquella virginal constitución democrática, tenía apenas
5 años cuando la violaron por primera vez, se la cogen con papel de fumar
clamando contra la presunta violación de ese fraude que es la constitución
franquista que es la de CE78. Una constitución que nunca juró quien no perjuró sus juramentos de los principios fundamentales del movimiento, ante
Dios y ante sus víctimas, el padre del actual continuador del inventor de
reinos antidemocráticos que lo dejó “atado y bien atado” para beneficio de su
descendencia per omnia saecula saeculorum.
¿Cabe
imaginar una constitución menos democrática? Atenta contra el principio básico
de que la soberanía reside en el pueblo como con falsedad declara en su art.
1.2: ¡una mentira más!
Esos
fariseos hipócritas, sepulcros blanqueados de mausoleos imperiales, son los
mismos que impiden que quienes defendieron la constitución democrática violada
salgan de las cunetas donde sus padres o abuelos los asesinaron como perros
para robarles su vida, sus hijos y sus propiedades que de todo hubo;
directamente o por voluntariamente obligatoria subscripción popular, robos que
se siguen protegiendo en nombre de la “sagrada propiedad”.
Se rasgan
las vestiduras reclamando el respeto a la legalidad los hijos y nietos de los que
atropellaron la única época verdaderamente democrática que ha tenido España.
Continuan con indecencia, la misma de sus perjuros antepasados, y con la saña
del odio que siguen destilando al negar la realidad democrática por ellos.
El
terrorismo fue lo que predicó expresamente el también golpista general Mola, que el 19 de julio de
1936 declaraba “hay que sembrar el terror … hay que dar sensación de dominio
eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como
nosotros”, para añadir pocos meses después: “yo veo a mi padre en las filas
contrarias [se refería a los defensores de la constitución y del gobierno
legítimo de la república] y lo fusilo”. ¡Ten hijos para eso!
Se alarman
estos politicastros con la violación del art. 1.2 CE78 que dice: “La soberanía
reside en el pueblo español de donde emanan todos los poderes del Estado”
violado por ellos desde el primer día. Pero el “pueblo catalán”, a fuer de
español, quiere ejercer esa soberanía que siempre se le ha negado.
Demuestra
así estar más harto que los demás españoles a los que tampoco se les ha
permitido ejercer esa soberanía que mentirosamente se le atribuye. El pueblo
nunca eligió al Jefe del Estado actual. ¿Lo es por la gracia de Dios? No; por
la gracia de ser el hijo genético de su padre, verdadero hijo espiritual del
dictador y terrorista General Franco. Ante el juró que seguiría maltratándonos
con sus principios del movimiento
mientras se deshacía en alabanzas por su obra criminal.
Al
compinche del General Mola que puso en práctica sus recomendaciones y provocó
el terror durante 40 años bajo incienso, palio y bendiciones episcopales y, ¡no
lo olvidemos!, el apoyo de una gran parte de la burguesía catalana que hoy sigue
debatiéndose entre el independentismo y la corrupción sin saber qué elegir.
El art. 1.2
CE78 es la primera burla para engañar al pueblo víctima de la ignorancia
sectaria a la que fue sometido durante 40 años bajo la égida de la dictadura
militar. Sus herederos, defensores de la dictadura monárquica que este año
cumple otros 40 años con el juramente del padre y heredero directo del dictador
siguen manteniéndolo en su ignorancia.
Acumulan
engaño sobre engaño para mantener la farsa de quien no dudo en jurar todo lo jurable
para quedarse con “la finca” cuya “soberanía” había perdido su abuelo, el “rey
conejo”, heredero a su vez del golpe de otro militarote que se la diera a su
padre atropellando la voluntad del pueblo español.
El art 1.2
cuyo incumplimiento reprochan es una farsa. No es cierto que “del pueblo
español emanen todos los poderes del Estado”. El del actual Jefe del Estado
emana, vía genital, del golpista general Franco que con sus conmilitones
perjuros violó la única constitución votada por el pueblo español cuando, en
aquel momento, sí residía en él la soberanía.
Residiera
en el pueblo la soberanía al promulgarse la constitución de 1808. Entonces se
cometió el error ¡ése sí que fue un inmenso error!, de darle el poder como Jefe
del Estado parlamentario al borbón más inmundo de toda esa familia.
El borbón
cuyo antecedente de felón se puso de manifiesto cuando tras su intento de golpe
de estado a su padre denunció a sus compinches para lograr el perdón paterno;
el borbón que, finalmente, forzó a su padre a abdicar, nihil novum sub sole; el
borbón que felicitaba a Napoleón cuando sus mariscales derrotaban a los
españoles.
Unos
españoles, ingenuos donde los haya hasta la estupidez- seguimos siéndolo - le dieron
un reino al dictador borbónico porque no supieron conservar como propia la
soberanía que es suya creando una República
Democrática, pues ellos habían ganado su soberanía con su propia sangre como
los franceses en 1789.
Un borbón, en
fin, que hizo más méritos que Luis XVI para tener igual fin y dar fin así a una
estirpe que tiene en su haber, entre otros “méritos”, el fin de la nación española
ultramarina; que entonces, de modo cruento, parte de los españoles de américa
lograron abandonar el yugo de la dictadura monárquica.
Asistimos a
la farsa de la defensa de la legalidad; la misma de los golpistas que acusaron
de rebeldes a quienes defendieron la CE31; fue la última vez que el pueblo
ejerció su soberanía y la defendió con su vida, que en 1808 lo hizo
equivocándose de enemigo, que el borbón era más nefasto que José I. Pero no
será la última. El futuro viene preñado de grandes esperanzas democráticas que
deseamos alcanzar de modo pacífico. El ejemplo de Alfonso XIII está vivo.
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