Test Footer


1 dic 2015

El Orden Público

Afirmábamos el otro día que todos los energúmenos que reclaman la defensa de la Constitución Franquista de 1978 no sólo no la han leído sino que las constituciones les importan un pito, ¡sobre todo si son democráticas! La defensa de la actual, que no lo es, se debe a las mismas razones por las que defendieron el atropello por Franco y sus secuaces de la Constitución de la II República, que ésa sí que era democrática: les produce beneficios violar aquella constitución francamente, como les produce violar ésta a través de la corrupción.
Mantienen intactas sus ganas de volver a organizar una guerra civil, del mismo modo que hicieron la anterior, levantándose en contra de la ley; pero no porque aquella ley fuera injusta sino porque era democrática. La actual constitución es ilegal. Eso justifica de sobra que se busque su derogación como algunos pretendemos por la vía política y pacífica de las elecciones como ocurrió con la última dictadura monárquica, instaurada también por otro golpe de estado de otro militarote. Por eso los no demócratas franquistas defienden su ilegalidad porque  es una continuación de la dictadura militar “atada y bien atada” con el disfraz de la dictadura monárquica  -.
A todos estos energúmenos los derechos humanos - basta ver el atropello que cometen a diario incumpliendo la ley de memoria histórica - les traen sin cuidado. Más grave es el que aunque leyeran la Constitución franquista no sabrían entender lo que dice. Cuando en el artículo 16 dice: “1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley” no lo entienden.
Su irritada alienación nubla su capacidad intelectual; no entienden que opinar y pretender un cambio es una parte de la libertad ideológica. Querer cambiar esta ilegal constitución franquista y substituirla por una verdadera constitución republicana, ¡incluso aunque su ámbito sea sólo el de una pretendida república catalana!, que es el ámbito dentro del cual esa constitución franquista le ha concedido competencias.
¡Es que alteran el Orden Público!, siguen vociferando. Qué es el Orden Público para un franquista, o para sus descendientes lo tengo muy claro.
Recuerdo que durante la dictadura militar que precedió a la actual monárquica un policía me retiró de un modo abusivo el documento de identidad. Tuve que ir a recogerlo a la Dirección General de Seguridad donde tuve la suerte de no pasar por ningún calabozo ni tirarme “voluntariamente” desde una de las ventanas de los últimos pisos. Allí recibí una amistosa reconvención cuando negué estar alterando el Orden Público. El Orden Público, me dijo mi interlocutor, es un concepto jurídico indeterminado. Fíjese Vd. me explicó, si dos ancianas se paran a la salida de misa en la puerta de la iglesia el domingo y no dejan salir a los demás feligreses alterando su deseo de salir eso se podría considerar que es una alteración del “orden Público”. Con la temeridad fruto de la inconsciente afirmé “No he visto que hayan detenido nunca a ninguna”. ¡Claro que no, me dijo mi tolerante interlocutor, pero eso es para que se de Vd. cuenta de la amplitud del concepto. ¡Realmente están alterando el Orden Público!

Por meras razones vegetativas supongo que esa persona ya no vive, pero a juzgar por el vociferio que atonta mis oídos ha tenido muchos hijos no sé si naturales o intelectuales que pretenden utilizar el concepto de “Orden Público” de ese modo. En esa línea parece estar el Ministro autor de la ley mordaza.

0 comentarios:

Publicar un comentario